La Anomalía Cubana
2006-02-05
Los latinoamericanos no nos respetamos. El escritor mexicano Carlos
Fuentes, que dispensa presentaciones, acaba de publicar un análisis
global sobre el año 2005 en el que menciona a Cuba de soslayo,
simplemente como “la anomalía cubana”.
No importa que dentro de esa ‘anomalía’ palpite el drama humano más
portentoso que país latinoamericano alguno haya sufrido nunca. Él --con
toda su fuerza intelectual-- lo considera sólo como eso, una anomalía.
Lo ‘importante’ en su análisis es que López Obrador es su amigo (y no
“una especie de Chávez Mexicano”) que tendrá que luchar con una larga
“frontera porosa”, que linda con territorios de EUA “que fueron
mexicanos”. Definitivamente, no hay ombligo más grande que el de cada cual.
Sin embargo, y como corresponde a la defensa de la diferencia, quiero
resaltar aspectos que subyacen en la mencionada “anomalía cubana”,
pretendiendo analizar lo que pudiera estar siendo incubado para el
futuro de Cuba tras la burda simplificación ‘anómala’.
El traumático drama cubano --que ya dura 47 años-- en la visión
edulcorada de intelectuales lejanos como Fuentes, ha devenido en simple
‘anomalía’ gracias a un conjunto de hechos y factores que se conjugan
para --vistos desde el exterior-- no dejar translucir la real masacre
que la dictadura ejecuta contra el pueblo que oprime. Sólo siendo cubano
se comprende.
Si para latinoamericanos informados que analizan políticamente lo
sucedido en el mundo durante un año Cuba es una simple ‘anomalía’, ¿qué
no será para dirigentes del Primer Mundo? ocupados con los graves
problemas que aquejan sus propias Naciones, sobre todo para aquellos que
pueden ayudar a los demócratas cubanos a superar el accidente ‘anómalo’.
En lo que a Europa y Estados Unidos respecta (los dos polos externos que
más influyen en la política cubana) hay realmente muy poco que esperar
en sentido democrático.
Europa está traumatizada por ataques terroristas; España fue la primera
y reaccionó abandonado el campo de batalla en Irak; explosiones y
muertes de civiles en las calles de Londres; quema de autos en Francia,
que se extendieron peligrosamente a varias ciudades europeas; y ahora,
vacilación ante absurdas exigencias musulmanas por la simple publicación
de caricaturas, mientras ellos se jactan en televisar mundialmente –como
si nada-- sangrientas decapitaciones de occidentales inocentes como algo
natural. Todos son síntomas de un drama de identidad por el que
atraviesa el Viejo Continente, que no le permite reaccionar siquiera
ante la inminente posesión del arma atómica por parte del cercano Irán,
ni de un sorprendente triunfo terrorista por la vía de las urnas en
Palestina. Muchos problemas en las inmediaciones de sus fronteras como
para pensar en una lejana --y para ellos más que aceptable-- ‘anomalía’.
En lo que a Cuba respecta, Europa --agobiada con sus problemas
externos-- ha cedido a España la salvaguarda de la política común. Nada
tan contrario a la libertad de los cubanos, ya que el interés inmediato
de la “madre patria” en la isla es hacerle pagar a los norteamericanos
(los cubanos no les importan mucho) el trago amargo que le hicieron
tomar en la guerra hispano-cubana-americana del 1895. Lo que para Cuba
representó su independencia, para España fue un trauma que ahora se
compensa con esta ‘anomalía’. Una burda revancha.
Estados Unidos por su parte, que enfrenta corajosamente el problema
terrorista yendo a darle batalla en su madriguera irakí (y por eso no ha
sufrido ataques en su territorio desde el 11 de Septiembre) sortea
además los riesgos nucleares de Irán y Corea del Norte y comparte con
Europa además el candente problema palestino-israelí. Internamente sin
embargo se debate en una inédita confrontación bipartidista sin
precedentes en su historia, que limita la capacidad gubernamental de
acción en cualquier frente y crea una oposición ficticia a cuanto acto
gubernamental trascendente se programe. Este fenómeno termina
perjudicando a Cuba.
Una parte no despreciable de esta lucha partidaria se manifiesta como el
interés de “ciertos sectores” norteamericanos para comerciar con la
dictadura, consiguiendo el nada despreciable galardón de haber colocado
a EUA como el primer socio comercial cubano en lo que a la venta de
alimentos respecta, obteniendo adicionalmente la aprobación de leyes y
reglamentos que autorizan tales procedimientos de acercamiento. Hasta
ahí, no había habido nada definitivo.
Pero los objetivos comerciales, hasta ahora humanitarios (comercio de
alimentos y medicinas) de pronto se han convertido en un objetivo
estratégico: el petróleo de la costa norte de la isla.
No es ocioso decir que el crudo pudiera convertirse –si ya no lo ha
logrado en estos dos años desde que fue enunciado-- en el factor que
unirá las voluntades dentro de EUA para comenzar a observar la
‘anomalía’ castrista con un viso de unanimidad, pasando por encima de la
mencionada y corrosiva lucha por el poder a toda costa (y a todo costo),
sobre todo porque en el sillón presidencial se sienta un hombre sensible
a los problemas petroleros de EUA. Era todo lo que nos faltaba: Estados
Unidos negociando inversiones petroleras con la Cuba de Castro.
Si la óptica de Carlos Fuentes fuera la que cualquier observador externo
informado tiene sobre la isla, de la manera más honesta posible (si se
puede hablar de honestidad en este caso) no hay dudas que cualquier
dirigente norteamericano –demócrata o republicano-- no dudaría en
ensayar un acercamiento con la dictadura (que como simple anomalía algún
día será resuelta) para asociarse a ella en un problema económico (no
político porque políticamente, para demócratas y republicanos, Cuba
quizá también sea una simple ‘anomalía’) negociando para extraer
petróleo en aguas cubanas en beneficio mutuo. Si Carlos Fuentes lo
piensa, con la profundidad de su intelecto, ¿porqué no los pragmáticos
capitalistas norteamericanos?
Los negociadores estadounidenses se defienden diciendo que el petróleo
que hoy entra en EUA procede de fuentes “conflictivas e inestables”: el
Medio Oriente y Venezuela, como si Cuba no fuera nada de eso, sino esa
simple ‘anomalía’ definida por Carlos Fuentes. Ayudar financieramente a
Fidel Castro a fortalecerse con el petróleo cubano (no del gobierno
comunista, sino de toda la Nación cubana) es una insensatez que pudiera
pagarse cara.
Sin embargo, ¿quién dijo que todo está perdido?; la jugada del petróleo
que el dictador ensaya con los EUA, pudiera constituirse en la última
“cartada” de un juego que para los cubanos ha costado un precio que
ningún otro país latinoamericano ha pagado en toda su historia
republicana. El petróleo, que el dictador considera estratégico, lo es
mucho más para los EUA.
Y aunque en el campo político se emiten señales de confrontación, al
extremo de hablarse de ruptura diplomática (Castro recientemente se
refirió al respecto, irritado por el cartel lumínico norteamericano
colocado en la Oficina de Intereses de EUA en la Habana) en el campo
económico nunca antes hubo tal comprensión y acercamiento entre ambos
contendientes.
Casi siempre (por no decir siempre) el acercamiento político es
precedido por el entendimiento económico; y nada más revelador en este
caso que el socio político principal del dictador cubano, Hugo Chávez,
sea a su vez el socio principal de EUA en el área de suministro de
petróleo en Latinoamérica; precisamente el tema que ahora despierta las
sospechas de un entendimiento económico entre EUA y la isla. Este
acuerdo petrolero pudiera constituirse en la base de un futuro
entendimiento político entre ambos, abarcando además el tema de las
supuestas garantías dadas por Raúl Castro para el control de la
inmigración incontrolada desde Cuba a la muerte del dictador, todo a
espaldas de los intereses democráticos de los cubanos, pero
perfectamente en fase con la actual agenda de intereses norteamericanos
y castristas.
A diferencia de lo ocurrido en circunstancias anteriores, a fines del
siglo XIX, esta vez no habrá tratados en París. Las negociaciones fueron
en México y se continuarán en la Habana y Washington con la mayor
discreción, como corresponde a asuntos de estado, no importa que
arrecien por un tiempo los fuegos artificiales con carteles lumínicos y
campos de banderas.
Sorpresivamente y yendo en la misma dirección, ya salió de Washington un
emisario de alto nivel a negociar con la Unión Europea un entendimiento
respecto a Cuba (con un retraso de 47 años) y que seguramente lleva en
su cartera, el control estadounidense del petróleo irakí (motivo de
conocidas diferencias por estar más cerca de Europa) para poder
entenderse mejor.
El jugo geopolítico entre EUA y Cuba, que ya dura más de 47 años, está a
punto de terminar. La definición final no será la que quiere el dictador
para el futuro de una isla que considera suya, pero tampoco será --de
momento-- la que desea la oposición democrática cubana. Como siempre,
habrá compromisos basados en intereses, no necesariamente los de la
patria cubana.
Sin embargo, a medio y largo plazo, lo mejor del espíritu nacional
cubano emergerá de sus mejores hijos en un proceso irreversible --ojalá
que no sea violentamente-- y entonces no habrá intereses que puedan
mediatizar las ansias de libertad que todos los cubanos llevamos dentro.
04 de Febrero de 2006.
http://www.presslingua.com/web/article.asp?artID=4408
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