Monday, February 27, 2006

El saqueo del patrimonio cultural cubano

Posted on Sat, Feb. 25, 2006
El saqueo del patrimonio cultural cubano
MARITZA BEATO

Entre los múltiples crímenes que el dictador vitalicio de Cuba ha
cometido impunemente a lo largo de casi medio siglo de totalitarismo,
está incluido el saqueo, contrabando y exportación ilegal de obras de
arte, pinturas, antigüedades, adornos decorativos, libros raros y
documentos históricos que formaban parte de nuestro patrimonio cultural
nacional. El decrépito comandante y su corrupta pandilla llevan décadas
despilfarrando de forma masiva nuestro acervo cultural, enriqueciéndose
ilícitamente a costa de la destrucción de este legado forjado a través
de cinco siglos con la creatividad, el talento y el sentido de la
estética de nuestros artistas, orfebres, literatos, diseñadores y
coleccionistas.

Este usufructo torticero de nuestro patrimonio comenzó poco después del
triunfo de la revolución en 1959, cuando Castro creó el eufemísticamente
llamado Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados, que expropió,
primero, riquezas de funcionarios del gobierno de Batista y, después,
los bienes de los exiliados que se veían forzados a dejar sus
pertenencias en Cuba.

Nuestros tesoros nacionales se han vendido impunemente a los turistas
que visitan la isla o han sido exportados ilegalmente a los mercados
artísticos de Europa y Latinoamérica, donde se han vendido en casas de
subastas internacionales como Christie's y Sotheby's, que se han
convertido así en cómplices de este criminal expolio. El saqueo se
intensificó durante el llamado período especial de los años 90, cuando
la maltrecha economía del régimen sufrió los efectos del fin del
subsidio soviético e hizo esfuerzos desesperados por conseguir divisas.

Un estudio hecho por la Fundación Nacional Cubano-Americana calculó que
Christie's y Sotheby's vendieron en esa época aproximadamente 900 obras
de arte, pinturas, antigüedades y manuscritos históricos de incalculable
valor provenientes del Museo Nacional de Arte y del Archivo Nacional de
Cuba, despojando así a generaciones venideras de cubanos de gran parte
de su herencia cultural. No en balde la revista Forbes le atribuyó al
dictador en el 2005 una fortuna personal calculada conservadoramente
entre los 550 y los dos mil millones de dólares, situándolo entre los
hombres más ricos del mundo.

Los enérgicos pronunciamientos de funcionarios del régimen que defienden
la conservación del legado cultural nacional esconden hipócritamente el
expolio al que es sometido nuestro acervo. Así tenemos a un Eusebio
Leal, historiador castrista de la ciudad de La Habana, celebrando el
nombramiento de la capital como patrimonio cultural de la humanidad por
la UNESCO al mismo tiempo que ordenaba la venta y exportación de tesoros
de nuestros Capitolio Nacional y Palacio Presidencial a Europa. Después
de inaugurar el nuevo edificio que alberga al Museo Nacional de Arte en
el 2004, la presidenta del Consejo Nacional del Patrimonio Cultural,
Marta Arjona, aprobó la venta ilegal y exportación de valiosos objetos
decorativos, pinturas, muebles antiguos, y documentos históricos del
legado napoleónico de Julio Lobo a un museo francés, por mediación de un
corrupto funcionario de la embajada de Francia en Cuba.

Observadores radicados en La Habana reportaron que en 1993, en pleno
período especial, un enorme barco mercantil procedente de la Unión
Soviética permaneció anclado en el puerto de La Habana y fue cargado con
una valiosa coleccion de objetos de arte provenientes de nuestros
palacios, catedrales, y museos. Es en Rusia, España, México y Venezuela
donde se encuentra la mayor parte del botín robado por Castro a la
nación cubana.

En el año 2005, la prensa internacional se hizo eco de la demanda
judicial entablada por miembros de la familia azucarera cubana Fanjul
contra los Departamentos de Estado y del Tesoro norteamericanos,
acusándolos de violar el Capítulo 4 de la Ley Helms-Burton, después de
descubrir que el valioso cuadro del pintor impresionista español Joaquín
Sorolla titulado Puerto de Málaga, desde 1936 propiedad de la familia,
acababa de ser subastado por la filial de Sotheby's de Nueva York.

El tirano gusta de obsequiar a sus célebres huépedes con tesoros del
patrimonio nacional. Así Danielle Mitterand, esposa del entonces
presidente francés y admiradora de las antigüedades y de Castro, recibió
una valiosa e histórica vajilla de porcelana de Sévres que había sido
usada para cenas de gala en el Palacio Presidencial. El Nobel Gabriel
García Márquez y David Rockefeller han enriquecido sus colecciones de
arte con valiosos cuadros de pintores como Wifredo Lam, Víctor Manuel,
Amalia Peláez y otros vanguardistas. El ex presidente mexicano Carlos
Salinas de Gortari añadió a su importante colección de arte precolombino
raros artefactos taínos y siboneyes escogidos por él en el Centro
Nacional de Arqueología, y Diego Armando Maradona, astro del fútbol
argentino y drogadicto amigo de Castro, fue obsequiado con una valiosa
colección de relojes de pulsera de platino incautada a la familia
Gómez-Mena.

Así, cada día, Cuba va perdiendo un nuevo elemento de su herencia
cultural. Se nos está yendo una parte integral de la nación, de la
historia y de cada cubano que ha vivido en ella. Nuestro patrimonio
cultural pertenece por derecho propio a cada uno de los cubanos, y no
podemos ni debemos renunciar a él. Recuperar este legado sería un
proceso increíblemente largo, costoso y difícil. Pero si, como dijo
André Malraux, la herencia cultural de un pueblo es la prueba más
fehaciente de su identidad nacional, de su existencia y de su paso por
este mundo, entonces rescatar nuestro patrimonio histórico es
rescatarnos a nosotros mismos.

maritbea@aol.com
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/opinion/13956573.htm

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