Thursday, February 23, 2006

El Grito de Baire

HISTORIA
El Grito de Baire

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - El 24 de febrero de 1895
comenzó la guerra por la definitiva liberación de Cuba del colonialismo
español, cuyo máximo inspirador y organizador fue José Martí, el
Delegado. Los patriotas retomaban los machetes desenvainados en la
manigua el 10 de octubre de 1868 bajo la conducción de Carlos Manuel de
Céspedes, y que durara diez años, así como otros intentos por reiniciar
la lucha.

Muchos fueron los sinsabores y privaciones que debieron sobreponer los
abnegados cubanos. Las insidias, divisiones y traiciones habían
lesionado mucho la noble causa. No obstante, el amor a la patria y las
aspiraciones de libertad vencieron todos los obstáculos.

En 1892 Martí alcanzó un avance fundamental en su esfuerzo por lograr la
unidad de objetivos. En una carta a Enrique Collazo decía: "¿Y no ha
oído estos días a miles de hijos de Cuba proclamar, sin una sola voz de
disentimiento, ni de rico ni de pobre, ni de negro ni de blanco, ni de
patriota de ayer ni de patriota de hoy, ni de hombre de guerra ni de
hombre de paz, que el Partido Revolucionario Cubano no tiene por objeto
llevar a Cuba una agrupación victoriosa que considere la Isla como su
presa y dominio, sino preparar, con cuantos medios eficaces le permita
la libertad del extranjero, la guerra que ha de hacer para el decoro y
el bien de los cubanos, y entregar al país la patria libre?"

Martí, hombre que no había participado en la gran guerra y por tanto no
poseía los méritos de los combates y heridas, con su pensamiento
preclaro, verbo ágil y convincente y dedicación enérgica logró movilizar
a todos los cubanos dentro y fuera de la Isla. La bondad de los
trabajadores cubanos asentados fundamentalmente en Tampa, Cayo Hueso y
otros lugares de Estados Unidos, así como desperdigados por América
Latina y Europa, fue esencial para recaudar fondos. Los pobres
tabaqueros entregaron parte de sus salarios; otros cubanos limitaban al
máximo sus gastos personales para contribuir. Se requería auxiliar a los
compatriotas más necesitados y sus familias, pero sobre todo recaudar
fondos para las armas y las expediciones con vistas al próximo
levantamiento en la Isla.

Ya en enero de 1893 Máximo Gómez, en Santo Domingo, escribía en su
Diario: "Martí se separa, con rumbo a Nueva York, después que, de
acuerdo, dejamos resuelto el modo y manera de auxiliar la Revolución
inmediatamente que surja en la Isla. Con tal motivo, he pasado una
circular a todos los jefes principales de la pasada guerra que se
encuentren fuera de la Isla para que estén preparados, en cuanto cabe.
El nombramiento de General en Jefe del Ejército que ha de combatir en
Cuba y que me ha dado la Delegación del Partido, con el beneplácito de
los mismos jefes, me ha autorizado a pasar la referida circular. José
Martí, como Delegado, continúa los trabajos preparatorios con tino y
actitud que nada dejan que desear".

Las múltiples dificultades se aprecian cuando, en el 8 de abril de 1894,
Gómez escribía: "Recibimiento cariñoso de Martí y otros cubanos. Hemos
conferenciado largamente, y según he podido averiguar, los fondos
recaudados no son bastante suficientes para abrir la campaña, y se hace
necesario que Martí gire una visita por todos los puntos que crea que se
puede recabar algo más".

El 10 de agosto de 1894 señalaba: "El Delegado va camino de México, en
demanda de mayores recursos para aumentar nuestro tesoro. Estamos en
momentos de las resoluciones definitivas". Y el 1 de septiembre
escribía: "José Francisco Rodríguez llega a 'La Reforma' … procedente de
Cuba, Oriente -y trae la misión especial de aquella gente, de
explicarnos la grave situación en que se encuentran y que por tanto es
preciso ordenar los levantamientos". El 15 de ese mes continúa: "Llega a
Montecristi Alejandro Rodríguez, comisionado por el Camagüey, a informar
del estado de aquella comarca, mal preparada para la revolución, pues
aunque algunos de los primeros hombres del 68 están dispuestos a prestar
todo su apoyo, pero mucho del elemento acaudalado no lo está y no
solamente deja de estarlo, sino que lo rechaza y condena. Esta situación
no cambiará, porque ningún rico entrará nunca en la revolución y es
necesario forzar la situación, precipitar el suceso".

El 7 de febrero de 1895 prosigue Gómez: "Llegan Martí, José María
Rodríguez (Mayía) y Enrique Collazo. Después de informarme, con todos
sus detalles, del fracaso que nos ha sucedido con nuestros vapores
(barcos cargados de pertrechos para la guerra apresados) en Fernandina,
entramos a deliberar lo que debemos resolver en situación tan difícil,
dados los pocos recursos con que podemos contar". El 24 de febrero,
Martí se esforzaba por conseguir una goleta para trasladarse a Cuba. Ese
día, Gómez anota: "Hemos pasado todo este mes en la fatigosa preparación
de nuestra salida de aquí; pues la falta de embarcación por el Este hace
imposible la salida por allí. Además, nos encontramos muy vigilados por
el gobierno del país, que está obligado con el de España por razones
internacionales".

Martí conoció en Montecristi el 26 de febrero la noticia del alzamiento
en Cuba. A ellos se refiere en carta a Gonzalo de Quesada: "Hoy
recibimos el cablegrama de Uds., en que no puedo leer más que estas
palabras, que aún resplandecen ante mí: 'revolución en Occidente y en
Oriente'. Empezamos, pues, ahora a ayudar y rematar la obra. Acá se está
en lo que se debe. Abracémonos en el dintel, y querámonos ahora más que
nunca. Lo hemos hecho, y aún me parece un sueño…"

No fue hasta el 1 de abril que lograron emprender viaje, según Gómez:
"Después de todos estos gastos enormes, después de vencidos obstáculos
-después de dos meses de sufrimientos y torturas hemos logrado
embarcarnos, seis compañeros, en la madrugada. Nos hemos echado
verdaderamente en brazos de un destino a todas luces incierto. La
Providencia premiará con el éxito nuestro arrojo, por llenar el deber y
cumplir la palabra empeñada, acudiendo a Cuba, ya en armas".

Martí describía los propósitos del alzamiento: "La Revolución había
venido preparando ordenadamente, con un partido elector de bases
republicanas, todos los elementos vivos de la independencia de Cuba, a
fin de tenerlos a punto de acción en el instante en que, vacía ya la
esperanza de reformas españolas, estallase a una voz la revolución
inmortal definitiva, sin retirada ni reserva. Las dos generaciones: la
de los veteranos y la de sus hijos; las dos fuerzas de la independencia:
la que combate en la Isla y la que de afuera le ayuda a combatir, se
unieron durante tres años de ordenación en el entusiasmo del juicio y el
poder de la disciplina, y la Isla entera, radicalmente convencida de la
ineptitud de España para privarse de la explotación colonial que la
sustenta, y dar vida de hombre y política mejor a los cubanos, se
levantó en armas el 24 de febrero de 1895, para no envainarlas sino ante
el triunfo de la república". Estas palabras forman parte de una carta
dirigida por Martí y Gómez a The New York Herald como testimonio de
gratitud hacia el periódico por la publicidad a la Revolución y la
independencia de Cuba, el 2 de mayo de ese año, en su calidad de
Delegado y General en Jefe, respectivamente.

Como se puede apreciar en las palabras de ambos patriotas, los cubanos
de la Isla y el exilio, militares y civiles, de diversas generaciones y
tendencias políticas, lograron superar sus divergencias en aras de un
objetivo supremo: la independencia de Cuba, y que el pueblo pudiera
lograr insertarse en los cauces de progreso y desarrollo que el nuevo
siglo que se avecinaba ofrecía. No muy distinta resulta la situación
actual, lamentablemente. Si bien no es circunstancia de lucha armada,
los métodos pacíficos, de reconciliación entre los cubanos proporcionan
posibilidades de elevar nuestra patria a los sitiales de la democracia,
el respeto de los derechos humanos y el libre ejercicio de todas las
potencialidades físicas e intelectuales de los cubanos para salir de la
crisis política, económica y social vigente desde hace muchos años.

En este aniversario rendimos homenaje a las personas que como Gómez ayer
hoy sufren los rigores de la vida cotidiana o padecen en las cárceles
sin claudicar sus principios, como él mismo manifestara: "He dado la
espalda a mi hogar. Sacrificio semejante no lo puedo comentar, pues
cuando se llena el deber cumpliendo la palabra empeñada, es necesario,
para no volver atrás en asunto tan serio -es preciso ahogar los latidos
del corazón. Hay situaciones en la vida de los hombres, y la mía es una
de ellas, que tienen que ser bien definidas, so pena de dejar a la
opinión la oportunidad de un juicio malo o desfavorable. Yo perdería
prestigio y respeto si no ocupo puesto en la fila de los combatientes
por la libertad de Cuba".

http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/23a10.htm

No comments: