Día de los Trabajadores
¿Celebración o condena?
Luis Felipe Rojas
Holguín 30-04-2012 - 8:48 am.
La incertidumbre y el descontento social evidenciarán el cinismo del
gran acto de propaganda que el régimen prepara cada Primero de Mayo.
Ya se escucha el tam tam del proletario. A solo una jornada de los
festejos mundiales por el Día de los Trabajadores, la maquinaria roja
del Comité Central del Partico Comunista de Cuba (PCC) lleva ya varias
semanas moviendo sus engranajes.
La confirmación vino esta vez en la voz y presencia de Salvador Valdés
Mesa como zar del sindicato único y oficial. En sus andanzas por
fábricas e instituciones, lo apoya el primer vicepresidente, Esteban
Lazo. Pero, ¿quiénes y qué celebrarán?
La indicación de este año es que marchen "en cuadro apretado y uniforme"
los contratados estatales y los que se han aventurado al trabajo
privado. El apoyo que darán los últimos al modelo económico de la Isla,
confirma que bien ha valido la ola de despidos masivos que a última hora
el Estado ha decidido interrumpir. En los bloques se verán los
disponibles, los que están a punto de serlo y aquellos que los miran
como un espejo de lo que pueden llegar a ser sus vidas en unos meses, si
finalmente se cumplen los sacrosantos lineamientos económicos.
Tanto la elite dirigente como las huestes que se encargan de llevar
sobre sus hombros el país han recibido las reprimendas del alto nivel,
acusadas de animar el reunionismo, la holgazanería y la corrupción
administrativa como un mal peor incluso que el de la
"contrarrevolución". A la vez que se les acusa por la ineficiencia
económica que sufre Cuba, se les inculpa de no estar a la altura del
pueblo trabajador. Y eso a todos: víctimas y victimarios. Ese
deslizamiento de las fronteras entre los responsables ha sido y es el
eje de la retórica revolucionaria, decir mucho sin decir nada.
Desde el lunes 23 de abril, cuando apareció la convocatoria, han
desfilado por las pantallas de la TV cubana los mismos actores de
siempre, a saber: secretarios de los núcleos del Partido único en las
empresas nacionales, sindicalistas animosos, obreros ejemplares y
público en general que indefectiblemente apoyan el desfile masivo
trocado en apoyo irrestricto a los postulados marxistas-leninistas.
Lo que se echa de menos en este acto performático, pronunciamientos y
promociones aparte, es a los autores de las miles de quejas que se
envían cada semana a las publicaciones periódicas, estaciones de radio y
otros espacios públicos. Es difícil creer, show al fin, que los
trabajadores cubanos desfilen en "solidaridad con millones de
trabajadores y ciudadanos de innumerables países que marchan hoy
exigiendo sus derechos fundamentales a la vida y el trabajo con
dignidad", sin pestañar siquiera por las faltas cometidas contra ellos.
Cierto es que nadie espera reacciones espontáneas contra el poder, pero
el manejo del reordenamiento laboral, las expulsiones a quienes han sido
declarados no idóneos y los cientos de obreros del sector turístico que
han visto reducidos sus meses de trabajo debido a la crisis económica
internacional, entre otros, sin duda conforman un buen caldo de cultivo.
La inconformidad popular con los altos impuestos al sector del
cuentapropismo, el desconcierto de los clientes ante los elevados
precios de productos agrarios y otros servicios fundamentales, así como
la queja por el hormigueo incesante de inspectores y burócratas en busca
de comisiones o con negativas absurdas ante cualquier trámites, son un
medidor apreciable de que el 1º de Mayo será un acto sincero y cínico a
partes aún desconocidas.
Si en realidad los miles de sindicados del sector no estatal, convocados
ahora por el oficialismo, desfilan en apoyo a quienes les han cerrado
las puertas durante medio siglo, se estarían asumiendo como una nueva
elite a la par de la que sostiene la nomenclatura, y sería un acto más
de apartheid contra los intentos del sindicalismo independiente, ese
hueco negro en asuntos de participación ciudadana en la Cuba contemporánea.
http://www.diariodecuba.com/cuba/10865-celebracion-o-condena
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