Martes, Diciembre 27, 2011 | Por Ernesto Santana Zaldívar
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -A juzgar por la más
reciente encuesta, parecería que el Instituto Cubano de Radio y
Televisión quiere hacer cambios en su programación para que esté más a
tono con el gusto del público. Aunque no se trata de la primera encuesta
que se realiza. De manera que lo más lógico es suponer que procura hacer
los cambios mínimos para que la programación siga siendo en esencia la
misma.
Es curioso que esta vez la encuesta no sólo incluya los programas de la
televisión nacional, sino también los programas de "la antena", o sea,
aquellos que, gracias a la colocación ilegal de antenas parabólicas,
muchísima gente prefiere ver; programas de canales extranjeros,
principalmente de Miami.
La encuestadora le llenaba a la persona que aceptaba ser encuestada un
pequeño formulario con la edad, dirección particular, el grado de
escolaridad y alguna otra menudencia, incluido el nombre del encuestado.
Aunque la encuestadora explicaba de inmediato, y no de modo muy
convincente, que se trataba nada más que de una referencia que no iría
incluida en la planilla de la encuesta.
Por supuesto que pedirle a cualquiera que reconozca que se dedica a ver
programación extranjera a través de una antena ilegal y, al mismo
tiempo, pedirle todos sus datos personales, es algo casi gracioso,
porque la policía, que tanto persigue el uso de esas antenas, sigue
órdenes que vienen desde donde mismo provienen las que mueven al
instituto de radio y televisión. Es algo que no desconoce aquí ni el más
ingenuo.
La encuestadora insistía en que las anotaciones en la planilla debían
ser hechas sin que se rompiera la rutina habitual y que, sobre todo, en
ningún caso debía el encuestado dejarse llevar por el impulso de anotar
que ve programas que de ordinario no ve. Incluso no importaría si anota
que ve poca televisión o no la ve en absoluto.
La planilla de la encuesta consignaba una tabla para cada día de la
semana, que era el marco de referencia del estudio, con una casilla para
la hora en que uno comenzaba a ver el programa, otro para el canal y una
última para marcar en un cuadrito la valoración, de cinco grados, que
iba desde excelente hasta mala. Después del séptimo día, había un
espacio para que el encuestado anotara sus recomendaciones sobre la
programación televisiva cubana en general.
Desde hace varios años, además de Cubavisión, Tele Rebelde y los dos
Canales Educativos (aparte de los canales provinciales, que en el caso
de la capital es Canal Habana), existe también Multivisión, un canal que
no produce programas, sino que los pesca de lo que difunden Estados
Unidos (sobre todo Discovery Channel, History Channel, etc), Tele Sur,
la televisión china y a veces algo de la europea. Solamente Cubavisión y
Multivisión transmiten durante las veinticuatro horas.
Las telenovelas y las series abundan más que nunca antes, aunque las
menos vistas son las cubanas, que además son muy escasas. Por no hablar
de los programas humorísticos, que son pocos y en general, salvo ratos
excepcionales, bastante lamentables. Los deportes tienen, relativamente,
bastante tiempo en pantalla, aunque con razón mucha gente quisiera más
aún y con la inclusión del béisbol profesional. La programación
infantil, que tiene ahora mucho más espacio que hace unos años, también
depende en primer lugar de producciones extranjeras, pero al menos
resulta bastante aceptada por el público a quien va dirigida. Así que es
previsible lo que la encuesta reflejará en estos aspectos, o sea, lo
mismo que otras encuestas han reflejado y que todo el mundo sabe.
Pero al parecer lo que interesa al ICRT es constatar la cantidad de
público que tiene, y cuáles son sus opiniones, lo que constituye el
meollo, el núcleo duro, el corazón mismo de toda la programación del
país. En fin, todo lo que produce el sistema informativo de la
televisión cubana, un ente muy poderoso, con una cantidad de
trabajadores y de recursos incalculable. De toda esa producción las
joyas de la corona son el Noticiero Nacional de Televisión y la Mesa
Redonda.
Recuerdo que hace años, cuando había sólo dos canales, se podía oír,
caminando por la calle a las ocho de la noche, la música de presentación
del Noticiero que salía de casi todas las casas. Era lo único que había.
Pero ahora no es así y la mayor parte de la gente (si es que no tiene
antena), cambia a las ocho para otro canal, o baja el volumen, esperando
el parte del tiempo. Otro tanto ocurre con la Mesa Redonda, a las seis y
treinta de la tarde.
Por supuesto que hay quienes ven ambos programas y hasta los disfrutan,
porque están seguros de antemano de que todo lo que van a decir allí es
cierto. Pero otros muchos, cuando los ven, sólo quieren "leer entre
líneas" para tratar de descifrar la verdadera "información", siempre
suavizada y manipulada, como cuando se muestra el supuesto espíritu
reformista del gobierno o se habla de algún nuevo cambio de ministros; o
incluso tratando de "leer al revés", como cuando se describe (al igual
que se describía antes sobre la Libia de Gadafi) el "masivo apoyo" del
pueblo sirio a su amado líder Bachar al-Assad.
¿Qué pondrán los encuestados en su evaluación del Noticiero Nacional de
Televisión y de la Mesa Redonda, en caso de que reporten haberlos
visto?. ¿Cuál de los cinco cuadritos marcarán, entre "excelente" y
"mala"?. ¿Cuántos dirán que son programas "muy buenos" o acaso
"buenos"?. Son conclusiones muy difíciles de prever, aunque más difícil
sería que resultaran asombrosas para la misma presidencia del ICRT.
¿Es posible concebir que el Noticiero se convierta en un espacio donde
se dé información aceptablemente seria sobre lo que ocurre en el país y
en el mundo?. ¿Es concebible que en la Mesa Redonda exista un verdadero
debate informativo y de opiniones de periodistas y especialistas en
busca de una verdad que no sea propaganda brutal y repetitiva?. Sería
inocente pedir que cambie la esencia del sistema informativo de la
televisión, diseñado para que la mentalidad del público no cambie
gracias a una paralizante saturación propagandística del partido único.
Y esa saturación propagandística no puede desaparecer sin que cambie la
esencia misma del gobierno. De modo que la nueva encuesta televisiva,
como los "debates populares" sobre los lineamientos del Partido
Comunista y tantas otras "consultas" sobre la opinión del pueblo, debe
ser más de lo mismo: una mirada del poder a través del "microscopio que
tenemos", según decía Fidel Castro. Un sondeo para saber qué pretenden
opinar los pequeños seres bajo la lente y hacer más eficiente el control
de lo que nunca debe cambiar, la maquinaria. Y, claro está, su Gran Timonel.
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