Martes, Noviembre 29, 2011 | Por León Padrón Azcuy
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – Conseguir una receta
médica que autorice la compra de espejuelos para leer, contradice la
propaganda de los medios de difusión respecto al sistema de salud cubano.
Recientemente perdí mis lentes, e inútilmente acudí a tres de las más
importantes ópticas de la capital. Comprobé de inmediato que no iba a
ser sencillo adquirir otros espejuelos graduados. Todo lo contrario,
sumamente complicado, como complicada es la vida de cada cubano, víctima
del enredo burocrático, presente en todas las entidades estatales.
En los establecimientos oftálmicos de J y 23, 12 y 23 y Línea y 6, en
el Vedado, no se pueden obtener espejuelos graduados + 2,50 sin la
autorización del médico. Pensé ver a un oftalmólogo amigo, retirado,
pero que tal vez podría resolverme el problema, o recomendarme algún
colega en activo. Ninguna opción funcionó. Las recetas llevan tres cuños
con los que el oftalmólogo retirado no cuenta, y la optometrista del
hospital Fajardo, que él me recomendó, no pudo atenderme por la cantidad
de personas que allí había.
Finalmente, fui a parar al consultorio médico de la calle 25 y B,
también en el Vedado, donde la doctora de la familia me dio una remisión
para la policlínica Moncada, en la calle 23, donde me comunicaron que
las mediciones de los ojos se hacían en la policlínica de La Rampa, en
17 y J, o en 18 y 15. En el primer caso me podrían hacer la solicitud
por teléfono; en el segundo debía presentarme en el lugar
personalmente. Escogí La Rampa y me dieron un turno para el lunes 21 de
noviembre.
Ocho días después, me presente en el departamento de trastornos
refractarios de este centro de salud, donde fui atendido por una
optometrista. Las sorpresas estaban reservadas para el final de la
mañana. La primera fue que en el momento de medirme la vista, descubrí
que ya no uso un +2,50; la otra fue que después de obtener la receta de
mi nueva graduación para presentarla en la óptica tendré que esperar
sesenta días para recoger las gafas, que debo pagar por adelantado.
Así andan las cosas por la isla; afortunadamente nos queda el noticiero
de televisión, ese lugar donde siempre podemos refugiarnos porque allí
todo marcha a pedir de boca. No hace falta más que poner la televisión
para ver en cualquier edición lo bien que anda todo en Cuba, y los
logros del ejército de 65 mil médicos cubanos, desperdigados por la
geografía de América Latina y el mundo que, entre otras proezas, le han
devuelto la vista a muchos ciegos de esos afortunados "países amigos",
para poner bien alto los logros de nuestro excelente sistema de salud
pública.
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