Monday, September 26, 2011 | Por Osmar Laffita Rojas
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – El proyecto de una
sociedad igualitaria que tanto sirvió a los dictadores cubanos para
engañar al pueblo, a todas luces llega a su fin. Entre muchas otras
cosas, el acceso a opciones de entretenimiento prueba el enunciado anterior.
En el verano recién concluido, una de las pocas opciones vacacionales de
los cubanos fue bañarse en las aguas costeras, o en ríos y embalses con
poco volumen debido a la sequía.
Los que reservaron en el campismo popular se arrepintieron de esa
decisión, porque todo fue incomodidad: habitaciones calurosas, mala
comida, venta de alimentos en dólares, enjambres de mosquitos. Solamente
para los poquísimos que tienen dinero suficiente, o familiares en el
extranjero que los invitaran, el verano fue mejor; pudieron vacacionar
en los hoteles de Varadero y otros centros turísticos.
Con los círculos sociales obreros -los antiguos clubs sociales privados
intervenidos por el gobierno en la década de los 60 y transferidos a los
sindicatos "para disfrute de los trabajadores"- apenas se puede contar.
En la actualidad son lugares ruinosos, con playas y piscinas
abandonadas, sucias, y donde apenas se encuentra que comer. Además,
debido a la agresividad de muchos de los que allí acuden y las
frecuentes riñas y explosiones de violencia, las familias que no quieren
buscarse problemas, prefieren no frecuentarlos.
El Círculo Social Obrero Marcelo Salado, perteneciente al sindicato de
la Industria Ligera, estuvo cerrado 11 meses. El Jorge Sánchez Villar,
del sindicato agropecuario, lleva varios años sin funcionar. Muchos de
estos círculos obreros fueron cerrados porque sus directivos incurrieron
en malos manejos de los recursos, pero los sindicatos y la Central de
Trabajadores de Cuba (CTC) organizaciones sindicales, no hacen nada por
re abrirlos.
Como insultante contraste, muy cerca de estas instalaciones de estos
dilapidados Círculos Sociales Obreros, se levanta el Club Habana,
enclave de riqueza y buen gusto al que sólo tienen acceso empresarios y
diplomáticos extranjeros, que abonan una cuota de inscripción de 1.500
dólares, equivalentes a más de cuatro años de salario de un profesional
cubano.
Los cubanos que tienen con qué, sean ministros, ejecutivos de empresas,
cuentapropistas, intermediarios y no pocos con fortunas de origen
dudoso, depositan en el bolsillo del portero un sobre con 60 dólares,
para acceder al lugar.
Es evidente que los cubanos cada día somos menos iguales y ya ni se
cuidan las apariencias.
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