Thursday, April 28, 2011 | Por Adolfo Pablo Borraza
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) – Desde que Raúl Castro
autorizara con bombos y platillos la iniciativa privada, muchos son los
cubanos que han corrido a las oficinas del Ministerio de Trabajo a
solicitar las licencias pertinentes para abrir cafeterías, restaurantes
o cualquier pequeño negocio que los ayude a enfrentar, o a prepararse
para, los inminentes despidos masivos, que elevarán el índice de
desempleo a la estratósfera.
El pasado 25 de abril, el Noticiero Nacional de Televisión, en su
emisión de la 1 de la tarde, se refirió en uno de sus segmentos a los
avances de la actividad privada, que la gente llama comúnmente
"cuentapropismo".
Según el informativo, se han solicitado ya 187 mil licencias para abrir
nuevos negocios o trabajar por cuenta propia. Entre las más solicitadas
están las relacionadas con elaboración y venta de comidas rápidas,
reparación de calzado y venta de bisutería.
Jorge, un zapatero remendón habanero que ofrece sus servicios en la
calle Ayestarán, en el barrio del Cerro, me dijo: "A mí no me va tan
mal, tengo clientela y todos los días gano alrededor de 80 o 90 pesos
(unos 3.50 dólares)". Pero se queja de que tiene que comprar en el
mercado negro los productos que necesita para realizar su labor, ya que
"no hay una tienda mayorista donde uno pueda abastecerse de lo que haga
falta".
Un matrimonio que abrió un timbiriche de comidas ligeras en Centro
Habana explica: "Nos ilusionamos con la idea de un negocio privado y
como mi esposo quedó cesante, probamos suerte con una cafetería, pero no
nos ha ido bien, al punto que vamos a entregar la licencia porque no
podemos seguir pagando el impuesto".
Entre tanto, las calles de la Habana se han convertido en un gigantesco
bazar donde se venden por todas partes artículos artesanales, ropa y
todo tipo de cosas; algo bien recibido por la población. Aunque el
gobierno ha prohibido a los particulares la venta de ropa traída del
extranjero, se pueden encontrar en casi todos los negocitos privados
confecciones de marcas reconocidas, a precios más bajos que los que se
ven en las tiendas recaudadoras de divisas del Estado.
De igual manera, el Estado ha restringido la concentración de propiedad
en manos de las personas para evitar el enriquecimiento individual; algo
que choca con los planes para prosperar de Ramón, un chofer de bici taxi
que pretende adquirir más de uno para rentarlos a otros que los trabajen.
"No se logra nada cuando atas la iniciativa, si yo les pago el impuesto
por tres bici taxis, ¿Por qué no me dejan tener una cadena, o una
empresa de bici taxis? ¿No ganamos todos en el negocio?" –se pregunta el
soñador aspirante a capitalista.
Aunque es cierto que muchos han aprovechado la nueva apertura a la
iniciativa privada y les está yendo relativamente bien, a pesar de las
múltiples trabas y restricciones, también lo es que son numerosos los
que, luego de la euforia inicial, han devuelto sus licencias al Estado
ante la imposibilidad de que sus negocios sean rentables, debido a la
aplastante burocracia, los leoninos impuestos y costos de las licencias
y la falta de un mercado mayorista donde adquirir los suministros
necesarios a precios que dejen un margen para obtener ganancias; que es
en definitiva el objetivo primordial de cualquier empresa.
"En lo que va de año se han devuelto miles de licencias" –me dijo, bajo
condición de anonimato, un funcionario del Ministerio de Trabajo, en
Centro Habana. "No tengo acceso a las estadísticas, de ahí que no te
pueda dar la cifra exacta, pero te aseguro que son muchas".
Parece que los del Noticiero tampoco tienen esa cifra, al menos no la
divulgaron.
"No hay dinero, la gente en la calle compra solamente lo imprescindible,
con tantos despidos y tanta incertidumbre respecto al tema de la
actividad privada, la gente lo está pensando dos veces antes de abrir
cualquier negocito. Aunque tengo amigos que han acondicionado las salas
de sus casas para poner una cafetería y les ha salido relativamente
bien, hay otros muchos que se arrepienten de haberlo hecho" –expresa
Dimas López, junto a un negocio de artesanía en la calle 42.
Como en la década de los noventa, los cuentapropistas surgen por todo el
país. Esta vez cuentan con la "garantía" de Raúl Castro, que prometió
eliminar a los que intenten sabotear o frenar su labor.
Por el momento se avanza a paso de tortuga, la incertidumbre, las
carencias, las necesidades, los impuestos y la burocracia ponen freno a
la "actualización del modelo económico socialista cubano". Son muchos
los que piensan que esta rudimentaria, tímida y agobiada actividad
privada no será capaz de absorber al millón y medio de trabajadores que
el gobierno ya ha comenzado a dejar sin empleo. Otros son optimistas.
Está por ver quienes tienen la razón.
Al pensar en la "nueva actividad privada", viene a mi mente un viejo
refrán: No todo lo que brilla es oro.
http://www.cubanet.org/articulos/no-todo-lo-que-brilla-es-oro/
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