José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Entre los extranjeros que hoy
se autocalifican "amigos de Cuba", ninguno quizá resulta más anodino
(cuando no abiertamente repulsivo) para los cubanos de a pie que Miguel
Ángel Moratinos, el canciller español. A él no debe importarle, pues,
posiblemente se conforme con el afecto del régimen. Lo curioso es que
éste también ha demostrado considerarlo un personaje anodino y aun
repulsivo.
Con la enorme cantidad de problemas que ahora mismo tiene ante sí el
gobierno de España, y con la seriedad con que al parecer se dedica a
enfrentarlos, es desconcertante ver a su Ministro de Asuntos
Exteriores, nadie menos, perdiendo el tiempo, ridícula e inútilmente, en
el afán de apuntalar a una dictadura obsoleta y en total bancarrota, que
es como intentar sacarle manteca a un ladrillo.
Lo peripatético no es tanto lo que hace como la insistencia con que
suele hacerlo. Ahora vuelve una vez más a la Isla, dice que para apoyar
las gestiones emprendidas por la iglesia cubana en busca de mejorías
para los presos políticos.
En verdad, es difícil hacerse una idea sobre el tipo de ayuda que esté
planeando ofrecer luego de no haber brindado la que pudo y debía cuando,
hace apenas unos días, el preso político Ariel Sigler Amaya, moribundo
por causa de los maltratos recibidos entre las mazmorras del régimen, se
desgaznató pidiendo ser acogido por algún país que le prestase atención
médica.
Pero, sobre todo, cuesta aceptar que a Moratinos le interese realmente
apoyar a nuestros presos políticos (cuyas posibilidades de seguir con
vida, en muchos casos, depende de su liberación inmediata), al oírle
decir, como ha dicho a propósito de esta nueva visita turística a la
Isla, que hay que respetar "el ritmo" que los caciques le están
imprimiendo a lo que él llama "sus procesos de reforma".
Evidentemente no entiende, o no le importa entender la realidad cubana.
Y de ser así, no queda otro remedio que interpretar su empeño por
aparecer en la foto de los dialogantes, o bien como una actitud de
compromiso (de oscura naturaleza) con nuestra dictadura, o como vocación
innata de bufón de mojiganga.
Ya sabemos que en el mundo, para que sea mundo, tiene que haber de todo.
Pero no todo lo peor debiera tocarnos a nosotros. ¿Acaso no nos sobra
con lo nuestro?
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