EL MIEDO Y EL PODER

EL MIEDO Y EL PODER
2009-10-04. Misceláneas de Cuba, Revista de Asignaturas Cubanas, No. 3,
Año V, JULIO - SEPTIEMBRE 2009
José Alberto Álvarez Bravo, Periodista Independiente

(www.miscelaneasdecuba.net).- Un cubano digno, -de esos que nos permiten
enorgullecernos de nuestra nacionalidad- me ha solicitado "un artículo
exclusivo para ser publicado en el número en gestación" de la revista
que dirige: Misceláneas de Cuba. Además de inédito, el artículo en
cuestión precisa de otras características: "que trate sobre Cuba, y sea
de actualidad".

Por actualidad solemos entender lo que está ocurriendo en este momento,
lo que esté asociado al presente, lo novedoso. A pesar de que ni el
miedo ni el poder tienen nada de nuevos, espero que la revista me acepte
el tema, basado en que estos tópicos tienen plena vigencia en la
actualidad cubana.

El miedo ha sido, desde tiempos inmemoriales, el más fiel compañero del
hombre, en su inútil viaje a ningún destino. La nación cubana –una de
las más jóvenes a nivel planetario- no ha sido exceptuada de vivir con
ese ingrediente bajo la piel, aun cuando nuestros padres fundadores
debieran soñar una nación despojada de sus secuelas, a resultas de un
sistema educativo que lo iría privando de su caldo de cultivo: la
ignorancia.

El alter ego del miedo es el poder. Uno y otro se complementan. Se
necesitan como el ojo y la luz. El miedo nació con el hombre; el poder,
con la gens.

El miedo nacional cubano no nació con la república; el poder
institucional sí.

Nuestro primer medio siglo de vida republicana discurrió sin demasiados
sobresaltos, con algunos jalones de incertidumbre como para impedirle
anidar a la monotonía. Como "la otra cara de la moneda" se pudiera
evaluar la segunda mitad del siglo XX cubano.

Un compatriota de extracción humilde, pletórico de ambición y capacidad
política, inauguró la segunda mitad de centuria con un golpe de estado
al último gobierno constitucional y democrático de nuestra etapa
republicana.

Dieciséis meses después del incruento golpe, otro compatriota,
disfrazando de amor patrio su enfermiza ambición de poder, dirigió
sendos ataques armados a dos bastiones militares, únicos actos de
desatada violencia anteriores al asalto al Palacio Presidencial.

Este mismo individuo, obsedido por disputarle a su coterráneo el espurio
poder que detentaba, promovió la subversión y la violencia armada, con
un alto costo en luto y sangre.

Diversos factores, entre ellos la traición de los altos mandos militares
al sátrapa de Kuquine, permitieron la defenestración de éste, dejando la
isla en manos de quien veía al fin coronado su perenne sueño de poseerla
para siempre.

Fidel Castro Ruz sabía del único camino posible a la perpetuidad del
poder: el miedo.

Y el "terror revolucionario" se enseñoreó sobre nuestra risueña isla. No
quedó un solo rincón sin el cruento riego de quienes no aceptaron la
impostura "libertaria". Un engendro luciferino -conocido como Tribunal
Revolucionario, TR 1- se encargó de colocar, a plomo y fuego, la piedra
angular del muro de terror en que quedó encerrada la nación cubana.

Aun cuando no se mencione con suficiente asiduidad, el miedo no es
exclusivo de los gobernados. Los gobernantes tienen mucho más que
perder, mientras el pueblo atesora solamente dos caudales: cadenas y miedo.

Y el agotamiento por tan prolongado acarreo de estos gravosos fardos ya
se hace patente, incrementando el pavor de los poderosos, quienes no
olvidan las palabras de Fidel en La Historia me absolverá: "los pueblos
se cansan".

Una aurora de libertad comienza a mostrar sus rosáceos dedos, y una
nación nueva, en la que el miedo y el poder dejarán de ser sinónimos, se
vislumbra sobre las ruinas de casi seis décadas de imposiciones
dictatoriales.

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Nota: El artículo anterior fue publicado en la sección Exclusiva del No.
3, Año V, Julio - Septiembre 2009, de Misceláneas de Cuba, Revista de
Asignaturas Cubanas.

EL MIEDO Y EL PODER - Misceláneas de Cuba (4 October 2009)
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