Muerto, ciego, calabaza…
El último gran 'número ocho' a los cubanos se lo hicieron en el Consejo
de Derechos Humanos de la ONU.
Alberto Méndez Castelló, Las Tunas | 25/05/2009
María Esther Reus, ministra de Justicia, durante el examen de Cuba en el
Consejo de Derechos Humanos, en Ginebra, el 3 de marzo de 2009. (AP)
María Esther Reus, ministra de Justicia, durante el examen de Cuba en el
Consejo de Derechos Humanos, en Ginebra, el 3 de marzo de 2009. (AP)
Un número ocho, una trastada. Así califican la mala rumia de soplones y
policías fabricando evidencias para conseguir encerrar o deshacerse de
alguien. Si escucha que fulano o mengano desapareció de escena, o lo
metieron en chirona por un número 8, no lo dude, fueron de patitas a la
calle o emparedados entre rejas, por el abuso de autoridad,
prevaricación, perjurio, simulación de delito, o mala leche de alguien,
casi siempre muy poderoso.
Pero que en Cuba a usted le jodan la vida, no siempre es resultado del
obrar de un policía perverso, aupado por una jueza o un juez
ineficiente. En Cuba, los números ocho grandes caen de muy alto, y
aplastan a cualquiera, menos a uno o dos. Fuera de operaciones
encubiertas, donde se dice que cayeron comandantes, generales y
ministros, los números ocho le caen a los cubanos de a pie en forma de
leyes, decretos-leyes y requerimientos leguleyos.
En la charada, el ocho significa muerto, ciego, calabaza y mala mujer. Y
conocedores del folclor, los legisladores concibieron el cuerpo legal
con alevosía manifiesta. Tal es el caso del artículo ocho del código
penal, que se refiere a "toda acción o omisión socialmente peligrosa
prohibida por la ley bajo conminación de sanción penal". Los apartados
dos y tres del anterior concepto de delito exoneran a tan pocos y hace
convictos a tantos, que por mera razón de humanidad no vale la pena
clarificarlos.
Para desbordar la copa de los chistes amargos, la llamada Ley de
protección de la independencia nacional y la economía de Cuba, la
tristísima Ley Mordaza de la Primavera Negra, es la ley 88.
Pero el último gran número ocho a los cubanos no se lo hicieron en Cuba,
sino en Naciones Unidas, el pasado 12 de mayo, con la reelección de La
Habana por otros tres años en el Consejo de Derechos Humanos. Según dijo
a CUBAENCUENTRO.com Elizardo Sánchez Santacruz, que preside la Comisión
Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, "es un disparate,
una anomalía de gran calado que muestra la naturaleza del Consejo de
Derechos Humanos (CDH) y encuentra entre sus miembros a gobiernos asesinos".
Por su parte, Reinaldo Labrada Peña, del Grupo de los 75, que por la ley
88 cumplió seis años de cárcel y para calmar la sed en prisión tuvo que
filtrar aguas negras, opinó que se trata de "una afrenta para el CDH
reelegir al gobierno cubano entre sus miembros. La ONU y el gobierno
cubano lo que debían es distribuir y hacer cumplir en Cuba los treinta
artículos de la Declaración Universal", agregó Labrada.
Para Melba Santana Ariz, esposa del prisionero de conciencia Alfredo
Domínguez Batista, "el hecho de reelegir a Cuba en el Consejo de
Derechos Humanos poco significa, mientras el gobierno cubano no cumpla
con los pactos internacionales que implementan la Declaración Universal
de Derechos Humanos".
Por lo pronto, y mientras los organismos internacionales amamanten al
gobierno de la Isla, poca o ninguna seguridad tendrán quienes levanten
sus voces o escriban páginas como estas. Siempre un número 8 nos estará
acechando.
Muerto, ciego, calabaza… - Artículos - Cuba - cubaencuentro.com (26 May
2009)
http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/muerto-ciego-calabaza-180525
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