Hora de cambios
MIRIAM LEIVA
La Habana -- El general Raúl Castro declaró en Brasil que estaría
dispuesto a intercambiar gestos con el gobierno de Estados Unidos,
mediante la liberación de los 75 prisioneros de conciencia encarcelados
durante la gran represión de marzo del 2003, incluso ''enviarlos para
allá con todo su familia'', a cambio de los cinco cubanos y
cubanoamericanos condenados en ese país.
Quisiéramos encontrar buena fe en las palabras del Presidente. Sin
embargo, la liberación de esos prisioneros de conciencia debería ser
parte de los cambios por él prometidos al pueblo cubano, y no cumplidos
hasta ahora. Los 75 fueron juzgados sin garantías procesales en juicios
sumarísimos, sobre la base de mentiras; sus apelaciones se respondieron
inmediatamente para confirmar las sentencias y no se ha aceptado
revisión de causa. Ellos alertaban sobre problemas existentes en nuestra
Patria, muchos de los cuales han sido reconocidos por Raúl Castro en los
últimos dos años. Por tanto, mantenerlos en prisión es aún más injusto
ahora. La mayoría de ellos apoyaba el Proyecto Varela basado en la
Constitución vigente en Cuba.
En cuanto a los cinco prisioneros en Estados Unidos, han contado con
juicios y audiencias de apelaciones extendidas, e incluso han podido
llevar abogados desde Cuba, uno de ellos hermano de un acusado. No se
trata de situaciones iguales, pues actuaban allí por órdenes del
gobierno cubano. Comprendemos el dolor de sus familiares, muy en
especial sus madres, sobre todo porque pasamos grandes vicisitudes para
visitar a nuestros presos, y nuestras familias han estado condenadas y
sometidas a tortura psicológica muy intensa. No obstante, los 75 no han
tenido posibilidad de encontrarse con madres y padres ancianos debido a
la lejanía de las prisiones durante varios años; ni con amigos llegados
de cualquier parte del mundo como pueden hacer los cinco, ni siquiera
aquellos cubanos residentes en sus pueblos. Tampoco tienen internet ni
otros medios de comunicación y entretenimiento. Si se publican sus
opiniones sufren represalias, mientras los cinco pueden hasta hablar por
la televisión y la radio cubanas y publicar en cualquier parte del
mundo, incluso libros de caricaturas mofándose del presidente Bush.
No sólo los 55 que permanecen en inhumanas condiciones de prisión tienen
que ser liberados, sino que los 9 que están en Cuba con licencia
extrapenal por serias enfermedades no pueden ser regresados a prisión,
amenaza que pende sobre ellos a pesar de saber las autoridades que de
ser puestos en las anteriores condiciones sus males crónicos resurgirían
inmediatamente.
El gobierno de Cuba ha utilizado la salida del país de los prisioneros y
sus familiares, como ahora hace el Presidente en cuanto a un supuesto
gesto, según sus intereses internacionales, no con apego a la justicia y
el respeto de los derechos humanos. Para quien está padeciendo los
rigores de una prisión, indudablemente la excarcelación y un eventual
viaje al exterior para liberar a su familia de los sufrimientos, la
represión y la discriminación cotidianos, crean una dura disyuntiva.
Por otra parte, en Estados Unidos el sistema judicial es independiente,
y se respetan las instancias y los derechos de los acusados. No es el
caso de Cuba, donde el poder determina las sentencias, y en casos
complicados se pretexta la seguridad nacional y la amenaza externa. Nada
más ajeno al caso de los 75. Aquella Primavera Negra fue un plan macabro
para reafirmar el miedo sobre el cual se ha basado el totalitarismo. Los
desmesurados operativos de la policía en uniforme y la Seguridad del
Estado buscaban decir al ciudadano común que eso podía sucederse, si
osaba continuar expresando sus opiniones a través del Proyecto Varela o
simplemente como ser social. Fue calculado para que permaneciera como
una cuestión interna para manejar al antojo, pues se hizo coincidir con
el inicio de la invasión a Irak, pensando que la opinión pública
internacional no tomaría en cuenta lo sucedido en Cuba. Al parecer
tampoco fue casualidad que 15 por 5 sea igual a 75.
Más que una causa de confrontación con la administración Obama que aún
no ha tomado posesión, aspiramos a que el sentido común prime en estos
tiempos en Cuba, de manera que puedan darse pasos realistas
favorecedores del inicio de la normalización paulatina de las relaciones
con Estados Unidos.
Esperamos que los prisioneros de conciencia y políticos pacíficos sean
liberados y puedan contribuir a la reconciliación entre todos los
cubanos, de adentro y de afuera del archipiélago, pero sobre la base de
la justicia. No es tiempo de pretextos ni de volver a cerrar el dominó
por caprichos.
Periodista independiente cubana.
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