Friday, December 26, 2008

El balance de la Revolución : pocos logros a un costo demasiado alto

Posted on Tuesday, 12.23.08
El balance de la Revolución : pocos logros a un costo demasiado alto
By JORGE A. SANGUINETTY
Especial para El Nuevo Herald

Uno de los temas más controvertidos sobre la revolución cubana ha sido
el de sus supuestos ''logros''. Mucho se puede discutir sobre el balance
de lo positivo y lo negativo de estos 50 años de dominio castrista, pero
no hay un método universalmente aceptado para evaluar objetivamente las
ventajas y las desventajas colectivas de un proceso como el que comenzó
en Cuba en 1959.

Solamente cada persona puede evaluar lo que ganó y lo que perdió con la
revolución. Los mecanismos de una sociedad democrática son los únicos
que permiten que la libre expresión de sus ciudadanos muestre si los que
ganaron son más que los que perdieron, o viceversa, o si las nuevas
generaciones están satisfechas o no con las condiciones económicas y
sociales que han heredado del pasado. Pero cuando no existen mecanismos
de libre expresión de las preferencias ciudadanas, es necesario adaptar
un método indirecto e imperfecto de evaluación de las ventajas y
desventajas del proceso.

El caso cubano acarrea una carga emotiva tan grande que no sólo
dificulta el análisis de costos y beneficios, sino que también hace que
ningún intento analítico desapasionado sea aceptado universalmente.
Además, las limitaciones estadísticas, la falta de acceso independiente
a las fuentes de información y los grados de confianza de los datos
disponibles complican aún más el análisis.

Mi propia experiencia en el trabajo directo con las estadísticas cubanas
hasta 1966 fue suficiente para convencerme de que el gobierno no
permitía que sus funcionarios supieran la realidad de lo que ocurría en
los diversos sectores del país, comenzando por la economía en su
conjunto. Las declaraciones de funcionarios cubanos que han ido saliendo
del país desde entonces indican que esta condición no sólo ha persistido
sino que ha empeorado.

De todas maneras, voy a presentar una síntesis de mi propia visión de
este proceso, con la esperanza de elevar el nivel de comprensión que
existe sobre el tema de los logros.

Ningún análisis de logros es completo si no se menciona cómo se
alcanzaron. Todo logro viene acompañado de un costo. En realidad, lo que
queremos saber es si el logro o beneficio se obtuvo a un costo
razonable, si el esfuerzo valió la pena o no, si hubo una ganancia o
beneficio neto. En este artículo me concentro en lo que algunos
consideran las áreas en que la revolución alcanzó sus logros más
importantes, el sector social.

De hecho, el mayor fracaso de la revolución cubana está en la
destrucción paulatina de la economía del país y el aparente descenso del
nivel de consumo y de vida de los cubanos. Por eso muchos buscan logros
para encontrar alguna justificación en un proceso cuyo costo total es
sencillamente inmesurable. Pero aun en este sector, ¿qué podemos decir
de lo que lograron los cubanos en educación, salud, deportes y cultura?
¿Cómo se alcanzaron esos logros?

Aún cuando las estadísticas oficiales de Cuba no sean confiables, todo
parece indicar que la cobertura de la educación primaria, secundaria y
universitaria creció significativamente con la revolución,
independientemente de cuáles eran sus motivaciones. La tasa de matrícula
primaria alcanzó prácticamente el 100 por ciento, mientras que la tasa
combinada de los tres niveles llegó al 63 por ciento, lo que es
congruente con una proporción de gasto educativo del nueve por ciento
del Producto Interno Bruto (PIB) estimado para Cuba.

O sea, no hay duda de que el gobierno aumentó el acceso de los cubanos a
alguna forma de educación. Además, ese acceso ha sido subsidiado por el
Estado, de manera que para el individuo, la educación parece gratuita
aunque no lo sea para la sociedad. Sin embargo, no hay una base sólida
para afirmar si la calidad de cada forma de educación mejoró o empeoró.
En estos 50 años el currículo educativo ha estado determinado por el
gobierno, que mantiene un monopolio en todas las formas de la educación.
No hay discusiones públicas sobre la política educativa y el currículo
en cualquier nivel está impregnado de elementos ideológicos y políticos,
cuya enseñanza es obligatoria. En este aspecto, muchos opinan que en
lugar de logros en la calidad de la educación ha habido retrocesos.

Por otra parte, unas encuestas comparativas internacionales sobre el
rendimiento académico indican que los estudiantes de primaria incluidos
en las muestras cubanas obtuvieron mejores calificaciones en varias
asignaturas que los de otros países. Esto se pudiera señalar como una
posibilidad de logro cualitativo aunque no se puede evaluar hasta qué
punto los resultados representan a la población escolar total.

También hay que señalar que de acuerdo a informaciones traídas desde la
isla por maestros exilados recientemente, la calidad de la educación se
ha deteriorado significativamente desde el comienzo del milenio. La
mayor parte de los observadores atribuyen este fenómeno al envío de
grandes contingentes de maestros a otros países, los cuales pagan por
sus servicios docentes al gobierno cubano.

Sobre la salud pública las informaciones disponibles indican que hubo un
gran aumento de la cobertura en los servicios de atención primaria y en
los servicios preventivos de la salud, todos igualmente subsidiados por
el Estado. Sin embargo, la evaluación del cuadro cualitativo es mucho
más difícil. Muchos especialistas afirman que los estándares de calidad
de los servicios de salud bajaron en términos generales para el país en
su conjunto, mientras que otros responden que aún si esto fuera cierto,
algunos servicios llegaron a lugares recónditos por primera vez y que,
por lo tanto, cualquier nivel de calidad podía considerarse aceptable.
También hubo mejoras cualitativas en cuanto a los programas masivos de
vacunación.

Pero la desaparición de la Unión Soviética reveló la enorme dependencia
económica y social que la revolución llegó a tener con ese país,
precisamente como resultado del deterioro de la economía cubana.

Hasta fines de la década de los 80, Cuba recibía cada año el equivalente
de miles de millones de dólares en subsidios que le permitían cubrir el
déficit productivo y financiero de su economía. El país gastaba más de
lo que producía y los soviéticos eran los que cubrían la diferencia para
mantener a flote la economía cubana. Al desaparecer estos subsidios, lo
que hace crisis en los años 1993 y 1994, la cobertura nominal de los
servicios de salud y de los programas educativos no sufrió grandes
reducciones, pero su calidad sí fue severamente disminuida para la
mayoría de la población, especialmente en los programas de salud. El
gasto educativo real parece haber caído en un 49 por ciento entre 1989 y
1995, mientras que el de salud descendía un 24 por ciento en el mismo
período.

La salud pública parece haber sido afectada también por las deficiencias
nutricionales que sufrieron muchos cubanos, la baja calidad del
suministro de agua potable y el deterioro de la salubridad en los
ambientes urbanos. Se hizo evidente que la economía socialista no
generaba los recursos necesarios para mantener los programas de
educación y de salud que tanto prestigio internacional le habían ganado
a la revolución cubana entre sus simpatizantes por algún tiempo. A pesar
de ello, las estadísticas disponibles indican una esperanza de vida para
los cubanos de 78.6 años --igual que la de Chile, superior a la de
Estados Unidos en 0.7, pero ligeramente inferior a la de Costa Rica con
78.8.

En materia de seguridad social el logro más importante consistió en
asegurarle un empleo o una pensión a todo trabajador, pero a un costo
insostenible para la economía. Como la revolución convirtió al Estado
cubano en el único empleador, a cada trabajador se le aseguró un puesto
de trabajo en alguna oficina, taller, fábrica o granja,
independientemente de su capacidad productiva.

Esta garantía laboral también hizo que las empresas, casi todas estales,
no pudieran manejar sus recursos humanos con los niveles de flexibilidad
y eficiencia necesarios para ser solventes. De hecho, las empresas
gastaban más de lo que ganaban y cuando se sumaban todas, el país
igualmente gastaba más de lo que producía y, por ende, necesitaba
préstamos o donaciones externas. Sin embargo, la ilusión de este
supuesto logro laboral se desvaneció con la desaparición de los
subsidios, al verse forzado el gobierno cubano a permitir el trabajo por
cuenta propia cuando se hizo ostensible que la economía cubana no podía
sostener tanto empleo artificial. Es por eso que Raúl Castro ha
prometido reformas salariales para mejorar la eficiencia productiva de
las empresas, aunque todo parece indicar que su hermano mayor no lo permite.

El déficit agregado de las empresas se sumó al gasto en salud y en
educación y, encima de todo, al gasto en pensiones que el Estado les
había garantizado a todos los que alcanzaban la edad de retiro. Aunque
el gasto del gobierno en seguridad social sólo pareció caer en un 10 por
ciento entre 1989-1995, la caída del poder adquisitivo del peso cubano
hizo que las pensiones reales fueran cada vez menores. Es así como la
pérdida de la cuantiosa ayuda soviética (era el trabajador soviético el
que la pagaba sin saberlo) dejó al descubierto estado precario de la
economía cubana, quebrando sus sistemas gratuitos de servicios de salud,
sus regímenes de pensiones, su aparente pleno empleo y su capacidad de
garantizar unos niveles mínimos de consumo para la población. Al
principio, los servicios de educación no sufrieron tanto como los de
salud, pues los primeros dependen esencialmente de la fuerza de trabajo
representada por el personal docente, mientras que los segundos exigen
una corriente continua y voluminosa de suministros importados.

Los logros en materia de deportes son más realistas y sostenibles porque
es fácil contar medallas o triunfos deportivos y obtenerlos requiere
muchos menos recursos que la educación o la salud. Basta que los
recursos se concentren en actividades seleccionadas. En materia cultural
es más difícil medir los logros, pero tampoco se requieren tantos
recursos y se puede notar una gran cantidad de actividades, aun cuando
las mismas no gocen de las libertades individuales existentes en casi
cualquier otro país del mundo. El hecho es que es mucho más barato
desarrollar una capacidad deportiva para lograr medallas en eventos
olímpicos internacionales, o una presencia cultural significativa que
desarrollar toda una economía, un sector educativo, uno de servicios de
salud o financiar todas las pensiones del país.

La desintegración soviética demostró que muchos de los "logros''
revolucionarios no eran sostenibles sin los subsidios soviéticos, los
que no han podido ser reemplazados con los subsidios de Venezuela. En un
futuro post castrista algunos de los programas podrán ser factibles,
especialmente los de educación primaria y secundaria, si la economía
cubana logra recuperarse y crecer rápidamente. Pero la cobertura actual
de una educación universitaria gratuita de alta calidad no se podrá
mantener, mientras que la cobertura de los programas de salud estará
seriamente condicionada por el progreso que se logre en la economía. Y
ningún problema será más árido que el financiamiento de las pensiones de
una población creciente de ciudadanos en edad de retiro. La tasa de
fertilidad de Cuba es una de las más bajas del mundo: 1.61 niños por
mujer, lo que indica que el volumen de población estaría comenzando a
reducirse y posiblemente se reduzca en pocas décadas. Esto hace que
crezca la proporción de personas en la tercera edad, o sea, las que ya
no participan en la fuerza de trabajo.

El legado económico de 50 años de Fidel Castro es una Cuba endeudada,
depauperada y productivamente postrada, con necesidades que se han ido
acumulando durante cinco décadas. El legado también incluye más cubanos
educados pero no sabemos cuán mejor educados, definitivamente no más
saludables, ni mejor alimentados, vestidos o alojados. Los mayores
beneficios de la revolución se concentran en unos pocos cubanos,
principalmente los miembros mejor colocados del gobierno y sus
familiares, mientras que los costos recaen en la mayoría de la
población, en los que se fueron del país, en los que lo subsidian y en
la descapitalización de la economía, especialmente su infraestructura.

Con la información disponible, aunque fragmentada, parece que ningún
otro país ex socialista comenzó su transición en condiciones tan
deplorables, con tantos ciudadanos viviendo prácticamente en la
indigencia regidos por un gobierno que sólo sabe pedir ayuda externa
mientras la economía continua descomponiéndose. Sólo el tesón y la
organización de los cubanos podrán poner al país en pie una vez más.

http://www.miamiherald.com/1321/v-fullstory/story/824758.html

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