Saturday, October 11, 2008

No hay peor ciego que el que no quiere ver

No hay peor ciego que el que no quiere ver

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Cuba es indudablemente el
mejor de los países posibles. Dirigentes y prensa critican todo lo que
ocurre en el mundo y emiten sentencias sobre cómo dirigir, organizar y
administrar. Tal parece que aquí todo marcha a la perfección, de manera
que de haber seguido sus sabias orientaciones, no existirían los graves
problemas que aquejan a la humanidad hoy, y que no pueden incidir
negativamente en este archipiélago suspendido en el tiempo y el espacio.

El canto de sirenas zumba en los oídos de los cubanos, que apagan
televisores y radios, y no leen los periódicos. Transcurrieron meses
de credulidad por las promesas del nuevo Presidente, se apagaron las
esperanzas y, para colmo, llegaron dos destructores huracanes. La
realidad cotidiana es cada día más dura, sobre todo en los lugares más
devastados. Los reportajes en la televisión muestran la recuperación de
los destrozos que nunca fueron mostrados en toda su dimensión, menciones
de adelantos en los arreglos para restituir la electricidad aún ausente
en muchos pueblos, y personas entusiastas que dicen confiar en que la
revolución le restituirá lo perdido. Algunos crédulos reales, quizás,
pero fundamentalmente gente que ante las cámaras no encuentran otra
opción o tienen la esperanza de ser recompensados por repetir los
bocadillos aprendidos.

Pero los cubanos no conocen realmente lo que sufren otros cubanos debido
a la información manipulada y por las dificultades para viajar de un
lugar a otro. No se trata sólo de las viviendas dañadas o totalmente
destruidas y las pobres pertenencias perdidas, sino de la vital
alimentación que es aún más escasa y hasta la forma para cocinarla y
preservarla. Sin dinero o con muy poco, sin posibilidades de hacer,
vender o comprar porque aumentan las prohibiciones, que siempre han sido
infinitas. Con las amenazas de los ciudadanos o turbas, llamadas
Brigadas de Respuesta Rápida, estimulados por el gobierno para impedir
el más mínimo asomo de protesta, no sólo dispuestos a acusar de
contrarrevolucionarios y mercenarios, sino con la posibilidad de usar
palos, piedras y otros objetos. Se iguala a las personas sin escrúpulos
que robaron las viviendas, tiendas y almacenes durante los ciclones, con
los ciudadanos que se expresan llevados a la desesperación por tantas
calamidades.

Este país modélico, que analiza y critica la crisis financiera
internacional, parece no tener autoridades conscientes de que sus
efectos se sienten en todo el mundo, y que Cuba, sometida a la crisis
económica, política y social llamada Período Especial desde hace 20
años, destruida por el autoritarismo y por las fuerzas de la naturaleza
la sentirá con terrible crudeza.

Triste destino de un pueblo al que se ha machacado durante decenios que
es más soberano e independiente que ningún otro. ¿Acaso lo era respecto
a la Unión Soviética? ¿Lo es hoy de Venezuela? Aquella desapareció con
todo su bloque y llegó la debacle económica a Cuba; la bolivariana puede
sufrir varias crisis, la mundial por la caída del precio del petróleo y
la interna del populismo chavista. Duele decir que tanto orgullo
proclamado esconda en realidad parasitismo, que poder absoluto en el
archipiélago signifique dependencia total. ¿Qué exportará La Habana?
Níquel con precios a la baja.


Pero no hace falta ayuda humanitaria para enfrentar la catástrofe
ocasionada por los huracanes, dice el gobierno. En el archipiélago
cubano la gente soporta hasta lo infinito, y si no que venga la
represión. Realmente es injusto y absurdo que los dirigentes cubanos
piensen de esa forma. La responsabilidad y el compromiso ante el pueblo
son tan enormes que la sensatez y la razón tienen que imponerse.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/oct08/10_C_5.html

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