Escrito por: Milo el 23 Jul 2008 - URL Permanente
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Las calles de la Habana son un gran museo: Los automóviles de los años
50 se mantienen vivos gracias a maromas mecánicas, la rica arquitectura
de las fachadas resisten el paso del tiempo con alguna que otra reforma,
autobuses que arrastran con el implacable tiempo alivian las largas
filas de cubanos que los esperan, pizarras que marcan la manutención de
las familias cubanas están clavadas en las pequeñas tiendas de
distribución. El tiempo se ha detenido en la isla.
Todo este museo convive con la opulencia turista: llevan los autos de
este siglo, se sientan a tomar una copa en las plazas más
representativas, ven a La Habana desde lo alto del cuarto de la
habitación de hotel, se gasta, se compra, te venden espectáculos de
música cubana, una recreación de cañonazos, que si bongo, que las
maracas, que los mejores mojitos, un puro, un ron, una excursión... todo
parece un DisneyWorld cubano. La verdad es que lo tienen bien montado
eso de la explotación turística. Esto se vive en ocho días. Muy poco
para profundizar en la realidad cubana, pero suficiente para llevarte
impresiones.
Mientras paseas o te tomas una foto se te arrima una señora o un
muchacho pidiéndote un jabón, crema de dientes o algo que sobre del
hotel. Te dicen que las cosas no alcanzan y sólo queda pedir. Cualquier
cosa que regales les vale, les alegra y te lo agradecen. Dada mi
condición de colombiano me resultaba familiar la economía del rebusque,
en la que la labia, la astucia, el ingenio, la gracia, toda la
imaginación y malicia que el ser humano saca a flote en situaciones de
necesidad hacia presencia. Según los propios guías te puede pasar que
alguien se convierta en tu amigo del alma y quiera cambiarte el dinero
extranjero por pesos cubanos, para que todo te salga más barato. La
cuestión es que los turistas no pueden usar el peso cubano y te quedas
sin dinero y sin amigo porque nunca los vuelves a ver. Te pueden vender
puros hechos con hojas de plátano y por eso siempre aconsejan comprarlos
en los lugares oficiales. Te pueden emborrachar y aparecer sin nada en
la cartera, esto lo vi con mis propios ojos en la discoteca del hotel,
la víctima era una inglesa desfasada y borracha. Los taxistas intentan
cobrar más y existen los que te buscan el taxi, a cambio de propina,
como en Colombia. Hay taxis piratas, habanos piratas y hasta ron pirata.
Muchas de las cosas prohibidas en la isla se realizan bajo cuerda, como
comprar casas y vender autos así que los trueques están a la orden del
día. Uno me ofreció cambiar una escultura de madera por alguna camiseta,
yo me lo pensé, pero ninguna de mis camisetas valía tanto como su trabajo.
Las historias imposibles también ocurren en la isla. Un camarero me
contó una anécdota en la que una pizzería, en época de racionamiento,
ponía condones aderezados con sal y limón sustituyendo así al queso; o
la historia de un señor que vendía fritanga apanada con harina en un
pueblo, y al que le vendieron veneno en lugar de harina. Casi mata a
medio pueblo. "Si no es por que somos una potencia en medicina…habrían
muerto mas de cien personas". Me decía un viejito con guitarra.
Aprovechados y estafadores hay en todas partes, pero lo que digo es que
en estas situaciones sociales se agudiza más. Al igual que en Colombia,
pero sin la devaluación de la vida que existe en la tierra donde nací.
Pero ojo, tengo que decir que la inmensa mayoría de las personas son muy
amables, honrados y muy cultos, y no pretenden sacarte dinero a la
primera de cambio. Conocen y aman su historia, y muchos viven
convencidos que mejor no se puede vivir. Pobres pero felices. En parte
tienen razón.
El turismo es la principal herramienta para sobrevivir que le ha quedado
a la isla, Los turistas proceden principalmente de Canadá, Inglaterra y
España. La gran mayoría van a lo que van, a pasarlo bien haciendo uso de
los paquetes turísticos antes mencionados. Yo, que he sido pobre, tengo
debilidad por los que tienen menos que yo, así que muchas veces me
alejaba del grupo (compañeros de la universidad, todos españoles) para
saciar la curiosidad y un poco la conciencia, y me ponía a hablar con
los que nos recibían en cada parada de los paseos turísticos. Con
decirles que era colombiano se soltaban mucho más. Hablábamos de los
sueldos que tenían, y la conclusión era que los que trabajan de cara al
turista vivían mejor por las propinas; me comentaban las finales de
basketball y béisbol que se disputaban y salía el tema de los
deportistas que iban a competir fuera de la isla, que muchos eran
tentados por el dinero que les ofrecían para que compitieran y ya nunca
volvían. Muchos me manifestaron el sin sentido de la lucha armada de la
guerrilla colombiana. Me comentaron el boicot norteamericanos hacia los
productos cubanos desde el ron "Habana Club" hasta los puros y el tema
de los que balseros, los cuales obtienen ciudadanía americana en cuanto
pisan las playas de Miami.
La educación desde la guardería hasta la universidad es totalmente
gratis, al igual que la salud. Yo me pregunto cómo un país pobre como
Cuba tiene garantizada la educación y la sanidad de sus ciudadanos. EEUU
y muchos países del primer mundo tienen mucho que decir al respecto. Ya
no hablemos de Colombia en la que la salud y la educación de calidad se
paga, y mucho. Y algo que se le critica en este sentido a Cuba es que
sus graduados universitarios no puedan salir de la isla sin antes haber
pagado la universidad con un mínimo de dos años de trabajo. Esto se lo
dije a nuestro guía, un arquitecto, y su respuesta me convenció: "¿acaso
te parece justo que después de que Cuba le dé una formación
universitaria gratuita se vaya sin más?" A diferencia del resto de
países latinoamericanos no hay desnutrición infantil, tienen garantizada
la manutención, no existen tampoco los niños de la calle, los "gamines".
Es impensable en la isla.
Muchos paisajes me recordaban a Colombia y me daba algo de nostalgia
saber que a diferencia de Cuba, en Colombia es sumamente difícil, por no
decir arriesgado, embarcarse a conocer sus paisajes, internarse en la
montaña, visitar pueblos perdidos y recorrer parajes naturales sin
preocupaciones de guerrilla ni ninguna historia parecida.
En la Habana la seguridad hacia presencia prácticamente en cada esquina
con un policía. Me comentaron que hay tres tipos de policías: los "H"
los "HP" y los "HP al cubo" En uno de nuestros recorridos pasamos por la
supuesta casa de Fidel Castro, si en realidad era esa, el hombre vive
casi como un cubano más, solo que bien custodiado. No existen las
mansiones que uno puede pensar que tiene.
Respecto al tema de la prostitución y las famosas jineteras la verdad es
que en los sitios que me moví yo no vi nada. Luego en Varadero si me
comentaron algunos españoles que fueron a discotecas que había muchas
que se les insinuaron. A mí no me consta, pero no me extraña que haya,
porque prostitutas siempre ha habido y habrá en todas partes.
Varadero es la máxima expresión del paraíso turístico, el turista allá
hace y deshace en funcíon de su billetera. Es tal el impacto que ha
tenido en la isla el turismo que ir a bailar música tradicional cubana
es bastante difícil, porque la gran mayoría de discotecas se han
europeizado y te ponen la misma música que cualquier discoteca europea.
Entramos a una disco en Varadero que parecía Sodoma y Gomorra: turistas
borrachos por todos lados, bailando Reguetton, Rock, House acompañados
de cubanos y mucho desmadre.
Una de las cosas que me llamó la atención en la isla es la ausencia de
publicidad, el único cartel de publicidad que vi estaba escrito en una
pedazo de cartón que colgaba desde lo alto de un balcón, en él se
ofrecía vender una máquina de cocer. No existe el bombardeo comercial
del resto del mundo, y al contrario de lo que se puede pensar la figura
de Fidel no es explotada como se espera en el régimen que él comandaba,
si en cambio lo es el Che Guevara convertido en elemento mesiánico.
Al final, lo que me quedó de Cuba es una pequeña nostalgia en el corazón
y la triste impresión de que un día la isla y sus hijos se levantaron
para luchar en contra de los elementos establecidos y que hoy, de alguna
manera, son lo que nunca quisieron ser: El paraíso de los ricos.
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