Sin techo pero con amo
Cincuenta años después del «Esta es tu casa, Fidel», la crisis de la
vivienda martiriza más que nunca a los ciudadanos.
Javier Gómez, La Habana
jueves 24 de enero de 2008 6:00:00
Todavía está clavada la pequeña inscripción de lata en la puerta de
entrada: "Esta es tu casa, Fidel". Eulalia, de 72 años, cada día se
convence más de que el simbolismo de leer esa frase, por más de cuarenta
años, se ha convertido en una convicción sin reparos.
Su padre era un viejo comunista. Con sólo 22 años, Eulalia no entendió
bien aquello. "Pero fue un momento que nos marcó a todos", dice con la
mirada perdida en la calle, ahora vacía y gris, que otrora sirviera para
el desfile apocalíptico de "La Caravana de la Libertad".
"Pasaron por aquí mismo y todos queríamos tocar a aquellos hombres que
parecían enviados del cielo", añade.
La casa no tiene ningún valor histórico y su alto puntal, sostenido por
columnas con imitaciones jónicas, anuncia un futuro sin gloria. Al lado
del cartel fidelista, cuelga otro de cartón, menos presuntuoso: "Se
permuta, se aceptan proposiciones".
De película
La Habana cabe en una esquina. Crece, se transforma y se redefine en la
intersección de Prado y Colón. Cada mañana se truecan disímiles rincones
de una capital que se sigue hinchando, a pesar de aquella alerta famosa
cantada por Los Van Van.
Es la esquina de la permuta. Como explica Luis (el corredor), aquí
encuentras "la zona del cambalache, te ponemos tu casa donde quieras o
donde la puedas pagar". Los más inusitados negocios se planifican de
forma informal en un sitio sin oficinas, ni representación legal, ni
espacio reservado en las páginas amarillas. Bajo la sombra, en la acera,
se juegan su destino los habaneros.
La Ley General de la Vivienda (1984) contempla que una casa no
constituye propiedad privada, sino bien social, por lo que no puede
formar parte de una acción mercantil. A pesar de que el 85% de los
inmuebles que están en manos de la población son completamente propios,
no está permitida la compraventa de viviendas entre privados y dicha
acción es patrimonio exclusivo del Estado.
Las formas legales de acceder a una vivienda son a través de mecanismos
estatales, como el otorgamiento (en realidad, venta) a personalidades
políticas, culturales o militares, y a obreros de empresas
"priorizadas". También existen entregas, controladas directamente por la
alta dirección del gobierno, presuntamente a "casos sociales".
Todas las generaciones en Cuba de los últimos 50 años, han encontrado la
respuesta a sus problemas de habitad en la evasión a las leyes. Todo se
enmascara para darle un tinte legal y la permuta viene a ser la solución
ideal a muchos problemas.
En la era de las permutas todo puede suceder, desde casas "fantasmas"
que se intercambian, hasta personas que de pronto dejan de existir en el
Registro de Propiedad de la Vivienda para darle paso a los nuevos
inquilinos. Muchos coinciden en que las soluciones siempre aparecen,
aunque se quejan del matiz de corrupción que merodea el trámite.
"Mi situación era compleja, porque yo tenía un apartamento de un cuarto,
de los llamados afectados, en Alamar, y con la ayuda de mi sobrina que
vive en Italia me conseguí una casa en el Cerro", asegura Martha, para
quien vale la pena pagar a los corredores. "Ellos se encargan de toda la
parte oscura con el Instituto Nacional de la Vivienda. Ir a ese lugar es
como morirse de cáncer", concluye.
Los expedientes X
El férreo control gubernamental, en el tema de la propiedad de la
vivienda, hace que la zona vulnerable a la corrupción sea cada vez más
organizada al interior del Instituto de la Vivienda.
"Las cosas que se ven en este país son como para morirse del corazón. Te
piden dinero sin el menor recato y en esa mafia están metidos los
'pinchos grandes'", comenta una mujer que necesita ampliar su propiedad
para darle espacio a su hija. "De contra que no te venden una casa, para
hacer lo que deseas con la tuya tienes que sobornar a medio mundo. No
estoy de acuerdo con ese método, primero porque va en contra de los
valores y principios de que tanto hablan los dirigentes del gobierno; y,
segundo, porque no tengo un centavo para pagarle a nadie".
Muchos cubanos han encontrado en el método de la permuta la posibilidad
de modificar sus propiedades. Legalmente, el cambio debe realizarse
entre inmuebles que presenten las mismas dimensiones. Este es quizás el
mecanismo que no se ha engrasado correctamente en el entramado de la Ley
General de la Vivienda, porque precisamente más del 70% cambia de
domicilio para agrandar su casa.
"Ahí es donde entra en juego la corrupción", declaró a ENCUENTRO EN LA
RED un abogado especializado en el tema, quien pidió mantenerse en el
anonimato. "Son mecanismos obsoletos que no se hicieron con la seriedad
que demandaba y que hoy se deben violar casi a diario".
Si una persona logra pagar cifras escalofriantes a los propios
inspectores y funcionarios de la Dirección Provincial de la Vivienda,
entonces los problemas se resuelven, por muy controversiales que sean.
Las permutas pueden llegan a ser entre más de cinco casas y los costos
oscilar sobre los 37.000 pesos (1.500 USD). En la mayoría de los casos,
hay un "eslabón perdido". Si se quiere legalizar un terrero, la cifra
entonces puede llegar a los 25.000 pesos (600 USD).
"No me aprobaron la permuta porque mi casa era más pequeña que la otra.
Pensé que había perdido la oportunidad del siglo, porque allí mi hijo
podría tener su cuarto para él y su esposa. En cuanto salí de la oficina
y crucé la calle, me abordó el mismo funcionario que me atendió dentro y
me dijo que no me desesperara, que se podía solucionar por fuera", nos
dijo una señora a quien abordamos en plena calle. "Debo pagar 500
chavitos (pesos convertibles) y se solucionará mi caso. Después de todo,
salí bien, porque me va a cobrar poco".
Algunos ciudadanos, que en su momento contaron con cierta cantidad de
dinero y no quisieron seguir viviendo con mamá-papá, compraron
ilegalmente una vivienda. También ha sucedido, casi a diario, con los
que han pretendido emigrar de un territorio a otro. Para estos casos, el
Estado contempla la confiscación en términos legales del inmueble y el
nuevo inquilino debe pagar una renta vitalicia al nuevo propietario: el
Comandante en Jefe.
"De todas formas, prefiero pagar la casa al gobierno que haberme quedado
en Chaparra, donde se iba a morir de hambre mi familia", dice un tunero
que está en la terminal de lista de espera de los ómnibus ASTRO. "Ahora
vivo en Camagüey y allí lucho mejor la vida. También traigo queso para
acá y voy tirando, hasta que algo pase".
El problema es vivir
El Instituto Nacional de la Vivienda intentó frenar la ola de
compraventas ilegales, desatada en la última década, al imponer multas a
los transgresores de hasta 1.500 pesos (70 USD) y la pérdida del título
de propiedad del inmueble; pero, aun así, muchos cubanos siguen
transgrediendo la ley por un problema obvio de subsistencia.
Un dato oficial, publicado recientemente por el diario oficialista
Juventud Rebelde, da a conocer que los casos más críticos se localizan
en Ciudad de La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas y Holguín.
Coincidentemente, son estas de las ciudades más importantes del país.
El artículo dice que actualmente en todo el país se tramitan alrededor
de 100.000 casos de compraventas ilegales de viviendas, aunque la cifra
no incluye a los miles que no tuvieron la suerte y el dinero suficientes
para evadir el cerco legal.
Michel tiene 28 años y no quiere vivir más con su madrastra. Ahora que
se casó y la lucha como albañil la tiene "más o menos garantizada",
decidió construir un cuartico en uno de los miles de barrios
improvisados que surgen en el país.
"No teníamos como hacernos de una casa, y por eso nos colamos de forma
ilegal en un terreno lleno de marabú. Ya estamos confiados con lo que
hicimos, porque nos pusieron una multa y nos tramitaron los papeles".
El caso de Michel es sólo uno del medio millón de personas que han hecho
lo mismo en los últimos 25 años. Luego de que en 1984 la Ley General de
la Vivienda ilegalizara muchos de los trámites urbanísticos y de
construcción, la mayoría de la gente se ha lanzado a la aventura de
fabricar "a la cañona".
Las construcciones comienzan modestamente, casi siempre con cartón y
zinc, y en pocas semanas se van transformando en casas de mampostería.
La situación más delicada es la que presentan actualmente alrededor de
300.000 familias que viven en zonas llamadas "de riesgo", debido a la
cercanía de sus viviendas con ríos, áreas con perspectivas de desarrollo
industrial o reservas del ejército. En todos los casos, la solución será
el desalojo hacia sus lugares de origen, como ha sucedido en varias
ciudades.
Una casa, ¿un caso?
"Mi prima hizo su ranchito en la periferia de Palma Soriano y se lo
desbarataron a los pocos días. Ya casi nadie quiere vivir en el campo
porque hay mucha hambre", reflexiona Mireya, una santiaguera de paso por
la capital.
"¿Qué si sé de otros casos? Vaya al Distrito José Martí que le voy a
enseñar el nuevo barrio 'de lata' que ha hecho la gente. Les tumban las
casitas y ellos las vuelven a armar", concluyó, ya a punto de abordar un
ómnibus de regreso a la ciudad oriental.
Un informe hecho público por el gobierno, a propósito del balance anual,
da cuenta de que los temas de insalubridad en esas comunidades ilegales
son un tema pendiente. Se insiste en el documento en la falta de
perspectiva urbanística con que crecen las ciudades, además de la
indolencia de los organismos responsabilizados.
"Las direcciones provinciales de Planificación Física deben frenar y
organizar, en la medida de las posibilidades, la anarquía con que los
ciudadanos alejados de la Ley han puesto en peligro la disciplina y el
orden establecido por la Revolución", dice el informe.
Aún no se ha publicado de forma íntegra en la prensa, pero ya circula
entre funcionarios del gobierno y entre los diputados a la Asamblea
Nacional. "El método será erradicar este pensamiento e implantar el
orden", se puede leer en otro acápite.
-"Si me vienen a sacar de aquí, me mudo para un parque público, con mi
hijo en la cuna".
-"Mi casa me ha costado mucho dinero y nadie me va a desalojar a esta
altura".
-"Ni nos dieron una puntilla, ni nos han puesto corriente eléctrica, ni
nos ayudaron a reparar el camino para llegar aquí. !Que se atrevan a
desalojarnos…!".
-"Ya han desalojado a varias familias con toda la violencia del mundo,
claro que de eso no te enteras porque ellos nada más hablan de
Venezuela, pero lo que es a nosotros no podrán, porque le ponemos malo
el pica'o".
Estos son algunos de los comentarios que ha recogido la prensa
independiente sobre los casos más críticos del país, ante ola de
desalojos comenzada en el último semestre de 2007.
La acción sobre las familias que ocuparon viviendas deshabitadas,
consultorios médicos o terrenos ociosos "es enérgica y no se permitirán
este tipo de indisciplinas", agrega el informe del Instituto Nacional de
la Vivienda al gobierno de la Isla.
Petición cumplida
La caravana que Eulalia ve desfilar hoy frente a su puerta, no le
recuerda a aquella del 8 de enero de 1959. Esta se dirige a la Dirección
Provincial de la Vivienda, aunque "casi todos regresan y solucionan sus
problemas por fuera".
La anciana sabe que sin herencia, y con una jubilación de 7 USD
mensuales, no podrá permutar nunca. "Tendré que quedarme aquí para
siempre. Mi vida y mi casa son como la Revolución misma, y tendremos las
tres un final de soledad. Total, yo misma pedí larga vida y mucha salud
a aquellos barbudos". Eulalia mira el techo y observa cómo las tablas
continúan cediendo.
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