Preguntas sin respuesta... hasta ahora
A ver cuándo la Casa Árabe organiza algo parecido sobre la
homosexualidad en los países musulmanes.
José María Marco
Siempre que escuchen ustedes hablar de "política cultural", de promoción
cultural por parte del Estado o algún organismo afín, recuerden tres
cuestiones. La primera, la ideología de quienes protagonizan los hechos
de los que se esté hablando (conferencias, exposiciones, teatro, cine,
etc.). La segunda, lo que ahora se llama su "orientación sexual". La
tercera, el dinero que está en juego. Sigan la pista a estos tres datos
y encontrarán el hilo que les permitirá entender la práctica totalidad
de la "política cultural" de los países europeos de estos últimos veinte
años. Se excluyen, en general, cuestiones más serias como la
conservación del patrimonio. Pero el resto no falla. Ahí están todas las
claves que se necesitan para entender la "política cultural" de la que
tan orgullosos suelen estar los Estados modernos.
Por eso es absolutamente excepcional que se organicen en Madrid unas
jornadas como las que se inaugurarán el próximo miércoles, con el título
Cuba: revolución y homosexualidad.
La tiranía cubana ha venido gozando durante décadas de la simpatía del
progresismo mundial. En los países europeos, esta complicidad culpable
se ha ido difuminando últimamente, aunque quedan restos en bodrios como
Le Monde Diplomatique. Nuestro país es la excepción: el comunismo
castrista sigue teniendo predicamento, tanto en los ambientes culturales
como en los políticos. En el progresismo español hay una querencia
irremediable por el totalitarismo cubano. Echa raíces en la irremediable
senilidad, a la medida del dictador, de nuestros progres, pero también
en otros asuntos mucho más turbios. Ha convertido a Cuba en un auténtico
paraíso para los miembros de esta casta culturo-política que ha vivido
muy bien de los impuestos de los españoles.
Unas jornadas como esta sobre la revolución y la homosexualidad en la
Cuba de Castro, organizadas por la asociación Colegas, Odisea y el apoyo
de la Comunidad de Madrid, empezarán sin duda, por lo menos en vista del
programa que promete, a arrojar luz sobre un tema del que casi nadie ha
querido hablar. En realidad, son dos asuntos. Por una parte, la
brutalidad de la represión de los homosexuales por el régimen castrista
que los ha considerado, según la lógica tradicional de la izquierda,
como un ejemplo de degeneración burguesa; por otra, la reconversión del
paraíso socialista cubano en un gigantesco burdel destinado al turismo
sexual, con el Partido Comunista de "empresario" y las consiguientes
posibilidades de chantaje de todo tipo que esta original situación ha
propiciado.
El tratamiento que ha merecido la Cuba de Castro es la mejor expresión
del lo que decía al principio sobre la "política cultural" o el "Estado
cultural", en la expresión, bien sarcástica en este contexto, del
francés Marc Fumaroli. De ahí la excepcionalidad del acontecimiento.
Conviene acudir, escuchar y también preguntar, preguntar sobre las
razones de los apoyos, los silencios, las simpatías y las complicidades.
A ver cuándo la Casa Árabe organiza algo parecido sobre la
homosexualidad en los países musulmanes.
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