Mensaje de fin de año a los comunistas de la isla
NICOLAS PEREZ DIEZ ARGÜELLES
Ustedes, que desde Cuba responden mis artículos por e-mail, algunas
veces detallándome los cargos que ocupan en el gobierno, otras dándome
el número de sus teléfonos para convencerme de que son seres humanos de
carne y hueso, desearía esta vez me dijeran qué piensan, con la mano en
el corazón, sobre este mensaje.
Se conmemoran 49 años del advenimiento de la revolución cubana al poder
absoluto en Cuba. Demasiados para cualquier sistema de gobierno que
pretenda resolver con un partido único, un parlamento único y una verdad
única, sin oposición ni crítica, los problemas económicos y sociales de
un pueblo. Como somos hombres de buena voluntad, debemos encontrar una
vía para rectificar este error, ¿o no? Existen sólo tres caminos, y hay
que elegir uno.
El primero es que ustedes prosigan empecinados en un marxismo-leninismo
que fracasó a lo largo y ancho del planeta, y nosotros los imitemos en
vuestro inmovilismo y nos crucemos de brazos sin tomar iniciativas,
aguardando que el gobierno actual termine de cocinarse en la salsa de
sus propias contradicciones, lo cual es probable ocurra en los próximos
49 años. Esta solución podría ser válida, siempre y cuando, los
dirigentes de primera línea en la isla les hagan una cura de borraja a
sus estómagos, y este exilio se llene de una paciencia más infinita que
la lágrima de Hilarión Cabrisas.
Sin la menor intención de vender un miedo que ustedes no van a comprar,
pero ateniéndonos a hechos inmensamente remotos, pero posibles, la
segunda vía podría ser una invasión norteamericana a Cuba. Comenzaría
con un bombardeo limitado y sorpresivo sobre La Habana y Santiago justo
al atardecer de cualquier día de Dios. Con cuatro B-52 provistos de una
generosa carga de bombas mark 82 de 227 kilogramos se podría comenzar la
ofensiva. Tres días después, para no desaprovechar el factor sorpresa,
se iniciaría el bombardeo intensivo. Esta segunda fase de la operación
duraría una semana: tres mil salidas aéreas de la base de Homestead en
La Florida, y de los portaviones USS John F. Kennedy y USS Saipan, a un
costo de un millón de dólares por despegue, vomitando cada vuelo 600
misiles de crucero Tomahawk como promedio, y disparando con comodidad y
a mansalva sobre Cuba, porque las armas antiaéreas de la isla no
alcanzarían a bombarderos norteamericanos de alto techo como aviones
invisibles B-2 Spirit y el F117A. Estas misiones tendrían un final
cuando quedase hecho polvo el último objetivo militar del enemigo. De
inmediato, tres batallones en buques de asalto, auxiliares y de escolta
desembarcarían por oriente, occidente y centro para enfrentar a los tres
ejércitos cubanos. Los 30,000 soldados norteamericanos, pertenecientes
al Comando Sur, irían equipados con armas ligeras Barret M95 y Colt
M1911 calibre 45 APC.
Después de catorce días de desesperada pero inútil resistencia, y
decenas de miles de muertos entre militares y población civil, el
gobierno cubano se rendiría incondicionalmente, y una administración
militar respaldada por bayonetas norteamericanas tomaría el poder en La
Habana. En el acto se iniciaría una guerra de liberación de Maisí a San
Antonio, que se prolongaría por años. Esto no lo quiero para mi patria,
moriría de vergüenza y asco si ocurriese.
La tercera posibilidad es iniciar un dialogo real y transparente. Dentro
de la disidencia cubana hay todas las facciones del espectro político:
democratacristianos, socialdemócratas y liberales. Los hay en este
exilio dentro de Consenso Cubano y la Coordinadora Democrática. Y existe
otro lugar, esta verdad en este exilio se oculta porque es molesta para
ciertos intereses, pero ustedes la conocen perfectamente, donde hay
infinidad de tendencias, ideas, proposiciones y sueños, hablo del
Partido Comunista de Cuba. Allí hay decenas de miles de ustedes que
desean un cambio y que consideran un error, que incluso pisotea la
soberanía cubana, que Raúl Castro haya tendido en dos ocasiones un ramo
de olivo al gobierno norteamericano en vez de tendérselo a la disidencia
y el exilio.
Una pregunta me hago hoy. Con 49 años de ejercicio de poder ¿no es hora
de que los dirigentes máximos de la revolución dejen de inventar
historias y alimentar mitos? En la Calle Ocho de Miami, créanme, hay
deseos de paz con honra, reconciliación nacional, una Cuba ''con todos y
para el bien de todos''. Y existe además un respeto irrestricto a
nuestra soberanía, tan grande o mayor, como el que hay en cualquier
calle de La Habana.
Raúl Castro ha hablado últimamente de la necesidad de cambios y de su
deseo que en el país ''los demás se expresen con absoluta libertad''.
¿Por qué no inician ustedes un diálogo dentro de las filas del Partido
Comunista? ¿Por qué no inventan una fórmula sin condiciones onerosas,
sin descalificaciones, para comenzar a pensar ustedes y nosotros sobre
cómo sacar a Cuba de su actual callejón sin salida?
Sé que esté artículo va a provocar críticas, siempre ocurre cuando se
habla de perdón y comprensión en Miami o La Habana. Pero me río de los
peces de colores porque mis sueños siempre los he establecido desde una
línea recta y honesta, y porque lo que he dicho, que este exilio tiene
que escoger entre 49 años más hablando sandeces en la Calle Ocho, una
invasión norteamericana o conversar con el enemigo, es mucho más que una
verdad: es la propia Biblia.
nicop32000@yahoo.com
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/137284.html
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