La vida de nosotros
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - La vida de los otros, filme
alemán ganador del Oscar en 2007 a la mejor película en lengua
extranjera, pudo ser vista en el cine Acapulco de La Habana durante el
Festival de Cine Latinoamericano a comienzos de diciembre pasado en una
única exhibición. Quienes pudieron asistir, narran que la sala
cinematográfica estuvo totalmente llena y el público se apreciaba
conmovido a medida que avanzaba el filme para estallar en aplausos al final.
En el film se describe como la Stasi, policía política de la República
Democrática Alemana (RDA) realizaba su cruel trabajo y destruía la vida
de personas laboriosas y creativas, incluso integradas al régimen, en
aras de mantener los privilegios surgidos en un inmoral sistema. Es
posible que la proyección de esta película, y de Good Bye Lenin, también
alemana, mostrada en otro festival, haya sido una treta de las
autoridades de Cuba para demostrar una libertad inexistente, y procurar
engañar a las numerosas personalidades asistentes al festival mediante
una falsa liberalidad.
Por supuesto, esas películas no se han exhibido nuevamente en otra sala
de cine cubana ni ninguno de los especialistas sobre el arte
cinematográfico que escriben en la prensa oficial se ha referido a estas
monumentales obras. El impacto en el público resulta comprensible. Los
cubanos vivimos diariamente todo lo narrado, muy especialmente quienes
hemos pasado por el calvario de Villa Maristas (cuartel general de la
Seguridad del Estado) y los interrogatorios. Lamentablemente sólo se
mostraron los pasillos de los centros de reclusión de la Stasi,
prácticamente iguales a los de sus discípulos cubanos. Lamentablemente,
no se mostró el interior las celdas tapiadas, con la luz encendida las
24 horas, su hueco pestilente para hacer las necesidades fisiológicas,
las dos hileras de literas que por lo estrecho del lugar obligan a
acostarse para que otra persona pueda pasar; o tener que tocar la puerta
para que los guardianes pongan el agua de una llave que sirve para
colectar el líquido para beber, bañarse o que las heces bajen por el
estrecho conducto. Allí los presos pierden la noción del tiempo y, en la
forma que narra la película, son levantados a toda hora para los
intensos interrogatorios, en locales muy fríos, que si bien no incluyen
golpes constituyen interminables torturas psicológicas.
La película también recoge los inescrupulosos métodos y la vigilancia
que también utiliza la policía política, como el chantaje a través del
uso de las debilidades humanas con el objetivo de lograr sus perversos
objetivos, sin importar la destrucción física, síquica y moral de las
personas; así como el amplio empleo de mecanismos para aislar
socialmente a los ciudadanos, procurar dividir familias, romper
matrimonios y promover que cada persona sospeche de las demás, lo cual
crea un enfermizo clima social donde impera la desconfianza y el miedo,
con la metódica aplicación de todo un arsenal de sofisticadas
herramientas represivas.
En una escena donde la vecina aprecia la violación de un domicilio por
la Stasi, es chantajeada con la amenaza de que si habla su hijo no podrá
estudiar en la universidad, lo que la convierte en cómplice. Así, se da
amplio uso al concepto de la "Universidad para los revolucionarios", una
experiencia muy extendida en Cuba. La conversión del ático del edificio
en el centro de escucha del escritor asediado, es reproducida en
apartamentos y casas en nuestro país.
La calidad de la película no radica solamente en la descripción del
ambiente hipócrita y asfixiante de la RDA, sino también en el análisis
de sus orígenes. En modo alguno puede calificarse esta película de
grosero panfleto anticomunista, pues también escarba en la vida de los
agentes de la Stasi, quienes no en pocas ocasiones fueron motivados por
la creencia errónea en un sistema que a ellos también los engañaba. De
ahí, la evolución del oficial a cargo de la operación de destrucción de
dos personas, a cargo del actor Ulrich Muhe, quien llega a comprender el
valor humano y artístico de sus perseguidos, y la bajeza que él estaba
cometiendo. Cualquier semejanza con la situación cubana en modo alguno
es casual. No son pocos los agentes cubanos que cargados de lealtades e
ideales equivocados entregaron sus vidas a la preservación de un maligno
sistema que ha resultado una gran estafa, siendo ellos los primeros
traicionados.
La vida de los otros, con las vilezas y sufrimientos mostrados, ha sido
re titulada por los cubanos como La vida de nosotros, por ser un fiel
retrato de la Cuba de hoy.
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