La Instrucción 40
Juan Carlos Linares
LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - Serían las tres de la tarde
cuando franqueé la puerta acristalada de la residencia, con
climatización central en sus dos plantas, edificada a mediados del siglo
pasado en el exclusivo barrio de Miramar. Ahí, en avenida 3ra y 6ta,
radica la casa matriz de TRANSCARD, una agencia financiera
cubano-canadiense, asociada al consorcio estatal FINCIMEX.
Esperé mi turno sentado hasta que una joven funcionaria me llamó a su
despacho. Me senté frente a ella y así le entré al asunto: "Señorita, el
depositario mío en los Estados Unidos me comunicó que mi nombre aparece
en una lista de personas no autorizadas a recibir transferencias de
dinero". Percibí que la frente de mi oyente se había arrugado más de lo
normal. Pidió mi tarjeta magnética. Sus manos teclearon el código en el
computador y al instante expresó: "Con su cuenta no hay problema. Eso
debe ser que allá no saben realizar la transacción".
Intenté objetar su juicio y ella llamó al próximo de la cola. Una
reflexión acudió a mi mente: si soy miembro de TRANSCARD desde el año
2000, y recibía ayuda monetaria mensualmente por mi trabajo de
corresponsal mediante dicha cuenta, ¿como puede ser que allá no sepan
realizar la transacción?
Pensé que para sacar esta verdad por ese cuello de botella necesitaba la
ayuda de manos "tecleadoras" más poderosas. Entonces pedí ir con la
Gerencia de Remesas. Me permitieron subir a la planta superior y
presentarme a una señora de mediana edad, con rango de jefa y nombre,
Cecilia. "Dame tu tarjeta", pidió amablemente la jefa. Tecleó mi código,
fijó la vista en la pantalla del computador, inclinó la cabeza hacia un
lado, sutilmente oprimió los labios, y al fin soltó: "Te están
imponiendo la Instrucción 40 del Banco Central de Cuba. Debes ir allá
para resolver tu problema económico". Pensé en argumentarle que hacia
más de tres meses una veintena de colegas míos -corresponsales
independientes- corrían la misma suerte, pero no lo hice.
Al día siguiente, viernes 16 de febrero, me fui a las oficinas del Banco
Central de Cuba en la calle Cuba esquina a Lamparilla, en la Habana
Vieja. Allí me condujeron al despacho del licenciado Humberto Guerra
Pérez-Cuba, un asesor legal de esta institución financiera estatal, el
cual me invitó a tomar asiento y, después de escucharme, manifestó
desconocer la Instrucción 40. Me pidió mi tarjeta, giró la silla hacia
el computador, tecleó y después fotocopió los 16 dígitos de la misma.
Leí sobre el buró un pensamiento de José Martí: "Solo obedeciendo
estrictamente a la justicia se honra a la patria".
El funcionario leyó el corto informe que había redactado sobre mi caso y
me preguntó: "¿quieres agregar algún otro interés personal?". Casi
simultáneamente con la respuesta que salía de mis labios, entraron mis
manos en los bolsillos del pantalón, ya remendados por mi esposa, y
apretando el peso y pico que me quedaba, balbuceé: "Interés económico".
Quedamos en que yo lo llamaría por teléfono en una semana y él me
informaría sobre mi reclamación. El jueves 22 lo llamé. Me dijo: "El
responsable de la aplicación de la medida es el Comité de Política
Monetaria del Banco Central de Cuba. Su queja fue elevada; debe esperar
un termino de 60 días para recibir una repuesta".
Una semana después, un colega me avisó que TRANSCARD le había comunicado
oficialmente que ellos habían cerrado y que debía solicitar una nueva
tarjeta magnética en FINCIMEX. El lunes siguiente, acudí a TRANSCARD
donde, a diferencia de lo que le habían comunicado a mi colega, me
notificaron que habían finiquitado el contrato, únicamente, con los
envíos de Estados Unidos.
Y mientras la espera va y los dos meses vienen, me siguen asaltando las
dudas: ¿Qué es la Instrucción 40? ¿Por qué TRANSCARD no nos lo notificó
nunca? ¿La susodicha lista, habrá sido tecleada por la Seguridad del
Estado? ¿Y mi dinerito?...
No comments:
Post a Comment