2007-01-02
Luis Tornés Aguililla
Primera quincena de enero de 2007. Después de haber leído eso de que el
crecimiento del P.I.B cubano era de 12,5 %, me digo entre risas y
temores de que no hay arreglo con aquello.
Lo creo sinceramente porque estamos a principios de 2007 y desde mi
atalaya francesa veo con horror que, en Cuba se esfuma, junto a la
percepción objetiva de la realidad, toda posibilidad de un cambio
político sin graves estragos colaterales porque llegará un momento – me
digo yo - en que a merced de cualquier incidente, la juventud cubana
pondrá un término a esa aparente tranquilidad que produce el
goebelianismo practicado sistemáticamente por los usurpadores del poder.
Cuando el general Castro se molesta ante « las imprecisiones e
inexactitudes en el tratamiento de los problemas » es porque el señor
general no logra o no quiere aceptar de que el problema mayor que sufre
Cuba es la presencia del mismo grupo de personas en el poder desde hace
48 años gracias al terror.
El general no da señales de haber comprendido lo que realmente está
pasando en la mente de la gente que vive en el fondo de una nasa
hedionda y sin futuro.
Ni la « securitate » ni la « Stasi » ni el « KGB » pudieron parar el río
cuando las aguas se pusieron en movimiento y, en Cuba, no bastará con
los arrebatos barrocos de un hatajo de individuos enfurecidos el día del
« ta bueno ya….. ».
Después del anuncio de la definitiva incapacidad de Fidel, las
instituciones internacionales y los hombres y mujeres de paz han escrito
cartas, artículos y ruegos al hatajo liberticida de Cuba pidiéndole que
liberen a los presos políticos con vistas a que se ponga en marcha una
dinámica positiva, gradual y racional gracias a la cual ese país pueda
empezar a salir del medioevo pachanguero para anclarse al fin en la
cruel realidad del mundo.
El hatajo no escucha y hasta subestima como si sus miembros estuvieran
desatinados por el miedo ante el anuncio de un final necesario.
Más de 300 rehenes tienen los usurpadores en las cárceles cubanas y, en
vez de liberarlos, lo que hacen es incrementar la intimidación del
desamparado pueblo cubano.
Mucha gente, preocupada por que Cuba no se hunda en una guerra civil sin
nombre, escribe a los patéticos tiranuelos de aquella sucursal de
Galicia para enseñarles aunque sea a regañadientes cómo es indispensable
jugar con la cadena pero no con el mono, ese mono negro, moro y feo que
los hijos de los voluntarios españoles desconocen.
Por el momento, nuestro querido Liborio sigue con su pachorra de siempre
y con sus cálculos de a dos por un centavo. Ahí va Liborio, casi orondo
y envuelto en sus aromas y sus vahos de toda clase. Liborio habla mierda
a diestra y siniestra haciéndose el que no entiende pero él es de un
temperamento lunático y el día que se levante con la greña rebelde –
amigo lector – usted puede tener la certeza de que no quedará en aquella
isla de Cuba ni pan pa'la cotorrita.
¡Dios los coja confesao!
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