¿Falta de techo? (I parte)
Roberto Santana Rodríguez
Bitácora Cubana, 4 de septiembre de 2006 - La Habana
– La opinión de un oyente, residente en la Ciudad de La Habana, que
participó vía telefónica en el programa Deportivamente de la emisora
cubana Radio Rebelde, en la noche del pasado 24 de agosto, de que hay
falta de techo en los peloteros cubanos, tocó una gaveta, que por tener
cucarachas, ni se menciona, es tabú.
El techo, en términos deportivos, se refiere, no al recubrimiento de
casas y otros inmuebles sino a la elevación de los resultados deportivos
de los atletas mediante su participación en eventos de mayor calidad a
la suya.
El oyente abogó por la firma de contratos para que los peloteros cubanos
vayan a jugar al extranjero, preferiblemente a Japón o Corea del Sur, y
con esto, según aseveró, se pudiera lograr la elevación del “techo a los
peloteros”.
Los narradores-comentaristas deportivos, que se mostraron recelosos y
reticentes, Roberto Pacheco, Ramón “Piti” Rivera y Dagoberto Miguel
Toledo, este último, también director del programa, insistieron en la
permanencia de los peloteros en la isla, argumentando que si iban a
jugar al extranjero entonces no podrían participar en el campeonato
nacional cubano.
“Aquí en Cuba se han desarrollado nuestros peloteros”, dijo Toledo, que
si reconoció lo que llamó, importancia fundamental de los topes
internacionales.
Los topes en cualquier nivel, categoría, deporte o sexo son
fundamentales desde el punto de vista psicológico para los deportistas
porque les ayudan al conocimiento de sus posibles contrarios, no es lo
mismo enfrentarse directamente sin experiencias previas a los
desconocido, a la adaptación a los lugares de competencia, a los cambios
de horario, etcétera.
La falta de estos topes internacionales, “el techo”, ante la caída del
antiguo bloque de países socialistas de Europa del Este, adonde iban a
entrenar, topar y competir los deportistas cubanos, junto a la carencia
o déficit de recursos, entre otras dificultades, tiene un papel muy
importante en la baja que se ha venido experimentado en los últimos años
en los resultados internacionales del otrora floreciente y ganador
movimiento deportivo cubano en cuanto a lugares, medallas, colores de
las mismas y posiciones. Por ejemplo en juegos olímpicos, del octavo
lugar en el medallero final por países alcanzado por Cuba en Barcelona
1992 sólo queda el recuerdo.
Ahora mismo, en los recién finalizados XX Juegos Centroamericanos y del
Caribe de Cartagena de Indias, Colombia, Cuba quedó por debajo de las
expectativas, a pesar de que llevó en muchos deportes a sus principales
figuras del momento.
Fue preocupante para entrenadores, atletas y directivos los muchos días,
más de los previstos, en los que la representación de México estuvo en
el primer lugar del medallero. Atribuidos estos deslices al adelanto que
han experimentado los demás países en el área centroamericana, en mayor
medida debidos, según los comentaristas deportivos, a la desinteresada
ayuda cubana en entrenadores, tratando de tapar el sol con un dedo y no
queriendo reconocer otros aspectos como los que trata este trabajo que
han incidido en la baja del deporte cubano.
Pienso que para buscar o sugerir soluciones a este problema se debe ir a
las raíces del asunto y no quedarse en las ramas. La firma de contratos,
un tanto difícil para como está diseñado el sistema deportivo en Cuba,
con muchos requisitos para viajar que son tenidos en cuenta, como la
llamada “confiabilidad política”, monitoreados por el INDER, que en fin
de cuentas sirve y responde al Estado, no resuelve el cada vez más
acuciante problema del retroceso en los resultados internacionales del
deporte cubano.
No se permite que los atletas de cualquier deporte vayan a jugar a la
liga y al país que libremente escojan. Sólo en excepcionales
circunstancias esto ha pasado, no de forma individual sino que ha sido
Cuba como equipo y bajo los auspicios de las diferentes federaciones
cubanas, subordinadas al INDER, Instituto Cubano de Deportes, Educación
Física y Recreación, que repito, dice y hace lo que le ordenan de “arriba”.
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