Una Información Necesaria
2006-04-01
Debido a que sin consultar se publicó una comunicación privada, dirigida
a un grupo reducido de personas [*], sobre las pretensiones del Sr.
Osvaldo Alfonso Valdés de brindar conferencias y manifiestamente desear
representar a los presos de conciencia condenados durante la Primavera
Negra del 2003, los abajo firmantes realizamos las siguientes aclaraciones.
El Sr. Valdés en el amañado juicio sumarísimo cometió un acto de
deslealtad calculada contra sus compañeros, de forma sorpresiva y
artera, al presentar una declaración anteriormente preparada,
convirtiéndose en la práctica en testigo de la Policía Política contra
nosotros. Antes de comenzar el juicio, los 6 juzgados en el grupo en
que se encontraba el Sr. Valdés estuvieron juntos en una pequeña celda
y, en esa ocasión, no les comunicó sus aviesas intenciones.
Su contubernio con la Policía Política estaba claro. El objetivo era
tratar de desmoralizarlos, lo cual no lograron, aunque el inesperado
golpe fue fuerte para ellos. Así lo pusieron a testificar primero a él,
mediante la lectura de un documento previamente escrito. Debe
recordarse que en las celdas tapiadas del Cuartel General de la
Seguridad del Estado, Villa Marista, estaba terminantemente prohibido
poseer papel y algo con que escribir.
Sus mentirosos testimonios en el juicio, señalados por Oscar Espinosa
Chepe en anterior carta, parece no recordarlos ahora el Sr. Valdés.
Para evitar posibles errores, se ha recurrido a los recuerdos de varios
de los juzgados, entre ellos Héctor Palacios, el Dr. Marcelo Cano y
familiares presentes.
Todas las personas consultadas confirmaron las apreciaciones de Oscar
Espinosa Chepe, e incluso aportaron nuevos datos sobre la traición
ocurrida en aquel juicio. Nunca podrá olvidarse el júbilo de los
agentes de la Seguridad del Estado al mostrar la farsa montada con el
Sr. Valdés; alegría nula, porque ese vergonzoso acto no melló en lo más
mínimo la entereza de los otros cinco juzgados, ni la de los demás
procesados en días posteriores, ni mucho menos la moral de la disidencia
en su conjunto, a pesar de la diligencia gubernamental en presentar con
prodigalidad las declaraciones del Sr. Valdés en la televisión cubana.
En el documento leído, el Sr. Valdés aseguraba que éramos mandados y
pagados por los norteamericanos, o sea la Sección de Intereses de
Estados Unidos en La Habana y otros visitantes. Debe recordarse que
pidió le concedieran una oportunidad y dijo que él no era como nosotros.
Por supuesto, esto sirvió de evidencia contra todos los 75 juzgados,
ya que esos constituían los delitos fundamentales imputados a todos.
Lamentablemente, el Sr. Alfonso continúa con declaraciones inconcebibles
en Suecia. Algunas repugnantes –como bien las calificara el conocido
líder liberal Héctor Palacio- formuladas a la revista Misceláneas de
Cuba (Septiembre-Diciembre 2005), donde trata de justificar su innoble
conducta con una supuesta protección a su hijo. Para él, las decenas de
personas que ayudó a condenar con sus falacias no tienen hijos, esposas,
madres y demás familiares, que todavía padecen y sufren injustas
condenas, en condiciones y lugares terribles, nunca conocidos por él,
que siempre estuvo "ubicado" a pocos kilómetros de La Habana, y sin
"habitar" una celda de castigo.
Como podrá comprenderse, existen razones muy profundas para el repudio a
la incalificable conducta del Sr. Valdés; una persona que, además, al
ser apresado, ocupaba grandes responsabilidades en la disidencia cubana.
En modo alguno, fue un acto injusto su expulsión como líder y
militante del Partido Liberal Cubano. No fue arbitraria la decisión de
las autoridades norteamericanas de retirarle la visa.
Nosotros, fieles a los principios humanitarios, despojados de odio,
incluso respecto a los que nos persiguen con saña, hemos sido muy
humanos con el Sr. Valdés. Pero no podemos aceptar que al expresarse,
pueda verse en él una representación genuina de los Prisioneros de
Conciencia, juzgados en Marzo de 2003. Mucho menos, en un acto
organizado con motivo del Tercer Aniversario de nuestro apresamiento.
Reiteramos el criterio de que tenga oportunidad en Suecia para rehacer
su vida de forma honesta. No deseamos hacer leña del árbol caído, pero
hasta la generosidad tiene límites.
No deseamos concluir sin expresar nuestro particular respeto y
admiración por Suecia; su pueblo, sociedad, instituciones, gobierno y
partidos políticos, así como las organizaciones gubernamentales, siempre
a la vanguardia de la solidaridad con nuestro pueblo en su bregar por
la democracia, la justicia social y el respeto a los derechos humanos.
Igualmente, apreciamos los esfuerzos de la comunidad cubana en Suecia
por dar a conocer la situación en nuestro país, y en particular las
dificultades y condiciones que hemos debido enfrentar desde Marzo de 2003.
La Habana, 31 de Marzo de 2006
Marta Beatriz Roque Cabello
Raúl Rivero Castañeda
Ángel Moya Acosta
Héctor Palacios Ruiz
Nelson Aguiar Ramírez
Pedro Pablo Álvarez Ramos
Margarito Broche Espinosa
Marcelo Cano Rodríguez
Roberto de Miranda Hernández
Antonio Díaz Sánchez
Adolfo Fernández Saínz
Alfredo Felipe Fuentes
Julio César Gálvez Rodríguez
Edel José García Díaz
Normando Hernández González
Librado Linares García
Nelson Moliné Espino
Jorge Olivera Castillo
Pablo Pacheco Ávila
Marcelo López Bañobre
Pedro Argüelles Morán
Oscar Espinosa Chepe
Estos son los hermanos que han podido comunicarse telefónicamente con
Oscar Espinosa Chepe hasta el momento, y fueron consultados
personalmente.
La Habana, 31 de Marzo de 2006.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=5079
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