SOCIEDAD
Cambiar de casa en Cuba
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba - Marzo (www.cubanet.org) - Los complicados trámites
burocráticos que ha afrontado la población cubana durante largos años
para cambiar de casa hacen imposible que se olviden. Meses y hasta años
se necesitaban, sin contar el dinero invertido en abogados, funcionarios
y empleados de los organismos correspondientes para abreviar dichos
trámites.
Quien escribe estas líneas tiene una larga experiencia en el tema. Me he
visto precisada a cambiar de casa en varias ocasiones, casi siempre por
la misma razón: huir de los vecinos ruidosos para los que no existen
autoridad ni leyes que puedan controlarlos.
Ahora, los funcionarios del Instituto Nacional de la Vivienda anuncian
que el camino de las permutas de casas ya no es tortuoso. Después de
varias décadas de absurdo burocratismo, expresan tranquilamente que las
reducciones de los trámites que la población debe realizar para cambiar
de vivienda han de contribuir a mejorar la atención al público. ¿Quiere
esto decir que durante mucho tiempo al gobierno cubano no le importó el
padecimiento de la población?
Sabían perfectamente las autoridades del régimen que la forma en que se
desenvolvían las gestiones de las permutas generaba actitudes delictivas.
El licenciado Dagoberto Felizola, responsable del Departamento de
Legislación y Asesoría del Instituto Nacional de la Vivienda, dijo a la
prensa que antes existían diez documentos para la obtención del permiso
de permuta. No deja de reconocer que para obtener esos diez documentos
había que realizar difíciles gestiones, sobre todo por demoras de los
propios organismos.
El anuncio de que se van a aligerar dichos trámites es una cosa. Que se
van a aligerar verdaderamente me parece algo imposible. Por lo que se
puede ver a través de los cambios que introduce la Resolución No. 12 de
2006, o sea, el nuevo reglamento para las permutas, las familias cubanas
que se propongan cambiar de casa seguirán obligadas a enfrentar
kilogramos de documentos, como por ejemplo, los que están relacionados
con las viviendas situadas en zonas especiales o turísticas, los que
garanticen la habitabilidad del inmueble y las certificaciones de
descripción y tasación del Departamento de Arquitectura.
El complicado engranaje inventado por las leyes de la vivienda a partir
de 1959 no es fácil de simplificar, sobre todo si los inmuebles están en
distintos municipios o provincias y se quiere que la población de la
capital no siga aumentando.
Si algo continúa golpeando a la familia cubana en su afán por cambiar de
casa, son las llamadas zonas especiales o congeladas, donde viven altos
dirigentes políticos, radican dependencias del Ministerio del Interior,
y los inmuebles de gran significación para el turismo.
Otra razón fundamental para que el camino de la permuta se haga cada día
más escabroso es que en el país existe un 43 por ciento de inmuebles en
mal estado, lo que dificulta en gran medida la aprobación del cambio de
vivienda por parte del organismo estatal.
Agréguese a esto los miles de derrumbes parciales, sobre todo de
edificios de apartamentos, que no han sido reparados, y que de acuerdo a
las leyes de la vivienda no son permutables.
A pesar de que estos organismos intenten aligerar los trámites de las
permutas, lo veo como algo muy difícil de lograr. No sólo es éste el
momento menos propicio para permutar, sino que cada día que pasa se hará
imposible. Tal vez a ello se deba la divulgación que se le hace al tema.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/mar06/29a9.htm
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