Turismo de posguerra: la guía y los guías
Hay una diferencia fundamental entre el afán por ser escuchado y las
necesidades del público que se propone como meta
Arnaldo M. Fernández, Broward | 03/02/2015 9:25 am
You gotta keep the devil
Way down in the hole
Tom Waits, "Way Down In The Hole", 1987
El Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo
acaba de anunciar la tirada de 20 mil ejemplares de la Guía de turismo
para visitar lugares importantes en Cuba, que propone a los viajeros
estadounidenses ir a "lugares ocultos [como] fosas comunes [y] centros
de tortura".
La idea andaba por la blogosfera, en tono de relajo, por lo menos desde
marzo 28 de 2008, pero ahora se ha tomado en serio. Solo que, a tenor de
esta guía, el propio gobierno de Cuba apostaría guías turísticos en
todos y cada uno de aquellos lugares para dar su versión a los
americanos y demás visitantes que opten por semejante turismo de martirio.
Novelas ejemplares
Al reportarse la salida de la guía se ejemplificó de entrada con la
parroquia (hoy basílica menor) Nuestra Señora de la Caridad (Salud y
Manrique, Centro Habana), "en cuyas puertas el 10 de septiembre de 1961,
durante una procesión, fue asesinado el joven católico Arnaldo Covadonga
(sic)".
Se trata de Arnaldo Socorro Sánchez, y el guía de turno dirá que,
efectivamente, fue asesinado, pero "por elementos
contrarrevolucionarios" que también hirieron a "los milicianos Regino
Valdés González, Juan A. Fernández Soler y Andrés Figueroa Casanova".
Para dar con la verdad, el viajero tendría que leer Iglesia y revolución
en Cuba (Madrid: Ediciones Encuentro, 2010), de Ignacio Uría, u otra
obra de investigación de aquel pasado, pero casi todos los americanos
que visitarán Cuba oirán al guía y seguirán andando, si es que usan la guía.
Así sucedería en todos y cada uno de los lugares sugeridos por la guía
de Miami: el guía en Cuba contaría la novela del gobierno sin tener ni
siquiera que ofrecer una guía alterna con la topografía de los crímenes
de la bandería opuesta. Pero como conoce bien el paño del turismo
extranjero en la Isla de Cuba pintoresca, jamás el Ministerio de Turismo
(MINTUR) promocionaría el Santuario de la Caridad del Cobre porque allí,
el 2 de febrero de 1959, hubo muertos y heridos al caérsele una granada
a uno de los complotados en atentado a Castro.
Como la flecha del tiempo avanza a favor del castrismo, el MINTUR podría
hasta darse el lujo de prescindir de un guía para quienes, a instancia
de la precitada guía, visiten La Cabaña con ánimo de ver los fosos en
que "cientos de cubanos fueron fusilados sin proceso judicial". No hace
falta un guía para largar la novela de que fueron condenados a muerte
por crímenes de guerra en procesos sumarísimos, ya que los americanos
irán con entera naturalidad a comer a los restaurantes San Francisco o
La Divina Pastora, a beber en El Artillero o el Bodegón de los Vinos, y
a la ceremonia del cañonazo de las 9, tal como vienen haciendo los demás
turistas en ferias del libro, bienales de arte o meros paseos por el
Parque Histórico-Militar Morro-Cabaña.
¿Guía para perplejos?
La guía turística obedece al prurito de ilustración con que la bandería
anticastrista manifiesta a menudo su necesidad de ser escuchada, pero no
tiene en cuenta para nada las necesidades del público que se propone
como meta. Los estadounidenses incluidos en las doce categorías de
visitantes autorizados a viajar a la Isla, salvo rarísimas excepciones,
no tienen interés alguno en la topografía de la tragedia de Cuba. Ni en
los muertos de uno u otro bando.
Y lo peor es que ese fenómeno histórico denominado revolución cubana
quedó tan marcado por el carácter traumático de la guerra civil y la
escisión entre vencederos y vencidos, que la memoria histórica se ha
forjado más bien desde tomas de partido antes que sobre base fáctica
consensual.
Así como el castrismo niega la responsabilidad del gobierno en el
hundimiento del Remolcador 13 de marzo, el 17 de julio de 1994, que
costó la vida a 41 cubanos, el anticastrismo no reivindica la voladura
del avión en Barbados, el 6 de octubre de 1976, que costó la vida a 57
cubanos.
Tales son los crímenes quizás más atroces que, respectivamente, se
atribuyen una a otra las banderías encontradas del problema cubano, pero
el justo tiempo humano para vengarse o impartir justicia ya pasó:
quienes son señalados como máximos responsables por una y otra bandería
se mueren de viejos.
Y también se agotó el justo tiempo humano para que, como se alega para
dar a imprenta la guía, "la verdad salga al mundo". Ya no cabe aquello
de que nadie escucha(ba). Desde hace buen rato todo el mundo escucha,
pero prefiere no prestar debida atención, sobre todo los americanos, que
no van a curarse ahora de sordera ni de miopía político-moral con una
guía turística de contenido patriótico cubiche.
Coda
Hacia mayo de 2013, guías de la oposición en Cuba visitaron Miami en
avalancha y Manuel Prieres advirtió que, salvo Berta Soler, ninguno
acudió al Memorial Cubano ni a otro monumento a las víctimas del
castrismo. ¿Necesitaban acaso una guía del Instituto de la Memoria
Histórica Cubana contra el Totalitarismo?
Source: Turismo de posguerra: la guía y los guías - Artículos - Opinión
- Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/turismo-de-posguerra-la-guia-y-los-guias-321790
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