Publicado el viernes, 05.02.14
Verdades y cuentos
PEDRO CORZO
Mientras por décadas una facción de cubanos radicados en el exterior ha
dedicado una gran parte de su tiempo a luchar para que en su país
retorne la democracia y se establezca una sociedad de derechos, otro
sector, menor en número, pero también fuera de Cuba, ha trabajado por
años a favor de que Estados Unidos modifique su política hacia la
dictadura de los hermanos Castro sin demostrar interés en cambios
políticos en la isla.
Es paradójico, pero ambos sectores han recurrido a diferentes
estrategias para lograr sus propósitos y buscado ayuda en gobiernos y
entidades extranjeras para alcanzar sus fines.
El primer grupo ha transitado numerosas vías. La lucha armada fue una de
ellas, recurrió a la violencia cuando lo estimó pertinente y
posteriormente, sin abjurar del pasado, un amplio sector de ese grupo se
convenció de que era necesario usar otros métodos para lograr el cambio
necesario y asumió estrategias diferentes.
El cambio no modificó el compromiso y la lucha por la libertad la
continúan por otras rutas.
Denuncias mundiales, publicaciones, conferencias, respaldo material a la
oposición interna, asistencia a eventos en los que se expone la realidad
cubana, entrevistas con funcionarios de gobiernos para buscar apoyo en
foros internacionales, todo lo que sea posible en el marco de lo
políticamente correcto en estos tiempos.
Entre las facciones que integran este grupo pro democracia hay
diferencias evidentes, algunos se cuestionan y no comparten posiblemente
alguna que otra decisión, pero no hay dudas de que son individuos y
facciones que quieren un cambio que conduzca a la democracia y al
respeto al ciudadano en Cuba.
Un aspecto divisivo en este campo es el embargo, porque hay personas que
favorecen el fin del mismo sin esperar ninguna retribución, ya que es
una demanda que corresponde a sus convicciones. Hay otros que se oponen
a la violencia por principios morales, como hay quienes no han
participado en una huelga de hambre por sus creencias.
Justo es también decir que en este sector hay quienes todavía continúan
defendiendo los métodos usados en el pasado, creen en la confrontación,
están a favor de la ruptura y lo hacen con devoción, porque a pesar de
los años, no les falta disposición para darlo todo por su país.
El otro grupo es también complejo, porque aunque hay representantes del
sector que luchó por la democracia en Cuba, es muy discutible que en la
actualidad mantengan el mismo compromiso.
Este sector, nutrido fundamentalmente por individuos que nunca
enfrentaron la dictadura, invierte grandes esfuerzos y recursos para que
sus reclamos sean escuchados por quienes puedan ejercer influencia a su
favor. Lo paradójico es que muchos cubren sus ambiciones de lucro bajo
el manto humanitario de la reunificación familiar, el intercambio
cultural y el fin del embargo.
Lo del embargo es importante, porque aunque afirman que su derogamiento
favorecerá al cubano de a pie, la realidad es que las oportunidades de
negocios se incrementarían y beneficiarían económicamente a los que
promovieron el cambio.
En realidad, aunque habrá excepciones, la intención es lucrar, porque la
reunificación familiar y los viajes a Cuba sin limitaciones favorecen
económicamente a las agencias de viajes que venden boletos para La
Habana con precios a Madrid.
El intercambio cultural favorece a los promotores de espectáculos, una
actividad lucrativa válida como cualquier otra, que no es necesario
justificar con el cuento de que se está favoreciendo el reencuentro
entre cubanos.
Su afán inmediato es que Estados Unidos elimine todas las restricciones
impuestas al régimen de La Habana, incluido el comercio, financiamiento,
y supuestos viajes e intercambios culturales que a fin de cuentas son
como una acera de una sola vía, porque termina favoreciendo al régimen
de los Castro o a quienes puedan ser sus herederos, porque ellos tienen
en su agenda el post castrismo, que no precisamente incluye un régimen
de derecho para los cubanos.
Estas personas e instituciones no cuestionan al régimen de La Habana,
incluidos sus métodos más brutales. No sancionan los abusos a la
oposición interna y las restricciones a los derechos ciudadanos, ni
critican la corrupción que existe en la isla; su labor siempre está
orientada a demandar indulgencia para el régimen y culpar de la
ineficiencia de este a los gobiernos extranjeros o al exilio.
En los últimos años un nuevo cuento se ha incorporado a esta agenda y es
que la inversión favorece la democratización, como si esa fórmula
hubiera dado resultado en China.
El hecho de que las dictaduras permitan la existencia de ricos y
millonarios no garantiza la libertad de los ciudadanos, incluidos los
potentados, porque la nomenclatura dispone las reglas y las cambia
cuando le viene en gana, porque el derecho de la gente no existe para
esos regímenes.
Periodista de Radio Martí.
Source: PEDRO CORZO: Verdades y cuentos - Columnas de Opinión sobre
Cuba - ElNuevoHerald.com -
http://www.elnuevoherald.com/2014/05/02/1738155/pedro-corzo-verdades-y-cuentos.html
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