REPRESIÓN
La gravedad de ser crítico en Cuba
LIEN CARRAZANA | Madrid | 31 Oct 2013 - 4:00 pm.
Puede que no te guste el rap, puede que nunca hayas estado en Bayamo,
pero si eres cubano y lector asiduo de DIARIO DE CUBA lo más probable es
que seas crítico con el régimen castrista. Entonces, tienes algo en
común con Ángel Yunier Remón Arzuaga.
Remón Arzuaga, de 30 años, llevaba 15 días en huelga de hambre en la
prisión Las Mangas y una semana sin beber agua cuando fue ingresado,
este martes 29 de octubre, en una sala de terapia intensiva del Hospital
Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, en estado muy grave.
Conocido como "El Crítico", Remón Arzuaga es rapero, miembro del dúo Los
hijos que nadie quiso, padre de un bebé de nueve meses, activista de
derechos humanos y coordinador de la UNPACU en Bayamo y Manzanillo. Está
preso desde el 26 de marzo de 2013, después de que la policía política
organizara actos de repudio frente a su casa, en los que fueron lanzados
animales muertos, excrementos, asfalto y piedras.
Alrededor de la casa del opositor se conglomeraron varias personas
espontáneamente, quienes escuchaban en silencio como El Crítico
reivindicaba un cambio político. La Fiscalía le pide ahora ocho años de
prisión por un supuesto "atentado" contra la Seguridad del Estado.
Es decir, su mayor delito es ser crítico, expresar en voz alta lo que
muchos piensan y la mayoría calla.
En prisión, Arzuaga padeció el cólera y ha sido golpeado. Su pareja,
Yudisbel Roselló Mojena, también ha sido hostigada por la policía política.
El Crítico pudiera morir en ese hospital de Bayamo, y la sociedad civil
cubana tendría a otro Zapata Tamayo. Pero no necesitamos más mártires,
lo que verdaderamente necesitamos son jóvenes como él, pero vivos, para
que luchen por la libertad de Cuba.
La decisión de hacer una huelga de hambre, de inmolarse, es tan personal
que cuestionarla es entrar en la intimidad ajena. No podemos ponernos en
el lugar de El Crítico, preso en una miserable cárcel de Oriente, un
rapero casi desconocido, un activista nada mediático, un joven casi
anónimo que se cansó de callar, y alzó su voz tan alto que molestó a los
oídos de la Seguridad del Estado.
El régimen saldría ganando con su muerte, un opositor menos, sin que
ellos tengan que hacer el trabajo sucio. Pero la oposición perdería un
miembro, un joven de los que tanto se necesitan para que otros se
identifiquen con la causa y se sumen al cambio. No apoyar a El Crítico
es también darle la espalda a esa juventud cubana que quiere democracia,
esa juventud que muchos creen perdida entre el deseo de huir y la falta
de valores.
La maldita circunstancia de ser oriental
"Cuba es La Habana y lo demás son áreas verdes", suele decir cruelmente
el refrán popular. Y lo cierto es que no hay más que adentrarse en el
Oriente del país para comprobar la terrible desigualdad social, la
miseria rural, las calles sin asfaltar, el empobrecimiento de las
ciudades, la crudeza de una realidad que, si bien es dura en toda la
Isla, en Oriente es aún más evidente.
La UNPACU, organización opositora más numerosa de la Isla y con más de
una treintena de sus miembros en la cárcel, es uno de los bastiones de
la resistencia pacífica en esta región. Gracias a su trabajo es posible
asomarse a lo que ocurre allí donde no llegan los corresponsales
extranjeros.
¿Sería distinta la situación de El Crítico si estuviera en La Habana?
Probablemente. Quizás obtendría el apoyo de artistas del hip hop y otras
disciplinas afines. Sería mucho más fácil lograr que su caso fuera
conocido por la prensa extranjera acreditada en la Isla. Sería más
difícil la represión a los opositores que se acercasen al hospital donde
está ingresado, o al menos, de llevarla a cabo, sería difundida de
inmediato en las redes sociales.
La oposición en La Habana cuenta con más herramientas para acceder a
internet en embajadas, hoteles y otras vías. En cambio, en Oriente todo
parece quedar en ese terrible anonimato rural, en ese punto ciego
informativo, como si aún no hubieran llegado al siglo XXI.
Sumado a esto, El Crítico no ha recibido la solidaridad que tuvo el
músico Roberto Carcassés al ser "censurado" por sus declaraciones en la
Tribuna Antiimperialista. A quienes aleguen que no se debe comparar a un
músico de probada trayectoria y amplio reconocimiento como Carcassés con
un rapero underground, se le debería decir lo evidente: que no se trata
aquí de calidad musical. Es un crimen que un cubano esté preso y que
pueda morir en el anonimato por disentir.
Campañas como Jama y libertad por la liberación de Juan Carlos González
(Pánfilo), un ciudadano que se hizo famoso en YouTube por expresar que
en la Isla no había comida, o más recientemente, los esfuerzos del
Movimiento Democracia en Miami por la situación de los cubanos detenidos
en Bahamas, prueban que el exilio puede hacer mucho para difundir y
solidarizarse con las injusticias que sufren los cubanos, dondequiera
que estén.
También es necesaria una mayor cohesión de la disidencia interna, que
las figuras mediáticas que tienen la "coraza protectora" de una
audiencia en las redes sociales, así como la atención de la prensa
internacional, se hagan eco de casos como el de El Crítico y la Dama de
Blanco Sonia Garro, de quien se habló muy poco al principio de su
encarcelamiento y afortunadamente ya es un caso con bastante atención
internacional.
Es imprescindible que muchos opositores que están teniendo la
posibilidad de viajar y acceder a importantes foros internacionales
hagan uso de este privilegio para denunciar estas graves violaciones de
los derechos humanos y no se limiten mayormente a exponer sus proyectos
intelectuales.
Cuba necesita de estos proyectos, pero también de un cambio social
generalizado, y para ello hace falta llegar a ese cubano que está
cansado de la política, pero no se atreve a manifestarlo. Y muchos de
esos cubanos quizás no lean un artículo de opinión, pero escuchan una
canción, una letra de rap.
Como en su día Los Aldeanos fueron un fenómeno que parecía contagiar a
gran parte de la juventud con sus canciones irreverentes, no debemos
obviar las aficiones musicales de los jóvenes cubanos de hoy. De ahí que
proyectos como Los hijos que nadie quiso o El Primario y Julito sean
otra vía de llegar a esos jóvenes y sensibilizarlos.
"Yo no inventé lo de los actos de repudio/ yo no hundí el remolcador 13
de marzo/ yo no fui el que asesinó a Boitel/ yo no soy el culpable del
Mariel/yo no reprimo al que piense diferente/ yo no tranqué a 75
inocentes/ mira cuantos delitos en la gaveta tú has guarda'o/ este sí es
mi delito/ hablar de lo que tú no has habla'o", dice una canción de El
Primario y Julito con Los hijos que nadie quiso.
Integrado por Ángel Yunier Remón Arzuaga y Yudier Blanco Pacheco, Los
hijos que nadie quiso han realizado los discos Esto se está poniendo más
malo y Amo esta isla, al cual pertenecen los temas Apuntes de nuestra
historia y Bayamo.
"Bayamo, ciudad de gloria, llena de historia/ no entiendo porque ahora
bajas la cabeza ante quien te agobia", cantan Los hijos que nadie quiso,
recordándonos que de esa ciudad salió nuestro himno nacional, ese que
proclama que "morir por la patria es vivir", aunque quizás hoy sea más
necesario vivir, para no dejar morir la patria en manos de la dictadura.
Source: "La gravedad de ser crítico en Cuba | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1383226898_5737.html
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