Wednesday, September 26, 2012

Fidel Castro: odios, miedos y masacres

Fidel Castro, Hugo Chávez

Fidel Castro: odios, miedos y masacres

Recomienda a Hugo Chávez no reconocer los resultados de las elecciones

Eugenio Yáñez, Miami | 26/09/2012 10:41 am

Como si no le bastara con la profunda fractura de la nación cubana y la
destrucción total de su economía después de más de medio siglo de
tiranía y desmanes, un decrépito Fidel Castro se entromete una vez más
en asuntos internos venezolanos y recomienda a Hugo Chávez no reconocer
los resultados de las próximas elecciones presidenciales del 7 de octubre.

No son informaciones de campañas mediáticas de la Agencia Central de
Inteligencia ni de "la burguesía" venezolana: es el mismo Chávez quien
lo dice, de acuerdo a un libro publicado por dos periodistas cubanos
bajo el título Cuentos del Arañero, que recoge testimonios del golpista
bolivariano.

Según el sitio digital CaféFuerte el libro fue editado para ser
utilizado en la fase final de la campaña electoral venezolana,
destacando aspectos "humanos" del caudillo de Barinas, y su octavo
capítulo se dedica íntegramente a anécdotas de su relación con Fidel Castro.

Según Chávez, Castro le ha alertado: "Si la contrarrevolución logra
arrebatarte a ti, sacarte a ti de ahí y arrebatarle al pueblo el poder,
la persecución y el arrase sería general. Ahí no van a perdonar a nadie".

El mismo cuento de siempre: Fidel Castro distorsiona los hechos y los
interpreta a su conveniencia. Identifica al caudillo con "el pueblo", a
todo el que no lo siga ciega e incondicionalmente con "la
contrarrevolución", y al ejercicio de la política como una guerra: "Aquí
mis enemigos más acérrimos se fueron, están en Miami. Allá tú los tienes
en tus narices. Tu Miami está allá, Chávez" (…). "Hace rato que yo puse
distancia con el enemigo, tengo una distancia. Tú no, tú lo tienes ahí
al lado, convives".

Más que pretender convencerlo, Fidel Castro intimida al teniente coronel
golpista (ninguno de los dos se caracteriza precisamente por su valor
personal). Castro le recuerda el golpe de Estado de Augusto Pinochet en
Chile: "Mira el caso de Pinochet, ahí no perdonaron a nadie".

Y se dirige a su discípulo de forma sibilina: "Chávez, tú no tienes
escapatoria, como yo no la tuve". Dos mentiras en la misma oración:
Chávez tendría "escapatoria" respetando la voluntad popular, y eso de
que Fidel Castro no la tuvo se lo podrá creer Chávez, pero no la
historia. ¿Escapatoria de qué? Se aferró con uñas y dientes al poder,
destruyendo lo que hubiera que destruir, para mantenerse de manera
vitalicia imponiendo su voluntad. No le obligó una coyuntura histórica:
él mismo lo decidió, lo ejecutó contra la voluntad de los cubanos, y lo
sigue haciendo hasta nuestros días.

Traer a colación el sangriento golpe de Estado en Chile para justificar
un eventual desconocimiento de la voluntad popular en Venezuela es
cínico y criminal. ¿Por qué Fidel Castro no le recuerda a Chávez que
Doña Violeta Barrios de Chamorro ganó las elecciones a los sandinistas
en 1990 y llevó a cabo una tranquila transición a la democracia en
Nicaragua, sin sangre ni persecuciones?

Caudillos demagogos fueron sacados del poder en América Latina, por las
armas o las urnas, sin baños de sangre ni "arrase general" posterior: el
narcogeneral Noriega fue capturado en Panamá por las tropas de Estados
Unidos, y se restableció la democracia sin que corriera la sangre. El
Primer Ministro Maurice Bishop fue asesinado en Granada por sus propios
compañeros, lo que precipitó una intervención armada de Estados Unidos.
Tras el derrocamiento de los asesinos, los criminales fueron ante los
tribunales, pero no hubo cacería de brujas. En diferentes momentos en
Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile, Perú, Guatemala,
El Salvador y Honduras terminaron las dictaduras militares y se
restableció la democracia, sin "arrase general".

La oposición venezolana, liderada por Henrique Capriles, no pretende un
"arrase general", ni cacerías de brujas o "pase de cuentas". Intenta
restaurar la democracia y el Estado de derecho en el país, sin
retrotraer a Venezuela a la etapa pre-Chávez, que no era precisamente el
paraíso terrenal aunque fuera "democrática".

Los únicos escenarios de confrontación en Venezuela son los creados y
desarrollados por el chavismo y alentados por el castrismo. El periódico
español ABC acaba de denunciar que Chávez "está adiestrando a células de
'militantes revolucionarios', en parte procedentes de los llamados
'colectivos' (bandas callejeras armadas), para controlar una eventual
votación adversa en las presidenciales del 7 de octubre". ABC señala que
"los grupos paramilitares están inspirados en las unidades Basij que
abortaron la 'Revolución Verde' iraní", y cita a un Coronel venezolano
que dice que "en junio se comenzaron a repartir unos 8.000 fusiles".

Esas informaciones, por sí solas, son muy preocupantes. Pero de conjunto
con los "consejos" de Fidel Castro a Hugo Chávez, que ven la luz pública
ahora en el mencionado libro, crean una situación escalofriante, que hay
que vigilar de cerca y denunciar con tiempo suficiente, porque estas
informaciones sobre los diálogos Castro-Chávez no surgen por casualidad
en estos momentos.

El régimen cubano prepara condiciones para apoyar un zarpazo del
teniente coronel golpista ante un eventual resultado adverso el 7 de
octubre. Lo que eso pudiera costar en sangre, sudor y lágrimas al pueblo
cubano y al venezolano no le preocupa para nada a Fidel Castro. ¿Cuándo
le ha preocupado la suerte de los cubanos o la de los pueblos a donde
envió armas, recursos y combatientes para desconocer la voluntad
popular? Si de Venezuela se trata, ¿cuántos venezolanos perdieron la
vida por la ingerencia guerrillera castrista en los años sesenta del
siglo pasado?

Agitar el fantasma de Pinochet para justificar un genocidio en Venezuela
contra la voluntad popular que se expresaría en las urnas es una colosal
inmoralidad y un crimen de lesa humanidad, cuya responsabilidad
fundamental recaería en Fidel Castro.

Sin dudas, Augusto Pinochet no fue un arcángel ni mucho menos. Pero,
llegados al extremo, comparemos: se considera que en los 17 años que
Pinochet gobernó fueron ejecutadas en Chile entre 1.200 y 3.200
personas, unas 80.000 fueron encarceladas, y decenas de miles se
exiliaron. ¿Cuántos fusilados, cuantos condenados a prisión, y cuantos
exiliados ha habido en Cuba durante 53 años de castrismo? 53 años de
totalitarismo castrista es más del triple de tiempo que los 17 años de
Pinochet. Y no olvidemos que el dictador chileno se sometió a un
referéndum popular que le resultó adverso, y respetando ese resultado se
alejó del poder.

¿Asustar con Pinochet? Absurdo: No puede haber nada más peligroso, más
lúgubre y más patético que depender de la patibularia voluntad de Fidel
Castro.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/fidel-castro-odios-miedos-y-masacres-280382

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