24-08-2010.
Héctor Julio Cedeño Negrín
Periodista Independiente
(www.miscelaneasdecuba.net).- Olga Lidia Ramírez Maura, firmante del
Proyecto Varela, fue internada en la mazmorra de Manto Negro, nombrada
Prisión Occidental de Mujeres, por carceleros de la dictadura castrista.
El suceso se produjo el viernes 20 de agosto de 2010, cuando ella se
personó en la Cuarta Unidad de la policía del régimen, cita en la
barriada del Cerro y para demostrar ingenuamente ante los jefes de le
Estación, que se encontraba en los tramites pertinentes para obtener la
revisión de la causa judicial, en la que había sido condenada a siete
años de prisión por un supuesto delito de tráfico de personas.
Ellos aprovecharon la ocasión y la encarcelaron, se había presentado el
jueves 19 y fue encerrada en el calabozo, luego de llegar bajo engaño a
la mencionada unidad policial. Ella se encontraba bajo certificado
médico, psiquiátrico, por lo que se había aplazado su internamiento.
Su intensión al pedir la revisión de la causa, era demostrar las
irregularidades cometidas en el procedimiento para inculparla del
ficticio delito, cuando la procesaron hace dos años. En el acto de
inculpación, se habían cometido diversas anomalías y falsificaciones e
incluso se le habría suministrado algún tipo de alucinógeno, según
aprecia ella.
A esta conclusión llega por los efectos que experimentó, luego de serle
suministrado un pretendido calmante, cuando se quejó de un fuerte dolor
de cabeza, por las muchas horas que duraba el interrogatorio al que fue
sometida. Las agotadoras sesiones pretendían hacerla firmar una
confesión a la que ella se negaba. Debe especificarse que dicha
ciudadana es enfermera graduada y especialista en cuestiones de terapia
intensiva, en la que ejerció durante varios años y conocedora de los
efectos adversos que producen diversos medicamentos.
Para que firmara dicha confesión, a ella se le presionó muy fuertemente,
pero sin que se le diera a leer, sin que se la leyera el oficial a cargo
de ello y sin estar en condiciones para hacerlo por si misma, dada la
agotadora jornada a la que había sido sometida. Esa supuesta confesión
firmada por fin, al final del intenso acoso, tampoco le fue leída en el
acto del juicio oral realizado en el Tribunal Provincial de la Ciudad de
la Habana, lo que resulta una flagrante violación de la ley y de su
procedimiento y que además, dicha confesión supuestamente hecha por
ella, sólo la conoce por referencias.
La ilegal interpelación fue realizada en el mayor centro de torturas y
suplicios conocido de la dictadura castrista, situado precisamente en
Villa Marista, en el reparto El Sevillano de la Ciudad de la Habana y en
el participaron tres oficiales que se turnaban uno tras otro, durante
más de siete horas de tormentos psicológicos y agotamiento físico y
mental, como acostumbran los torturadores profesionales de la llamada
Seguridad del Estado de la tiranía.
El supuesto delito del que se le inculpa; tipificado como Tráfico de
Personas, no resultó probado absolutamente y de ninguna manera, porque a
ella no se le sorprendió en ningún momento junto a otros individuos, en
ningún vehículo terrestre, nave aérea o embarcación marítima, salvo que
la encontraran trasladándose en algún ómnibus del servicio público o en
algún taxi o bici-taxi junto a algún que otro ser humano.
Traficar es absoluta y forzosamente transportar y ella, ciertamente, a
nadie transportó. La condenaron por ser negra, por ser de cierta forma
opositora, ya que firmó un documento prohibido por la dictadura
castrista, el Proyecto Varela y porque necesitaban imputarla para
poderla separar del sistema deportivo cubano ya que había terminado la
licenciatura en Cultura Física y Deportes, del que sólo le resta
discutir la tesis que indudablemente no le permitirán concluir, para no
otorgarle su diploma de graduada.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29520
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