26-05-2010.
José Alberto Álvarez Bravo
Periodista Independiente
General Raúl Castro:
A Usted debiera profesarle doble respeto: como general y como estadista;
pero si lo trato de Usted es por consecuencia a la mínima educación
recibida durante mi vida, porque para mí Usted no es ni General ni
estadista.
De creerle a la historia extraoficial, en la guerra que Usted libró en
el II Frente Oriental, antes de 1959, solo tuvo como oponentes a
campesinos inermes.
Luego de su arribo al poder perpetuo, Usted, rodeado de su oficinesco
generalato, se ha dedicado a guerrear contra las manifestaciones de
descontento popular, contra la inextinguible obsesión migratoria del
pueblo cubano, -en especial del "hombre nuevo"- contra los valores
culturales y antropológicos de la nación cubana, -bajo el espurio
argumento de ser "reminiscencias burguesas"- y contra la otrora sólida
economía nacional.
Después de autoelegirse "presidente" de Cuba, sus esfuerzos castrenses
se han reorientado hacia otros escenarios. Las Damas de Blanco han
caído, de manera permanente, en su insensible colimador. También la
blogósfera contestataria ha conocido del accionar de sus matones.
Aunque de manera compartida, Usted lleva más de medio siglo en el poder.
¿Cuántos años más necesita permanecer al frente de un pueblo que lo
detesta para sentirse satisfecho?
Comprendo que quizás esté esperando a que se produzca una verdadera
guerra para probar su valor, porque hasta el presente sus huestes solo
han lidiado contra femeniles brazos, armados con gladiolos. Usted ha
ordenado a sus hordas de malhechores agredir a mujeres indefensas, y
esto solo es obra de ruines y cobardes.
Durante más de medio siglo, Usted y su hermano han blandido el látigo
para imponer el miedo. Con estos medios nos han doblegado. Pero los
tiempos han cambiado, y ya el pueblo se está cansando de vivir en el
miedo y la mentira. Solo Ustedes, en su infinita soberbia, se muestran
incapaces de percibirlo.
Si me fuera dable proporcionales un consejo, sólo les diría: llenen sus
valijas con los ensangrentados dólares impunemente robados al pueblo
cubano y denles uso a los aviones de la escapada. Todavía están a
tiempo. No deben olvidar a Ceaucescu.
Después de expresar libremente mi opinión, ni su ira ni mi destino
personal importan. Impávido esperaré a sus esbirros. O a sus sicarios.
Si después de la heroica inmolación de Zapata tuviera Usted miedo a
derramar mi sangre, le advierto que tampoco me arredran sus serviles
togados, siempre dispuestos a enterrar vivos a quienes se atrevan a
levantar sus voces entre tanto acatamiento.
Su sádica y tenebrosa policía política conoce muy bien mi identidad y
localización, pero le adjunto mis datos para facilitarle la ejecución de
su probable venganza:
José Alberto Álvarez Bravo, calle J # 104, 1er piso, apto. 10, e/
Calzada y 9, Vedado, Ciudad Habana.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=27998
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