Jueves 22 de Abril de 2010 10:01 Luis Felipe Rojas, Holguín
Como si no bastara con el decaimiento económico, venido de manos de
quienes deberían impulsarlo, el gobierno pone trabas cada vez más
difíciles a los ciudadanos.
Una orden en forma de carta de instrucción dejó desabastecida de carne
de cerdo y carnero, así como de viandas y hortalizas, a buena parte de
la población holguinera.
La directiva prohibía la venta aludiendo a razones como la presentación
de un documento acreditativo (que tardaba más en ser actualizado que el
periodo de cosecha), lo que dejó a productores, intermediarios y
expendedores prácticamente a merced de un milagro.
Los resultados no se hicieron esperar; las tarimas de venta
permanecieron varios días vacías, los inspectores populares se volcaron
a la calle en busca de infractores, y los consumidores pagaron la cuota
más alta. Volvió el caos en la alimentación familiar.
Es el mismo caso de la "famosa" carta de autorización para la venta, una
orden de la Delegación de la Agricultura que indicó suspender las ventas
en tarimas en varios municipios desde noviembre hasta "nuevo aviso". Así
sucedió en localidades holguineras como Moa, Calixto García y San
Germán, y también en provincias como Granma y Las Tunas, aunque con
menos rigor. Los vendedores debieron esperar meses para volver a regular
sus ventas, ya que la orden indicaba que sólo los delegados municipales
de la Agricultura, en debido convenio con los presidentes de los
Consejos Populares (barrios) decidirían la necesidad de sus vecinos, es
decir, qué puestos de ventas de calabaza, carne de cerdo o cebollas
quedarían autorizados nuevamente.
Rigoberto, del Consejo Norte en San Germán, explica a DIARIO DE CUBA que
se trata de una medida que no tiene justificación debido al hambre
generalizada y la poca eficiencia de la distribución que hace el Estado.
Sin embargo, tanto en Holguín como en Moa, municipio de alta densidad
poblacional, la gente buscó las guaridas en las que se siguieron
vendiendo productos de manera clandestina.
"La gente busca la comida donde sea, y si es el estado quien la tiene,
pues de los almacenes se trae a casa", dice Zoila, quien asegura que,
aunque más caro, sabe dónde encontrar carne enlatada, pollo americano
(de importación) y otros productos que escasean.
Por otra parte, a inicios de abril pudo observarse una nueva modalidad
en la distribución de ciertos productos del agro, lograda a través de
los vendedores ambulantes autorizados, quienes valiéndose de carretones
tirados por animales, o de forma manual, llevan la mercancía por la
calle: al no tratarse de tarimas, se saltan la barrera burocrática.
Barberías y peluquerías, la nueva probeta de ensayo
Todavía sin explicárselo del todo a la población, la dirección del
gobierno arrendó las barberías a quienes actualmente las trabajan. A
razón de algo más de setecientos pesos en moneda nacional, en un
principio la medida parece lógica.
Pero las autoridades, quienes regulan cada milímetro de la realidad, no
iban a permitirse una privatización a la ligera. Máxime cuando cuentan
con la experiencia de 1993, año en que autorizaron una numerosa cantidad
de oficios por cuenta propia.
Al momento de redactar esta nota, la prensa nacional no había publicado
ni una letra de la cesión de los salones de belleza. Hace un mes, sin
embargo, especialistas de la Dirección de Trabajo y Seguridad Social se
reunieron con barberos independientes y contratados por el Estado para
informar sobre las nuevas medidas, entre las que aparecen la autogestión
de insumos, herramientas de trabajo y mantenimiento de los locales.
Semanas después llegaron los impuestos, que fluctúan entre doscientos y
trescientos pesos mensuales para los privados (en dependencia de las
zonas de residencia), y setecientos por cada sillón para los que laboran
en locales estatales.
Para Javier, quien lleva más de quince años cortándoles el pelo a sus
vecinos en el Reparto Pueblo Nuevo, de la ciudad de Holguín, "no es
nada. Yo lo veía venir. Pagaba sólo treinta y cinco pesos mensuales y
siempre tenía a los inspectores arriba, husmeando, buscando por dónde
agarrarse para llevarse una tajada [se refiere a la imposición de
multas]. Para mí vale la pena todavía, eso lo pago yo en tres días de
trabajo. Pero hay otros que se las verán peor", afirma.
En la misma semana en que impusieron las nuevas medidas, más de una
decena de estos artífices de la navaja y la tijera entregaron sus
patentes. "Para ellos los impuestos significan una cifra que no siempre
pueden pagar", explica Pedro. Añade que viven en zonas apartadas y que
no todos pueden comprar hojas de afeitar al precio del mercado negro,
así como tijeras y una que otra loción que ofrecer a los clientes. "No
se van a salvar todos en la competencia", concluye.
De todos modos, son los clientes quienes llevan las de perder. Un corte
de pelo en Cuba ha venido subiendo de precio, desde ochenta centavos
hasta los diez pesos actuales, sin contar especialidades ni horarios de
fin de semana o días feriados, donde algunos llegan a cobrar hasta
quince pesos.
"Que nadie se haga ilusiones", dice Javier, "yo leo a cada rato en el
Granma hablar de privatización como si fuera el demonio y todo el tiempo
apuntan a la defensa del socialismo, como si por vender una fritura,
pelar a alguien en el portal de tu casa o reparar un candado se fuera a
caer la revolución; pero esta gente ve fantasmas dondequiera. Tú verás
que ahorita le dan marcha atrás a todo. Yo los conozco bien", concluye.
http://www.diariodecuba.net/cuba/81-cuba/1301-palos-de-ciego-a-la-iniciativa-individual.html
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