Tuesday, June 02, 2009

Oración en los labios

Crónicas
Oración en los labios

Los ciclones trabajan más rápido que el gobierno. A las puertas de la
nueva temporada, todavía están a la vista los estragos de 2008.

Rafael Alcides, La Habana | 02/06/2009

"Pues señor, estamos en junio otra vez", decía ayer una señora
conversando en la cola de la farmacia.

Es una señora de Granma, una de las cinco provincias en que años atrás
dividieran las autoridades revolucionarias la antigua provincia de
Oriente. En esa región, los ciclones del año pasado hicieron estragos, y
también los de los dos años anteriores.

A un primo de ella, todavía le debían un par de ciclones. Es decir,
seguía ese infeliz sin haber podido cubrir las afectaciones causadas por
esos ciclones, y con el desastre causado en la provincia de Camagüey por
el último huracán del año pasado (el cual arrasó allí con casi medio
millón de viviendas), tarde, mal y nunca, seguía diciendo la señora, iba
el pobre hombre a poder colocarle a su casa el último techito que el
viento le llevara.

No era que el gobierno no se ocupara de esas cosas. Era, decía, que los
ciclones trabajaban más rápido que el gobierno. Ella era militante del
Partido, fundadora, por cierto, y ese era su orgullo, pero estaba
consciente de que mientras el gobierno siguiera remendando, poniéndole
parchecitos por aquí o por allá a casitas que de tales tenían sólo el
hecho de servir de viviendas, los ciclones continuarían venciéndole.

Por tres veces en los últimos cuatro años, ese pobre primo del que ella
hablaba había perdido el techo, y el gobierno, con los bolsillos
viraditos al revés, como estaba hoy, ya sin zafra, el níquel a la mitad
del precio y reducida también a la mitad su producción por la crisis
económica mundial, qué podría hacer el pobrecito. Y para colmo, junio de
nuevo ahí mirándote a la cara.

De modo que —decía la señora— hasta el 30 de noviembre había que volver
a vivir rezando para que la temporada ciclónica de este año se fuera en
blanco. Aunque militante, ella le había hecho una promesa a la Virgen de
la Caridad del Cobre, en ese sentido, y otra a San Lázaro.

La de San Lázaro era por ella, a quien también los ciclones la habían
afectado. Era una de las personas que llevaba meses refugiada en la
tienda Fin de Siglo, cuyo segundo piso es en la actualidad albergue de
familias que perdieron sus casas. Un lugar sin ventanas, decía.
Construida para operarla con aire acondicionado, como todo lo que hacían
los capitalistas, nadie pudo pensar entonces que el segundo piso de esa
tienda, una de las más importantes de La Habana, terminaría siendo un
mundo de sábanas de por medio a manera de tabiques, y colas eternas
delante del par de humildes sanitarios.

"O tal vez lo adivinaron", dijo intencionado un señor en la cola,
"porque los capitalistas son malignos. Esa es la peor especie que se
conoce".

La señora le miró muy seria. ¿Se estaría ese hombre burlando de ella?

"En todo caso", contestó de mal talante, "revise su casa no vaya a ser
que me lo encuentre mañana en ese segundo piso de mi desgracia o en otro
albergue parecido, porque estamos ya en junio y Eusebio Leal lo ha
dicho: si en La Habana se presenta un ciclón de cierta magnitud, habría
que declarar un estado de emergencia nacional. No crea usted que los
ciclones han de ser toda la vida exclusividad de la gente del campo".

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Oración en los labios - Artículos - Cuba - cubaencuentro.com (2 June 2009)

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