Tuesday, June 02, 2009

La generación irreverente

La generación irreverente

Osmar Laffita Rojas

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - En la edición del pasado 22
de mayo del periódico Granma apareció un artículo de la periodista
Leticia Martínez Hernández, que con el título "Juventud, ¿perdida?",
aborda los problemas de los jóvenes cubanos.

Asombrosamente, recurriendo a argumentos fácilmente desarmables,
presenta un escenario idílico y falso de los terribles problemas en que
está sumergida la juventud cubana. La periodista omitió la gran demora
de los jóvenes cubanos en emanciparse y salir del hogar de sus padres.
La causa radica en que los ingresos que reciben por las labores que
desempeñan son insuficientes para poder independizarse, y no les queda
otra opción que sufrir todas las privaciones en casa de su familia.

Por la precariedad material existente, los jóvenes están apresados en un
círculo vicioso. Observan impotentes cómo la sociedad los cerca y
liquida. No encuentran ningún vericueto para cortar el cordón umbilical
que los ata a sus padres. Resulta difícil la emancipación temprana
porque el gobierno no les brinda las oportunidades que desean.

Uno de los problemas que más contribuyen a la distorsión de muchas
conductas que vemos a diario, es la cada vez menor oportunidad de
conseguir trabajos atractivos. Los jóvenes, por lo general, rechazan las
ofertas laborales, lo cual genera una cada vez más amplia capa de
desempleo residual. Son los familiares, privándose de lo más elemental,
los que asumen lo que el gobierno no acaba de resolver.

La situación de los jóvenes cubanos en el mercado laboral en estos
momentos es crítica. Ese deterioro es más alarmante en las provincias
orientales. Son muchas las causas, pero la de mayor impacto se centra en
la carencia de nuevas fuentes de trabajo. Lo que se oferta, desestimula
por los bajos salarios y lo inaceptable de las condiciones laborales.

La elevada inflación y los salarios que apenan alcanzan, son algunos de
los tantos conflictos de la nueva generación de la utopía desarmada en
la no creen ni les interesa. Esto ha acentuado un acendrado relativismo
moral en su comportamiento que perjudica su propia razón de existir.

El agravamiento de la crisis habitacional complica la situación. Los
atrasos constructivos y de reparación de viviendas sobrepasan el millón
de inmuebles pendientes de ejecución. Resulta riesgoso alquilar porque
la ley lo prohíbe. Ante esta cruda realidad, no les queda otra opción
que continuar bajo la protección familiar. Crecen en conflictiva
estrechez, sin saber cuándo llegará el momento de independizarse, sin
esperanzas de poder formar una nueva familia, apresados en sus derechos,
sin importarle sus obligaciones. Esto genera conflictos existenciales
que a diario son noticia de los vecinos y la comidilla de los chismosos
de la cola del pan, la bodega o la parada del ómnibus.

La imagen que más nos encontramos entre los jóvenes cubanos es un
creciente hedonismo. Es la respuesta a las carencias materiales en que
están sumidos. Por ello se observa que en esta generación cobra mayor
fuerza una desenfrenada epidemia consumista, marcada por un impenitente
materialismo que desecha toda espiritualidad ética y conducta moral.
Esto da lugar al auge de un deformante egocentrismo y un malsano
individualismo que se desentiende de los compromisos con la sociedad y
su entorno. Su único interés es su persona y su bienestar.

Para ellos, las arengas, la ideología y los desfasados discursos
políticos son algo tan lejano, que cuando se les pregunta, la reacción
es de burla y ataque contra los que culpan de su pésima e incierta
existencia.

Por lo terrible de toda esta desesperanza, es dentro de la juventud
cubana donde se registra el mayor índice de suicidios, el aumento de las
enfermedades de transmisión sexual y los alarmante estragos del alcohol
y la droga. Son su forma de evadir problemas a los que no encuentran
respuesta.

De igual manera, aumenta la incorporación de jóvenes al creciente
mercado de actividades ilegales. Buscar dinero de manera sucia es el
modo que encuentran de adquirir las prendas, joyas y perfumes que se
ofertan a altos precios en el mercado negro, y de esta manera vestirse
con la moda del último grito, la que ven en las prohibidas televisoras
satelitales, revistas y DVD que circulan profusamente de manera
clandestina por el territorio nacional.

La generación que ya sobrepasa las seis décadas o más, está alarmada. No
se explican que está ocurriendo con los jóvenes en la Cuba de hoy. Su
comportamiento nada tiene que ver con ellos. Se ha producido una
ruptura. Los adultos se escandalizan por el comportamiento irreverente
de una juventud que contradictoriamente tiene altos índices de
escolaridad.

Los entendidos en estas realidades afirman que lo que ocurre con los
jóvenes cubanos, en gran parte se debe al desconocimiento y los
prejuicios de los adultos que no acaban de aceptar que todo cambió, que
hay que poner fin a los consabidos reflejos castradores en que la
generación más vieja incurre contra la que está llamada a sucederle.

Pero quiéranlo o no, todo se ha trastocado. Los jóvenes están de
espaldas los gobernantes, que no se cansan de pregonar que los jóvenes
tendrán la responsabilidad de continuar "la obra" que persisten en
mantener. Para la presente generación, esas no son sus aspiraciones ni
sus sueños. Por eso le han dado la espalda. No les interesa.
ramsetgandhi@yahoo.com

La generación irreverente (2 June 2009)

http://www.cubanet.org/CNews/y09/junio09/02_C_1.html

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