Nuevos documentos desvelan el papel de Hungría en la entrega de las
reliquias del Che a Castro
Cuarenta años después de la muerte del Che Guevara, y gracias a la
desclasificación de documentos de la era comunista, Hungría puede hoy
reivindicar un papel primordial en la llegada a Cuba de la mascarilla
mortuoria y las manos amputadas del revolucionario marxista en 1970.
Las pruebas de la muerte de Ernesto Guevara de la Serna, recogidas por
sus ejecutores bolivianos antes de deshacerse del cadáver, viajaron
desde La Paz a La Habana a través de diversos correos humanos, previa
escala en Budapest.
Janos Domény, embajador de Hungría jubilado y el único hasta ahora que
ha podido consultar la totalidad de los documentos desclasificados por
el gobierno, explicó a Efe que los telegramas entre la embajadas
magiares de La Paz y la Habana y el ministerio de Exteriores en Budapest
demuestran que su país jugó 'un papel decisivo' en el éxito de la
operación, algunos de cuyos detalles cuenta en un artículo publicado en
el último número de la revista histórica Rubicon.
'Hungría era el único país socialista que contaba con embajada en
Bolivia en aquellos años', recuerda Domény, que estuvo destinado en La
Habana entre 1963 y 1967, cuando conoció personalmente al Che.
El Partido Comunista Boliviano (PCB) -prosigue- 'nos pidió que nosotros
trajéramos las manos y la máscara hasta Budapest' porque 'querían
normalizar su relación con los cubanos', que se había deteriorado cuando
el guerrillero Mario Monje (ex secretario general del Partido) exigió al
Ché la supremacía política de la sublevación boliviana.
El Partido Socialista Obrero Húngaro (MSZMP, comunista, que gobernó
hasta la caída del telón de acero) aceptó jugar el papel de
intermediario y apoyó una operación cuyo itinerario pasó por La Paz,
Santiago de Chile, Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, París y
Budapest.
La historia había empezado el junio de 1969, dos años después de la
muerte del Che, cuando el entonces ministro de Interior boliviano,
Antonio Arguedas, quien había escondido las manos y la máscara del Ché
en el sótano de su casa, autorizó a Víctor Zannier, hombre de confianza
de La Habana, para que se hiciera con las reliquias.
Esa misma noche Zannier se reunió con sus amigos Juan Coronel (miembro
del PCB) y Jorge Sattori en un restaurante de La Paz. Este último estaba
casado con una empleada de la embajada húngara y contribuyó a establecer
las negociaciones.
'Al principio pensábamos que era una provocación', recuerda Domény, que
para entonces ya había regresado a su país y era el responsable de
asuntos cubanos en el ministerio de Exteriores en Budapest, donde 'muy
pocos' estaban al tanto de la operación que tan cuidadosamente tramaban
los dos gobiernos comunistas.
Entretanto, los cubanos se impacientaban. El 14 de noviembre, la
embajada húngara de La Habana informó de que un funcionario del
ministerio de Interior cubano les había pedido que hicieran 'todo lo
posible para que las reliquias llegaran a La Habana lo más pronto
posible, pero discretamente'.
Antes de acabar el mes dos funcionarios húngaros viajaron a La Paz,
donde se les hizo entrega de la mascarilla de yeso y las manos del Che,
conservadas en un frasco de formol, para su traslado a Budapest.
Juan Coronel llegó a finales de diciembre a la capital húngara, donde
recogió las reliquias y se las llevó a Moscú para establecer contacto
allí con la embajada cubana. A los pocos días apareció Zannier, hombre
de confianza de la Revolución.
Fue entonces la Embajada cubana en Moscú le comunicó a Coronel que
'miembros del partido comunista boliviano no podrán ingresar en Cuba'.
Así, Zannier, bajo el seudónimo Rodríguez, subió al avión y, acompañado
por un funcionario de la embajada, emprendió viaje a La Habana con la
reliquias en una maleta de mano.
Durante el viaje, Zannier y su acompañante pasaron momentos de tensión
cuando el vuelo de Aeroflot, la línea aérea soviética, tuvo que hacer
una escala inesperada en Bermudas, para repostar combustible y el pasaje
fue revisado por militares norteamericanos.
A su llegada a La Habana, Zannier fue recibido por la más altas
autoridades y, durante la ceremonia de entrega, Fidel Castro agradeció
también al ministro boliviano Arguedas la entrega de las reliquias del Che.
Según Domény, el MSZMP húngaro se mantuvo a la sombra, en pos del
acercamiento de los partidos comunistas de Cuba y Bolivia.
Para el embajador, pueden existir múltiples versiones de cómo llegaron
las reliquias a Cuba, pero los documentos revelados por el ministerio de
Exteriores magiar demuestran la versión verdadera y lo demás son
especulaciones.
Terra Actualidad - EFE
http://actualidad.terra.es/sociedad/articulo/nuevos_hungria_che_castro_2086716.htm
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