El mejor regalo, la reunión familiar
VIVIANA MUÑOZ
El Nuevo Herald
Regalaron amor durante toda una vida. Muchos de ellos fueron sembrando
caricias, esperanzas y sueños entre sus seres queridos durante décadas y
ahora, en su vejez, piden un regalo de Navidad muy especial, tenerlos a
su lado.
Victoria Azel, de 95 años, le ha pedido a Santa que le cumpla su mayor
deseo: volver a su ciudad de Santa Clara, Cuba, para poder abrazar a sus
cuatro hermanas.
Azel compartió junto a decenas de ancianos una hermosa fiesta de Navidad
en que recordaron el nacimiento de Jesús, cantaron villancicos y
abrazaron al robusto Santa Claus que a duras penas caminaba en el salón
del Riverside Care Center de la Pequeña Habana, cargado de bolsas
multicolores.
Fidencia Acosta, de 89 años, le hizo señas a Santa para que se le
acercara y luego le dijo al oído que le trajera una Navidad de alegría
junto a su familia. ''Quiero que venga mi sobrina Cecilia'', le susurró
Acosta, oriunda de Pinar del Río, en Cuba.
La anciana se emocionó tanto que por poco le arranca la barba a Santa,
quien se la acomodó entre las carcajadas y aplausos de los abuelitos.
Delia Torobo, de 86 años, llamó a Santa y comenzó a cantarle boleros.
''¿De dónde eres?'', le preguntó Santa. Torobo le dijo que ella había
vivido en el barrio de Luyanó, junto al puente Alcoy, en La Habana. ''Yo
extraño a mi sobrino Miguelito'', le dijo. ''Quiero estar con él'', agregó.
Y Francisca García, de 93 años, también le pidió de regalo a Santa que
le trajera a su familia.
La fiesta de Navidad, organizada por los Centros Médicos CAC, se
iluminaba de sonrisas y el pequeño salón, adornado con globos rojos y
flores, casi no daba abasto para la vibrante celebración.
La doctora Mayda C. Antún, la directora ejecutiva de los Centros Médicos
CAC, les agradeció a los ancianos ''por permitirnos compartir el
espíritu de Navidad con personas tan maravillosas, que han dado tanto
amor'', junto con desearles ``que el Año Nuevo les traiga salud, paz y
bendiciones''.
Angie Gold, la directora de actividades del Riverside Care Center,
ayudaba a repartir pasteles y jugos.
''¡Ellos son parte de nuestra familia!'', exclamó Gold, emocionada.
''Siento que Dios me ha mandado esta hermosa misión, estar con ellos'',
agregó la mujer oriunda de Lima, Perú, quien trabaja hace 20 años en el
centro.
Todos los ancianos comenzaron a cantar villancicos, cuando Víctor Reyes,
miembro de la parroquia San Juan Bosco, tocó en la guitarra ``Los peces
en el Río''.
Reyes, un mexicano que ayuda como ministro de eucaristía en la
parroquia, les dijo a los invitados que ``la razón de la Navidad es el
nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, en esa noche tan llena de amor''.
La hondureña María Eugenia Vargas, de 80 años, no aguantó las ganas de
bailar y en medio del salón se dejó llevar por los rítmicos acordes de
guitarra.
Melba Reguera, de 93 años, pidió que todas las noches fueran de Navidad,
``con mucha música, porque yo amo el arte''.
Reguera, de Santiago de Cuba, dijo que su mejor regalo sería ``estar
siempre rodeada de personas buenas''.
''Tengo otro sueño'', exclamó sonrojada. ``¡Bailar con Lucho Gatica!''.
Vestidas de duendes, las jóvenes Jennifer Yaniz, Sandra Pabón y Andrea
Giraldo ayudaban a Santa a repartir regalos, pero también repartían
besos y abrazos. Regina Medina, de 100 años, no supo que decir cuando
estos tres simpáticos duendes se acercaron a abrazarla.
''¿Qué quiere para Navidad?'', le preguntó Yaniz. ''Quiero paz'', le
contestó la centenaria, nacida en Camagüey, Cuba.
Tras dos horas de alegre celebración, Bert Valdés, el director operativo
de los Centros CAC, despidió la fiesta afirmando que ``a todos nos toca
llegar a la vejez y espero que cuando los adultos de ahora lleguemos a
esa etapa de la vida, tengamos la oportunidad de que nos cuiden y
atiendan con amor, con un espíritu navideño que dure todo el año''.
vmunoz@elnuevoherald.com
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