Cuba abrió puertas a reelección de Castro tras año de inmovilismo
Tras un año más de inmovilismo, el régimen cubano dio el primer paso
para la reelección presidencial de Fidel Castro, cuyo futuro político se
desvelará en marzo, cuando se constituya el gabinete que deberá optar
entre el cambio o el continuismo para asegurar la supervivencia de la
revolución.
Prácticamente nada ha cambiado en Cuba desde el 31 de julio de 2006,
cuando Castro se vio obligado a delegar el poder en su hermano menor, el
general Raúl Castro, por la grave enfermedad intestinal que le mantiene
apartado de la vida pública.
La nominación de Fidel Castro como candidato a diputado abrió el camino
a su reelección presidencial a primeros de diciembre, cuando parecía
consolidado el liderazgo del presidente provisional, el general Castro,
más pragmático que su hermano pero con menos carisma político.
Aunque su nominación no asegura que vuelva a ocupar la presidencia de
los Consejos de Estado y de Ministros, la exclusión de Castro habría
supuesto el final de su vida política activa tras casi medio siglo en el
poder.
Altos dirigentes del país se han apresurado a asegurar que el jefe de la
revolución sería el mejor candidato a la Presidencia, mientras la
disidencia interna interpreta su nominación como una nueva señal de
inmovilidad del régimen.
Habrá que esperar a marzo, cuando el Parlamento designe a los miembros
del Consejo de Estado, para despejar la incógnita sobre el papel
político reservado al comandante, de 81 años.
Entretanto, Fidel Castro, que fue visto en público por última vez el 26
de julio de 2006, sigue presente en la vida de los cubanos con artículos
de opinión en los que se ocupa de temas internacionales y muy rara vez
se refiere a su salud o a los problemas internos del país.
Durante el último año, apenas ha mencionado a su hermano Raúl en sus
escritos y ha evitado valorar su gestión, aunque no ha ahorrado críticas
para los defensores de reformas aperturistas.
Mientras, Raúl Castro ha optado por escasas apariciones públicas y
mensajes claros, como el que lanzó el pasado julio, cuando, lejos de
triunfalismos, enumeró los principales problemas del país, anunció
ajustes estructurales -todavía pendientes-, y llamó a un debate nacional
para repensar el socialismo e identificar las demandas de la población.
Las organizaciones de masas se pusieron manos a la obra y promovieron
debates en toda la isla en los que, según fuentes oficiales,
participaron 5 millones de personas cuyas propuestas no se han hecho
públicas.
Más allá de planteamientos políticos, en estas reuniones los cubanos han
hablado de problemas prácticos, como la necesidad de incrementar los
salarios, mejorar el transporte, la educación y la sanidad, dos antiguos
pilares de la revolución que acusan ahora la falta de recursos y de
personal.
Paralelamente, crecen las voces críticas contra medidas hasta ahora
consideradas temas tabúes, como la prohibición a los cubanos de
hospedarse en hoteles para extranjeros, las restricciones de viajes al
exterior o las limitaciones a la propiedad.
En una reciente entrevista con un portal cultural cubano, Eliades
Acosta, jefe del departamento de Cultura del Comité Central del Partido
Comunista, admitía que Cuba vive 'un momento de transformaciones
revolucionarias' y reconocía la 'necesidad de cambios'.
La sociedad ideal planteada por Acosta, uno de los pocos dirigentes que
se ha referido públicamente a posibles cambios, debería reconocer la
crítica, desterrar la censura, satisfacer las necesidades materiales de
la población y evitar que los cubanos se sientan 'ciudadanos de menor
categoría' en su propio país.
El silencio oficial sobre las reformas que estaría estudiando el
gabinete provisional de Raúl Castro ha contribuido a alimentar todo tipo
de conjeturas en ámbitos políticos, empresariales y diplomáticos sobre
posibles ajustes para encauzar la debilitada economía cubana y no
defraudar de nuevo las expectativas de la población.
La atención está ahora puesta en la próxima reunión del Parlamento, a
finales de diciembre, aunque no son pocos los escépticos que opinan que
no se aprobarán reformas que supongan cambios estructurales.
El camino es complicado, reconocía el dirigente juvenil Carlos Lage
Dávila, hijo del vicepresidente Carlos Lage, durante un debate sobre la
transición: 'Hacia dónde vamos, es algo que todavía no sabemos. Le
llamamos socialismo, aunque el socialismo, como lo plantearon los
marxistas clásicos no ha existido nunca'.
La clave parece estar en la capacidad de los sectores reformistas para
vencer las resistencia al cambio de los conservadores e iniciar un
camino de reformas que satisfagan las demandas de la población sin
saltarse los límites del modelo socialista.
Terra Actualidad - EFE
http://actualidad.terra.es/nacional/articulo/cuba_castro_abrio_puertas_reeleccion_2136732.htm
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