Friday, March 02, 2007

Una competencia irrisoria

Sociedad
Una competencia irrisoria

En la costa norte de la Isla han sido instaladas estaciones de
televisión con el propósito de interferir señales extranjeras.

Yodel Pérez Pulido, Camagüey

viernes 2 de marzo de 2007 6:00:00

La decena de nuevos canales de televisión municipales inaugurados en
Cuba desde 2006 hasta la fecha podrían parecer obra del milagro.

Concebidos, la mayoría, con tecnología básica para la teletransmisión,
fundamentalmente de procedencia asiática —pero moderna en todos los
casos—, los llamados "telecentros" son la constatación de una idea de
Fidel Castro, quien los creó para bloquear desde la costa norte de la
Isla las cada día más frecuentes y perceptibles señales de Radio y
Televisión Martí.

Esa verdad, concebida en uno de los mítines del Comandante con los
máximos dirigentes del Departamento Ideológico del Comité Central del
Partido, el ICRT y la Unión de Periodistas de Cuba, es poco divulgada
por la prensa oficialista.

La antítesis de que esos centros no son más que uno de los mecanismos
que posibilitan la formación de una "cultura general e integral en el
pueblo", es manejada casi con absolutismo.

Así han surgido nuevas señales como Canal Habana (antiguo CHTV), en la
capital, y en las ciudades de Nuevitas, Cárdenas, Baracoa, Morón, Sagua
la Grande, Moa, entre otras.

El mismo perro, pero…

La llamada televisión territorial es un fenómeno que nació de las
probadas teorías de acceso y participación, propuestas y llevadas a la
práctica por estudiosos latinoamericanos de los medias, con la
colaboración de especialistas de Europa y Estados Unidos. Es definida
como una ventana donde deben asomarse las culturas de las comunidades,
sin ninguna otra pretensión que no sea la de retratar la imagen cercana
que rodea a dichas poblaciones.

Con esa premisa surgió en Cuba, hace más de una década, la Televisión
Serrana y se intentó modificar la programación habitual de los
telecentros provinciales. Pero no ha sido esa la misión inicial de las
nuevas estaciones. No es casual que muchas de ellas hayan salido al aire
aun sin completar el personal técnico ni el talento artístico. Algunas
sólo son corresponsalías de televisión con equipos de transmisión.

En horario nocturno se puede acceder a una programación uniforme, con
programas enlatados "sugeridos" y aprobados por el ICRT. Además de la
obligatoria Mesa Redonda y el Noticiero Nacional de Televisión, son
vistas series amorfas de contenido, largas en su extensión, pero idóneas
para un horario donde es sabido que ocurren las mayores interferencias
en las señales nacionales de televisión.

Los televidentes de Camagüey, por ejemplo, ven actualmente una copia de
una telenovela argentina llamada Alas, poder y pasión, que carece de las
más mínimas normas técnicas para la teledifusión. Esa misma telenovela
se proyecta en todos y cada uno de los nuevos telecentros, acompañada de
archiconocidos seriales españoles como Aladina y Brigada Central,
también con deficientes parámetros técnicos.

Aún muchos se preguntan qué aportan esos materiales a la "lucha por la
cultura". Lo cierto es que con ellos se protagoniza una sostenida
batalla contra las otras señales, esas que penetran en las frecuencias
de los canales Cubavisión y Tele Rebelde y han provocado algunas notas
oficiales para intentar hacer ver tales acontecimientos como fenómenos
climatológicos.

Y tal suerte de fiebre televisiva podría entenderse como una extensión
de lo que hoy ocurre con los cuatro canales nacionales, que sustentan
una programación basada en materiales copiados de las televisoras
History Chanel, A&E, Discovery, y con los que han alcanzado fama
periodistas de ocasión como Reinaldo Taladrid, Magda Resik y otros.

Desde el punto de vista informativo, la realidad de las nuevas
estaciones locales es peor. Las dos cámaras de televisión asignadas para
cada una de las corresponsalías, los modernos equipamientos de edición y
los restantes dispositivos, son orientados hacia una cobertura
informativa sesgada, que sólo muestra los "triunfos" de la Revolución.

Lo que se había hecho costumbre desde los centros provinciales de
televisión ahora se ha duplicado, con la diferencia de que estos
últimos, al perder la prioridad, han agudizado una decadencia
conceptual, técnica y de postproducción. Estos también han tenido que
extender sus trabajos hasta el horario nocturno para contribuir a lo que
es considerado "batalla nacional".

Poco espacio hay para la novedad, la creación artística y otros modos de
reflejar un suceso. En verdad, poco importan. Desde las nuevas
televisoras, desde las viejas, la alternativa es trasmitir, transmitir
lo estipulado, en el horario fijado y con la prioridad marcada.

Más televisión, menos alimentos

Conociendo lo costosa que es la tecnología actual para televisión, es
increíble asistir a tanto derroche en pos de frenar cuanto mensaje o
imagen pueda romper la urna informativa en la que vive la Isla.

Los trabajos de perfeccionamiento de la infraestructura técnica para el
acceso de la población a las señales de televisión, protagonizados por
la empresa estatal RadioCuba, fueron calculados el pasado año en 12
millones de dólares. Para 2007, según fuentes de la Asamblea Nacional,
el Estado ha incrementado el presupuesto del ICRT en un 15%, imaginando
los sólidos desembolsos que tendrá que hacer el organismo para solventar
los nuevos salarios.

Claro está que la programación en sí no cuesta nada: son productos
realizados por televisoras extranjeras y por los cuales, supuestamente,
el gobierno ha pagado derechos de retransmisión. En medio de tanto
desembolso, la producción nacional de series dramáticas como aventuras,
telenovelas y cortometrajes de ficción ha sido radicalmente disminuida.

Unido a esto, La Habana sigue resolviendo la crisis de maestros para las
enseñanzas primaria y secundaria con una programación educativa por
televisión, que se hace ver como una novedosa manera de enseñar. Por esa
producción de materiales didácticos, carentes de calidad audiovisual,
devengan salarios maestros, asesores del Ministerio de Educación y el
personal técnico involucrado.

A todas las luces, las viejas imágenes desde los modernos aparatos de
teletrasmisión no son más que intentos exacerbados del gobierno para el
afianzamiento de una política informativa que se vigila y fiscaliza con
sumo control.

La invasión de las nuevas señales televisivas ya ha propiciado denuncias
del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos que testimonian
un resultado esperado. De hecho, constituyen una respuesta —con
contenido de imagen— a las señales radiotelevisivas que llegan desde
Estados Unidos con el fin de romper el cerco informativo de La Habana.

Ahora se les responde con la misma moneda, pero de forma mediocre, como
siempre. ¿Acaso pretenden poner a competir a Randy Alonso con Montaner,
o a Aladina con Cristina?

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