POLITICA
Hechos y no palabras
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba - Julio (www.cubanet.org) - El gobernante Fidel Castro y
sus ecos en el gabinete que preside calificaron el informe sobre las
últimas "Medidas para una Cuba Libre", emitidas por el gobierno de los
Estados Unidos como "un documento poco serio que hay que tomar muy en
serio".
Como se trata de un documento de trabajo del gobierno de los Estados
Unidos, no tiene sentido desgastarse en el análisis detallado de toda su
amplia extensión.
Por ejemplo, absurdo es detenerse en la conveniencia o no de discutir
justo ahora el destino de propiedades que en muchos casos ya no existen
o que se encuentran ubicadas en los límites estrechos de dos municipios
habaneros: Playa y Plaza de La Revolución. Es decir, más
específicamente, Miramar y El Vedado.
Esto de por sí es lastimoso, La Habana, cuenta con 14 municipios. ¡Vaya
usted a saber por qué se traba la catalina con las casitas de dos
municipios habaneros, que no son exactamente los más poblados!
Me cansa la redacción de documentos oficiales tan pomposos. Se trata de
problemas prácticos: Ayudar en la forma más eficiente y garantizar que
la ayuda llegue a su destino natural. Ahí está el quid del asunto. En
esto, los europeos son más efectivos.
He leído con mayor o menor sorpresa los diversos pronunciamientos que
sobre el tema han hecho líderes reconocidos de la oposición interna. Lo
más lamentable es que ciertos o no, todos los pronunciamientos están
formulados en el metalenguaje impuesto por el régimen de Fidel Castro.
El estado cubano clasifica como estado mendigo, irresponsable e incapaz
de asumir dignamente los compromisos que contrae. Esto abarca el terreno
político, diplomático e incluso el económico, entre otros. Su diferendo
principal no es con el gobierno de los Estados Unidos, es con el pueblo
de la Isla. A fin de cuentas, no son norteamericanos los que construyen
balsas o los que instalan ingeniosas antenas parabólicas. No son
precisamente yanquis los que llenan las cárceles.
Durante la corta etapa de lucha guerrillera manigüera en la Sierra
Maestra, está documentado cómo el grupo de Fidel Castro recibió y aceptó
la ayuda que le fue suministrada por Costa Rica, Venezuela e incluso
República Dominicana. Esta última por voluntad personal del entonces
dictador Rafael Leonidas Trujillo.
En aquella etapa, Castro aceptó la ayuda de los pequeños grupos
exiliados en los Estados Unidos. También la de sectores privados
estadounidenses. En otro orden de cosas aceptó la ayuda brindada por
grupos políticos vinculados al depuesto presidente Carlos Prío Socarrás.
La propaganda al servicio del gobierno de Fidel Castro expuso después, y
hasta la saciedad, el argumento de que tales dineros (los de Prío) eran
fruto del robo a las arcas públicas. ¿Entonces qué?
Los argumentos del régimen cubano están descalificados de inicio.
Si los Estados Unidos intervienen cuando apoyan la lucha contra la
dictadura de Fidel Castro, el gobierno populista de Venezuela lo hace,
cuando ayuda de forma masiva a esta misma dictadura. El caso es que el
gobierno de Fidel Castro toma rehenes y no vacila en represaliar. Cuando
al Sr. Embajador Cason le dio por hacer rabiar a Castro, la respuesta
gubernamental cubana no fue decretar persona non grata al diplomático.
Optaron por encarcelar cubanos.
El Sr. Ricardo Alarcón, presidente del domesticado parlamento cubano,
declaró recientemente en relación con el tema de las ayudas que
"mientras exista esta política (de EE UU) habrá quienes tengan en algún
momento que pagar las consecuencias". Esto en buen español quiere decir
que el régimen castrista la emprenderá otra vez contra cubanos inermes,
a merced de su ira. Quizás ésta sea una de las causas de los criterios
divergentes sobre el tema de las ayudas dentro del liderato opositor.
Falta comprensión. Con ayudas o sin ellas, el régimen castrista
descalificará al movimiento opositor. Lo que no se debe es permitir que
el discurso y el metalenguaje gubernamental se impongan en la agenda del
liderato de la oposición interna.
En Cuba, para la libertad se enfrenta a un sofisticado aparato
represivo. Se enfrenta además la parafernalia propagandística de la
izquierda populista pagada con los dineros de la Venezuela chavista.
También a una de las fortunas más grandes del mundo, entonces, ¿cómo
hacerlo sin recursos?
Los líderes, desde que asumen que lo son, aceptan compromisos y riesgos.
Se trata de estar a la altura de la causa que representan y ser muy
consecuentes. Bonaparte, entre las cosas que dejó para la posteridad,
afirmó que para ganar una guerra eran necesarias tres cosas: dinero,
dinero y más dinero. Si el dinero para la libertad viene de los Estados
Unidos o del infierno, bienvenido sea.
Por tanto, esperemos que la ayuda de marras encuentre su camino a Cuba.
Que no se quede en vistas a color de surtidos almacenes o atada por
regulaciones del embargo en las playas amargas del destierro.
Prestigiosos líderes se han manifestado contra la recepción de ayuda
norteamericana. Esperemos por sus pronunciamientos y soluciones en torno
a la recepción de la ayuda que brinda muy selectivamente la Unión
Europea (UE) o sobre su ampliación. Sería de muy mal gusto y
completamente decepcionante que en la práctica no se esté a la altura
del discurso político del contrario. Hechos y no palabras es la demanda
del momento.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jul06/14a7.htm
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