SOCIEDAD
Pura miseria
Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - Podría interpretarse como un
culto a la pobreza. Esas instancias en las que nadie quiere habitar.
¿Qué se siente ante el acoso de cuatro paredes esperpénticas, pródigas
en humedades y cicatrices, bajo las amenazas de muerte de un techo con
ansias de convertirse en escombros, a merced de la luz secuestrada a
perpetuidad por las penumbras y en medio del cerco de un mobiliario
ensamblado a pura miseria?
Este el panorama que subyace en Cuba. Los ámbitos proscritos del lujo
que fluye desde los hoteles cinco estrellas para los turistas, de las
comarcas de los privilegiados de la nomenclatura y de los proletarios
que se prenden al pillaje como sanguijuelas con el fin de desvalorizar
los infortunios.
Los hijos de las desdichas, las piezas de un juego ¿macabro? que el
poder utiliza a su antojo y conveniencia. Los vi en Regla y Lawton, dos
lugares de la geografía capitalina. También allá en Mayarí, a 800
kilómetros al este de La Habana.
Me los puso en las pupilas, con una etiqueta, Humberto Solás. "Barrio
Cuba", así se titula el filme que recrea ese mundo entre la fantasía y
el horror insertado en el alma de la ínsula. Es real, demasiado real,
diría que apabullante.
Estigmas de una sociedad, que sobrevive a un naufragio de larga data, se
lanzan en toda su crudeza como un manotazo en la plenitud de un sueño.
No hay alardes, ni síntomas de distorsionar la realidad para lograr
golpes efectistas. Basta la exposición de varios conflictos que riman
con la música de la precariedad existencial convertida en una letanía,
en el país que pretende exportar la felicidad y el sosiego.
La miseria explota en el rostro, llena de sombras las butacas, nos toma
por el cuello y nos deja exhaustos.
Ciento trece minutos de evidencias sobre los malabares tan
imprescindibles en el arduo camino de la sobrevivencia. El equilibrismo
en perspectiva para evitar -sin éxito- las caídas. Un suceso que se
desplaza por los carriles de la perversidad y lo aberradamente cotidiano.
La saturación de apremios permite tocar ese universo que atañe al ser
humano, sus valores anegados de contradicciones, sus rupturas
condicionadas por los imponderables, el impulso por arrancarle un
espacio a la esperanza aunque sea sólo eso, un intento, un proyecto
recostado en la parte superior de una nube.
Creí haber oído que era una comedia, pero no, pude asomarme a esa Cuba
que duele como un aguijonazo de escorpión.
Si algo podemos dar como cierto es nuestra condición de indigentes
alfabetizados. Tal condición se revierte en las posturas emergentes para
salir de esas zonas donde la inercia pretende ser absoluta y las
necesidades, un fardo con peso de elefante.
Los atajos para escapar del igualitarismo con sus demonios y sus
atrofias pueden transgredir lo legal y lo juicioso, pero a fin de
cuentas, son maniobras para salvar en alguna medida la mente de la
locura y el cuerpo de conspiraciones que favorezcan la extinción.
En el celuloide ha quedado impreso el drama que agobia y martiriza a
millones en Cuba. Ahí están los miserables, sus agonías, sus entuertos,
su moral estrujada por los avatares, su dignidad supurante y fatigada.
Yo los conozco, vivo muy cerca de ellos y muy lejos de los sitios
dominados por la riqueza. Desde esas torres de marfil, entre lujos y
prerrogativas, suelen pedirnos, con micrófono y amplificadores, más
sacrificios. ¿Pensarán que vivimos en la Luna?
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jan06/26a8.htm
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