CRIMEN
Mataron a Miguelito
Juan González Febles
LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - La Habana se convirtió en
una ciudad violenta, sucia e iracunda. Es el lugar donde es difícil
vivir y los transgresores de ciertos códigos mueren. En La Habana
existen códigos creados por mundos habaneros que apenas se toleran. Por
eso, mataron a Miguelito al amanecer.
Sucedió en Lawton. Los matadores eran negros. Conocían bien su trabajo.
Lo realizaron sin errores. Actuaron rápida y expeditamente. Llegaron en
una moto y gritaron desde abajo. Miguelito decidió bajar para saber qué
querían con él dos desconocidos.
Mientras el conductor de la moto esperaba en la calle con el motor
listo, el matador recibió a Miguelito en la puerta del edificio. No le
explicó por qué lo mataba ni en nombre de quién. Le asestó dos puñaladas
que le dañaron directamente el hígado. La muerte le concedió poco
tiempo. Murió diciendo cosas inconexas sobre matadores llegados desde El
Cotorro.
Nadie se siente capaz de reconocer al asesino. Los vecinos refieren que
llevaba puesto un anorak con la cabeza cubierta. Era negro y vestía de
negro en un momento en que las sombras mandan. Fue poco antes de
amanecer, el día 15.
Miguel Díaz era querido por sus vecinos. Tenía muchos amigos y algunos
enemigos. Vivía en la calle Milagros entre la calle Lawton y la calle
Armas en Lawton. En la vecindad del célebre Parque Buttari. Hay pocos
testigos. Nadie ha podido precisar un hecho concreto. Sólo se cuenta con
especulaciones.
Miguelito era un luchador. Un mecánico de oficio capaz de reparar motos
y automóviles que vendía a precios muy ventajosos. Se conoce su
participación en algunos escabrosos episodios románticos, con casadas
infieles. También ruidosos incidentes incruentos con individuos que se
sintieron estafados en alguna transacción. O con otros que simplemente
no obtuvieron la ganancia jugosa a que aspiraban.
Ñico es una de las personalidades más pintorescas de la barriada.
También simpatizó mucho con Miguelito. Ñico es un orate simpático mimado
por todos sus vecinos. Miguelito, por no ser menos, lo "salvó" con
tabacos o con algo de dinero en más de una ocasión.
Ñico le dedicó a Miguelito uno de sus mejores y más sentidos discursos.
El loco vociferó su oposición a que la gente se muera por violencia
antes de cumplir los cuarenta años. Curiosamente, Ñico no habla de su
hermano, el otro orate del barrio, quien murió en fecha reciente. Es a
Miguelito a quien dedicó su discurso.
La policía no hace declaraciones. El equipo forense se marchó sin
evidencias. La Habana se convirtió en una ciudad iracunda. La gente
muere por violencia entre sombras, después que anochece y antes de
amanecer. Mataron a Miguelito antes de su primera cana, lo hicieron al
amanecer.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jan06/25a7.htm
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