Publicado el Domingo, 26 Febrero 2012 13:55
Por Emilio Morales
Cuando ocurrió la caída del campo socialista y el derrumbe de la Unión
Soviética, el sistema cubano tuvo que "tropicalizarse" rápidamente para
salir del abismo al que fue empujado de la noche a la mañana.
La pérdida del subsidio soviético, la desaparición del apoyo
financiero y político del campo socialista, así como la perdida del 85
por ciento de los mercados donde se exportaban los productos cubanos a
finales de los 80, obligaron al régimen cubano a implementar una
apertura económica en 1993 con el objetivo de salir de la dura crisis
que la propaganda castrista bautizó con el eufemismo de "período
especial". No había otra alternativa para el gobierno de Fidel Castro:
el país tuvo que abrirse al capital extranjero e introducir fórmulas
capitalistas para evitar el colapso total.
Y entonces, se hizo el milagro.
Había transcurrido casi una década de esa dinámica de sobrevivencia
cuando apareció el gobierno de Hugo Chávez, en 1999, como el sustituto
del subsidio soviético: la isla salió de las emergencias del periodo
especial.
De repente, el petróleo
De pronto, Venezuela se convirtió en el socio comercial más importante
de Cuba. La danza de los millones del petróleo llegaba hasta la isla.
Chávez financiaba cuanto proyecto se le ocurría a su padrino en La Habana.
Gracias al nuevo subsidio venezolano, el gobierno pudo invertir cientos
de millones en reparar cientos de escuelas y hospitales, exportar mano
de obra como nunca -casi 50,000 civiles cubanos prestan servicios en los
sectores de la salud, la educación y el deporte-, echar a andar la
refinería de Cienfuegos, recibir 125,000 barriles de petróleo diarios y
desarrollar un sinnúmero de proyectos conjuntos de millonarios recursos
financieros, los que incluyeron hasta inversiones cubanas en Venezuela.
Sin embargo, los tiempos de bonanza parecen acercarse al final. Esta vez
no son el derrumbe del muro de Berlín o la perestroika de Mijaíl
Gorbachov los causante del posible regreso de la economía cubana al
abismo de los años 90. La enfermedad de Chávez, al parecer irreversible,
obliga a la nomenclatura cubana a un inaplazable Plan B.
La situación se repite como un juego a la noria. La posibilidad de
perder el principal socio comercial y, al mismo tiempo, el patrocinador
principal de la economía de la isla, no está lejos de la realidad,
dadas las circunstancias que han obligado a Chávez a regresar el quirófano.
En el mejor de los escenarios posibles, el regreso de un Chávez muy
debilitado física y mentalmente lo limitaría para abordar las elecciones
más difíciles que va a enfrentar en toda su carrera política y que están
al doblar de la esquina. Y este desenlace tiene un peso enorme en el
futuro económico de la isla.
Entre la muerte y la debacle
¿Que significaría para la economía cubana la muerte de Chávez o la
pérdida de las elecciones?
En un principio, marcaría la pérdida del suministro actual de petróleo y
el recorte del capital millonario que recibe el gobierno cubano por los
trabajadores civiles cubanos que desempeñan misiones en Venezuela.
Significaría -nuevamente- la perdida del principal socio comercial.
Y no debe perderse de vista que la repatriación de toda esa fuerza
laboral hacia la isla y su reinserción en la burocracia estatal que el
gobierno está empeñado en eliminar, provocaría un cuello de botella que
no encaja en el cambio de modelo que impulsa actualmente el gobierno cubano.
Estratégicamente, el cambio de modelo cubano estaría obligado a
acelerarse con reformas más profundas a fin de evitar el colapso, pues
no son tiempos de cuchillos largos en la noche ni de tanques en la
calle, Esas recetas represivas han dehado de ser efectivas en el siglo
XXI por el costo político que arrastran. Los recientes acontecimientos
en el Medio Oriente no dejan margen a la duda.
El Plan B iría por una mayor apertura al capital extranjero, con
variantes más atractivas y flexibles que garanticen el desarrollo de la
industria petrolera, el incremento del turismo, la recuperación de la
industria azucarera, el estímulo al desarrollo de la agricultura y la
apertura del sector privado a los profesionales.
Un plan estratégico
En un plan semejante, sin dudas, un replanteamiento estratégico de las
relaciones del gobierno cubano con el exilio deben ser uno de los
elementos clave, y la Iglesia Católica puede jugar un rol importante
para sentar las bases de una reconciliación necesaria.
Durante los últimos tres años, la administración de Barack Obama le ha
facilitado al gobierno cubano una serie de medidas que han servido para
incrementar el poder adquisitivo de la población y el acercamiento de
las familias, a partir de la liberación de los viajes a Cuba y de los
envíos de remesas, entre otras medidas. Al mimo tiempo, no ha puesto
trabas al recién comienzo de la exploración petrolera en aguas
profundas cercanas a la Florida.
También es inédita la autorización de 13 aeropuertos norteamericanos
para realizar vuelos directos a Cuba, en un giro de política no visto en
los últimos 50 años.
Todas estas medidas en conjunto constituyen una base sólida para un
posible replanteamiento del embargo en un eventual -y cada vez más
posible- segundo mandato de Obama. Por lo pronto, habría que solucionar
el diferendo reanimado por el caso del contratista Alan Gross, preso en
La Habana desde el 2009.
Inesperadamente, un tsunami ha aparecido en la Habana.
La aceleración de las reformas parece ser la solución mas benévola y
efectiva ante la nueva situación generada por la enfermedad del
mandatario venezolano. La octogenaria nomenclatura cubana sabe que corre
el mismo riesgo que Chávez.
No hay tiempo para más retórica política. Los países aliados de
Venezuela están captando el mismo mensaje y una alarma recorre América
Latina y el Caribe. El gobierno de Raúl Castro tiene una oportunidad
histórica y sólo depende de él saber aprovecharla.
* Economista cubano. Ex jefe de planeación estratégica de mercadotecnia
en la corporación CIMEX y autor de los libros Cuba: ¿tránsito silencioso
al capitalismo? y Marketing without Advertising, Brand Preference and
Consumer Choice in Cuba. Es presidente de Havana Consulting Group, en Miami.
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