Amarilis C. Rey
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - La escuela primaria a la
que asisten cientos de niños en la localidad de Managua, no es la que
conocimos muchos de los que hoy peinamos canas.
Esta de ahora se construyó hace cinco años. En aquel momento las
autoridades explicaron a los ciudadanos que se mostraban contrariados
por el cambio, la necesidad de ampliar las instalaciones debido al
crecimiento de la población en edad escolar de la zona. Así fue como el
centro escolar Adolfo del Castillo, inaugurado en 1944, se convirtió en
la escuela Republica Popular de Angola.
Hace unos días, encaminé mis pasos hacia la escuela, movida por el
comentario de algunos padres acerca de que sus hijos se habían
contagiado de escabiosis, debido a la presencia de perros enfermos en
los alrededores. Los pisos de la escuela estaban limpios, y todo lucía
bien organizado. En el matutino, preámbulo del inicio de las clases, se
mencionaron los nombres de una docena de niños que participaron en el
ejercicio de preparación para la defensa, realizado en el pueblo el día
anterior.
A las filas que formaban los alumnos se incorporaron los perros, algunos
presentaban lesiones en la piel. La directora del plantel fue abordada
por una madre a su llegada al centro, minutos después de concluida la
actividad matutina. Llevaba en su mano la señora el certificado donde se
daba fe de la afección del hijo.
Ante el reclamo de la madre, la directora argumentó:
-Esos perros vienen con los alumnos, y luego se quedan aquí. Imagínate,
los niños quieren a los animales. ¿Qué podemos hacer nosotros?
Según la opinión de varios padres, los perros no vienen de ninguna
parte; están en la escuela y merodean por el comedor, esperando las sobras.
Sin embargo, una profesora dijo a esta reportera: "Mira, el problema de
la sarna no es por los perros, no te dejes engañar. La situación social
y económica que tenemos es desastrosa. No todo el mundo mantiene la
higiene adecuada en su casa y muchas veces los niños traen las
enfermedades, y contagian a sus compañeros. Hace dos cursos que no vemos
un piojo, y pregunto: ¿qué se hicieron? Las escuelas estaban llenas de
niños con piojos, y de buenas a primeras se acabaron. A muchos alumnos
se les prohibió entrar en la escuela hasta que se curaran. No todos los
padres reaccionaban igual; unos le daban al asunto más importancia que
otros. Pero los piojos desaparecieron".
La nueva escuela tendrá que seguir lidiando con las mismas dificultades
que enfrentan las familias cubanas con los artículos de higiene, tanto
para el hogar como los personales. Los precios no son asequibles a los
bolsillos de los trabajadores.
Le comenté a una antigua condiscípula:
-Cuando éramos niñas nunca vimos piojos, ni sarna, ni perros en las
escuelas
-Sí, querida, pero esta es otra época. La de nosotras pasó hace años.
No comments:
Post a Comment