2009-07-29.
Héctor Julio Cedeño Negrín, Periodista Independiente
(www.miscelaneasdecuba.net).- Un grupo contestatario pacífico provocó el
calor solidario de los vecinos de la calle Sol, en el casco histórico de
la vieja Habana colonial, vía que marca la salida del astro rey.
El hecho ocurrió en la tarde del pasado viernes 24 de julio de 2009,
cuando las hordas de la llamada Seguridad del Estado intervinieron
violentamente contra un grupo de opositores pacíficos que caminaban por
esa calle de la capital cubana.
Los pobladores asomados a los balcones y desde la calle gritaban
abusadores y frases de reproche a los esbirros, quienes apoyados por la
Brigada Especializada de la Policía arremetieron contra los pacifistas.
Los activistas ante la acción de los represores gritaban: ¡Vivan los
derechos humanos! ¡Libertad para los presos políticos! ¡Abajo la
dictadura!, etc.
Me sentí muy feliz ante la reacción de los vecinos que se solidarizaron
con nosotros. Lo cierto es que si los segurosos no nos reprimen, nadie
se hubiera enterado que ese grupo de ciudadanos que caminaban
pacíficamente por las calles de la Habana Vieja éramos opositores a la
dictadura de los hermanos Castro.
Decía yo a uno de los secuaces de la satrapía imperante que me
reprochaba por la algarabía formada, que cada violación de los derechos
humanos debe tener su correspondiente costo político para la dictadura.
No ponemos bombas, ni siquiera pintamos carteles, pero ante cualquier
violación debemos protestar públicamente.
Yo solo levanté las manos e hice una uve con los dedos, el tradicional
saludo de la victoria.
La violencia la aportaron ellos. Me introdujeron violentamente en uno de
sus vehículos ante mis gritos, los gritos de mis compañeros y los de los
ciudadanos que miraban la escena. ¡Me sentí muy feliz! Tanto, que no
aprecié el maltrato tan violento. Solo después de horas, fue que sentí
dolor en los brazos, en los hombros y en el cuello. Me reí tanto ante la
cólera de ellos, que me decían ¡No te rías que esto es serio! Se la
hicimos buena".
Varias decenas de ciudadanos comprobaron como en Cuba se reprime
violentamente a personas completamente pacíficas que marchan tranquilas
por las calles. Solo por el hecho de demostrar a la población la
naturaleza represiva de la dictadura, valen la pena los empellones.
Lo que ocurre es que estas generaciones de cubanos no vivieron los
crímenes tremendos de la dictadura de los años cincuenta, sesenta y
setenta. Los criaron a fuerzas de mentiras; los que podían haberles
dicho se marcharon y los que se quedaron quisieron olvidar.
Es como empezar de cero. En el exilio muchos no conciben esto. Claro no
saben lo que ha pasado aquí. Los Castro han realizado una labor
sistemática y minuciosa lavando el cerebro a las nuevas generaciones y
lo han conseguido en gran medida.
Pero además cuando un grupo de cubanos se ponen en sintonía, organizan
una emigración masiva y rompen el vínculo y los que quedan poco saben de
lo pasado.
En el presente y dada la gran necesidad de dólares de los dictadores,
con la tremenda crisis y la ausencia de un financiamiento como el que le
prestaba la Unión Soviética, no han podido romper el enlace con los
exiliados que en buena medida son los que mantienen al pueblo de Cuba.
Luego de disgregarnos y dividir el grupo, a Maryori, una valiente y
bella opositora y a mí, nos introdujeron por separado en la estación de
policía de Zulueta y Dragones. Siguieron a un grupo, desde allí hasta
Arroyo Naranjo para impedir que retornaran. Pero el otro grupo menos
perseguido pudo llegar a la Iglesia del Carmen situada en las calles
Infanta y Neptuno.
Debo denunciar, como prometí al esbirro en cuestión que se hace llamar
Mayor Adalberto, que el mismo me robó una agenda y un bolígrafo que yo
portaba para hacer mi trabajo periodístico. "Yo me llamo Idalberto
puedes decir lo que quieras", me dijo.
Expresó además, que éramos unos mercenarios y que recibíamos dinero de
la Fundación Cubano Americana, que era un grupo de terroristas.
Ciertamente ellos solo dicen sandeces y mentiras y son los verdaderos
terroristas del mundo. Una dictadura asesina que ha destruido la vida de
miles de cubanos y de muchos otros ciudadanos del planeta.
Cuando me dejaron en libertad, me sumé al grupo que se reunió en la
Iglesia del Carmen y participamos en la misa. Oramos por los presos
políticos, por su salud y su libertad. Y retomamos la asistencia a la
misa del Carmen, tan reprimida tiempo atrás por los esbirros de la satrapía.
Debo consignar que cuando comenzó el cerco, en las calles Reina y
Amistad, allí donde estaba en otros tiempos una de las tiendas de la
Cadena SEARS, ahora el llamado Palacio de Computación, enviaron a un
supuesto manisero a vigilarnos, lo que me hizo recordar aquella canción
del principio de la revolución titulada Los Chivatos, que decía algo así
como:
"Billeteros sin billetes, maniseros sin maní, que se apodaban así, pa´
después dar el soplete".
En fin, que la jornada del viernes 24 fue todo un éxito de los
opositores y un revés para los sicarios de la dictadura. Le calentamos
La Habana. Los muy perros movilizaron más de cuarenta esbirros esa tarde
y una buena cantidad de vehículos. Vendrán días más calientes en el
verano cubano y también, como no, se calentará el invierno.
LE CALENTAMOS LA HABANA - Misceláneas de Cuba (29 July 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=21981
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