Wednesday, January 07, 2009

Cuba y la izquierda

Cuba y la izquierda
José Marí Olano
Lunes, 05-01-09

CUANDO murió Franco, nadie dudaba que la dictadura acabaría para dar
paso a la democracia, sino cómo y cuándo se produciría el cambio, y a la
generación de mis padres debe la mía que ese cambio fuera rápido e
incruento. Lo mismo ocurre con Cuba treinta y pico años más tarde, si
bien con una diferencia respecto de la dictadura franquista: mientras
que en el caso de Franco todos los demócratas, de izquierdas y de
derechas, tenían las cosas muy claras, no es la misma la actitud de la
izquierda de hoy con Castro, especialmente de la española.
Esa actitud la comencé a ver hace muchos años. Recuerdo, en particular,
una tertulia en mi Colegio Mayor con un destacado dirigente socialista,
poco después de los sucesos de Tiananmen. Uno de los colegiales le
señaló que había una cierta complicidad ideológica, que iba más allá del
mero pragmatismo o de la pura necesidad, del socialismo europeo con las
dictaduras comunistas, como la china, las del este de Europa (entonces
todavía no se había desmoronado el Muro de Berlín y Ceaucescu gobernaba
en Rumanía) y, especialmente en el caso del socialismo español, la cubana.
El socialista, persona cabal y sensata, le respondió a mi compañero lo
siguiente: «Vale, vale, pero ¿y Pinochet?». «Pues otro dictador del que
abomino», fue la respuesta, «pero cuyo régimen tiránico no es excusa
para que se disculpe al cubano». La conversación acabó con un «Bueno,
bueno, tú no sabes lo que era la Cuba de Batista», respuesta ante la
cual la audiencia constató la endeblez de los argumentos del socialista
y los complejos que caracterizan al socialismo español cuando se habla
del régimen cubano.
Cincuenta años después del ascenso de Castro al poder, nada ha cambiado:
Castro (sea Fidel, sea su hermano) sigue mandando y sojuzgando a los
cubanos, y la izquierda española sigue silbando, mirando hacia otro
lado, leyendo el periódico (no todos, sino sólo algunos) y disimulando.
Parece que para ellos Castro sea un dictador, pero al menos un dictador
de los suyos, y no de los otros. Porque, al fin y al cabo, la libertad
está muy bien, pero no es lo mismo acabar con ella por la revolución
popular que en nombre de la involución.
Diputado en las
Cortes y Abogado
del Estado
COMO PEZ FUERA DEL AGUA

http://www.abc.es/20090105/valencia-valencia/cuba-izquierda-20090105.html

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