Leonel Alberto Pérez Belette
LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - La Constitución define el
apartheid como un grave delito. Pero el gobierno cubano lo aplica
diariamente contra los ciudadanos. Es común que los cubanos seamos
vejados a pesar de los cambios que se pregonan.
El viernes 9 de enero un joven estudiante intentó utilizar los
servicios del cibercafé del complejo hotelero Neptuno-Tritón, en Ciudad
de La Habana, con el propósito de revisar su correo electrónico y
buscar información para completar su tesis de grado. El joven no pudo
entrar en el lugar por una razón sencilla: es cubano.
Se retiró sin protestar ni exigir explicaciones. Los habituales usuarios
del ciber se encuentran en la misma situación.
En el hotel, la empleada de la carpeta ratificó que se trataba de una
resolución dictada recientemente por el gobierno, que niega el acceso a
Internet en los hoteles a los nacionales. La directora del complejo,
Yipsi Plana, no estaba allí. La secretaria, Olga Lidia, atribuyó la
medida a una directiva de Carlos Lage, Vicepresidente del Consejo de
Estado. Otras explicaciones contradictorias surgieron posteriormente,
aunque nadie supo precisar el origen de la restricción.
A mediados del año pasado el gobierno abrió la puerta para que los
cubanos pudieran alquilar automóviles, comprar determinados artículos
electrodomésticos, adquirir líneas de telefonía móvil, alojarse en
hoteles y recibir los servicios reservados con anterioridad solamente a
turistas extranjeros , con excepción de los vinculados a paseos en
embarcaciones náuticas. Se intentaba cambiar un poco la imagen del régimen.
La nueva medida significa un paso atrás en lo referente a la
recuperación de los derechos civiles. Se supone que las figuras que se
esconden tras la firma de Carlos Lage son Ramiro Valdés, ministro de
Comunicaciones e Informática, Manuel Marrero, titular de Turismo y el
propio Raúl Castro.
El servicio de Internet que se ofrecía en los hoteles era el más caro
del mundo. Costaba entre 7 y 13 dólares la hora; además de ser muy lento
y con algunos sitios censurados. Aunque una hora de navegación por
Internet representaba el salario mensual de un cubano, eran éstos los
más asiduos clientes. ¿Con qué pagaban? Con las remesadas enviadas por
los familiares residentes en el exterior.
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