Tuesday, December 30, 2008

Cuando el socio es un dictador

Cuando el socio es un dictador
C. MUÑOZ

Apasione o no a todo el mundo, lo cierto es que las empresas españolas
ocupan un lugar preponderante en Cuba y apuestan por el futuro del país.
«Si están es porque les interesa, esto no es un sacerdocio, su beneficio
es suficiente y juegan a tenerlo mayor en el futuro», asegura el
presidente del Comité Bilateral Hispano-Cubano, Juan Arenas.
Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, el régimen comunista de
Fidel Castro se vio obligado a abrir la isla a otros países en busca de
comercio, capitales y tecnología. Descartado, como es obvio, Estados
Unidos por el embargo impuesto en 1962 por la Administración Kennedy, la
mirada se dirige hacia Europa y, en concreto, a España por motivos
históricos, culturales y familiares.
Hoy nuestro país es el principal inversor en Cuba. Aunque en un
principio la apuesta la realizaron compañías medianas y pequeñas, a
finales de los 90 las grandes firmas comenzaron a tomar posiciones
estratégicas a largo plazo. Primero llegaron los acuerdos hoteleros. «El
Hotel Meliá Las Américas se convirtió en 1989 en la primera empresa
mixta hispano-cubana, luego aterrizaron la tabacalera Altadis, Repsol
para una exploración petrolera que aún perdura y otras empresas de
calado», explican fuentes diplomáticas españolas.
Las grandes inversiones se dirigen hacia el turismo, las finanzas, el
tabaco, el agua y la energía. Iberostar, Barceló, NH Hoteles, Riu
Hoteles, Aguas de Barcelona, Iberdrola, Caja Madrid, BBVA, La Caixa o
Banesto, son otros de los ejemplos más conocidos. Sin embargo, la
mayoría de las grandes compañías prefieren «no publicitar su presencia y
actividad en la isla por razones objetivamente justificables, como el
embargo de Estados Unidos», señalan fuentes empresariales que prefieren
guardar el anonimato por «la prudencia y el morbo» que despiertan
siempre las relaciones con Cuba.
Aumento de las exportaciones
Al mismo tiempo, las pymes continúan con sus negocios. Las exportaciones
de firmas españolas a Cuba, al mes de octubre pasado, superaban los 800
millones de dólares (más de 555 millones de euros), un crecimiento en lo
que va de año de en torno al 30 por ciento, según datos facilitados por
el presidente de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba (AEEC),
Víctor Moro. Esta organización hace las veces de cámara de comercio
porque en la isla están prohibidas.
Los principales productos exportados en 2007 fueron maquinaria y
equipamiento industrial, vehículos y repuestos, papel, muebles, pinturas
y calzado... Mientras que entre los importados ese año aparecían el
tabaco, el pescado y el ron, según datos de la Oficina Económica y
Comercial de España en La Habana.
Aunque resulte «paradójico», las grandes inversiones se produjeron en el
momento de «mayor exigencia en democracia y derechos humanos» por parte
del Ejecutivo español, subrayan las fuentes diplomáticas. Es decir,
durante el gobierno presidido por José María Aznar. Sin embargo, Víctor
Moro es de la opinión de que los españoles han estado presentes en la
isla «al margen de las relaciones bilaterales» y destaca que la
«normalidad» actual «crea un buen clima para el trabajo de las empresas
en Cuba».
Trabajadores explotados
No todo es de color rosa. Algunos portavoces de la oposición interna y
del exilio en Miami consideran que, en la práctica, los empresarios
españoles contribuyen a sostener al régimen castrista, aunque ése no sea
su objetivo. Los inversores, a juicio de un destacado activista pro
derechos humanos, participan en una «sobreexplotación» de los
trabajadores cubanos, que cobran «salarios miserables y no tienen
protección sindical». Las relaciones laborales en Cuba no son libres.
Los empresarios contratan a los trabajadores cubanos a través del
Estado, que les paga los salarios que recibe de los inversores
extranjeros a un «precio local».
Otro destacado opositor apunta que «no fue lo mismo invertir en la
España de Franco que hacerlo ahora en la Cuba de Castro; aquí con las
empresas mixtas conviertes a la dictadura en tu socio», y advierte del
«riesgo de demandas judiciales» cuando se produzca la transición hacia
la democracia.
Lo positivo de toda esta situación es que «haya existido la posibilidad
de generar recursos y empleos», matiza el diplomático español, que
sostiene que tanto los cubanos como sus gobernantes se han beneficiado
de las inversiones españolas. Mayores posibilidades habrá para todos sus
ciudadanos cuando Cuba sea una verdadera democracia.

http://www.abc.es/20081228/internacional-iberoamerica/cuando-socio-dictador-20081228.html

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