2008-7-24
Desde hace años, gran parte de la población muestra preocupación por el
proceso involutivo de la educación, provocada en gran parte por la
crisis generalizada que afronta la sociedad. Recientemente se han
publicado planteamientos efectuados en la sesión ordinaria de la
Asamblea Nacional del Poder Popular que denotan la seria magnitud de los
problemas que afronta el sector.
Se ha conocido que persisten la falta de maestros y grandes deficiencias
pedagógicas de los jóvenes preparados en cursos emergentes para asumir
la profesión. La presidenta de la Asociación de Pedagogos de Cuba,
Nidia González, explicó que ¨…a los jóvenes maestros les falta
capacitación y experiencia, y en algunos casos carecen de la adecuada
comunicación con sus estudiantes para garantizar la disciplina correcta.¨
También se informó que más del 50% de los profesores de la enseñanza
secundaria básica están en proceso de formación y en la ciudad de La
Habana sólo el 19% es titulado. Este panorama se complica cuando se
conocen las formas de enseñanza utilizadas desde hace años,
consistentes en que estos jóvenes inexpertos deben impartir varias
asignaturas, sin especialización por materia, lo cual ha redundado en la
caída vertiginosa de la calidad de la enseñanza. En la capital, la
plantilla está integrada por miles de maestros emergentes procedentes de
otras provincias, muchos sin vocación profesional, pero estimulados por
llegar a una urbe, donde, a pesar de las dificultades existentes, las
condiciones de vida son superiores a las del interior del país, y muy
especialmente a las de las provincias orientales.
En la reunión resumen del Curso 2007-2008, también se analizaron los
serias deficiencias en la educación cubana, como la insuficiente
cobertura y superación de los maestros, la falta de calidad de las
clases, el incumplimiento de los reglamentos escolares, problemas
relacionados con la orientación vocacional y la necesidad de profundizar
en los conocimientos de la historia de Cuba.
La nueva titular de Educación, Ena Elsa Velásquez, señaló entre los
males del curso recién concluido y los desafíos para el próximo, el
déficit de 8 192 docentes; los más de 21 000 estudiantes de
preuniversitarios y politécnicos que dejaron de graduarse en el último
ciclo; la insuficiente preparación de los profesores generales
integrales, que incide en la calidad de las clases y los niveles de
conocimientos de los alumnos; problemas de ortografía, caligrafía y
geometría; y las indisciplinas en los centros internos.
En estas condiciones resulta evidente el retroceso que experimenta la
educación cubana; fenómeno altamente peligroso para las generaciones
presentes y futuras teniendo en cuenta la alta competitividad presente
en el mundo actual, reto que no puede enfrentarse mediante engañosas
cifras estadísticas, sino con una responsable y exigente educación de
calidad para propiciar verdaderos conocimientos en los jóvenes.
Ahora el General Raúl Castro aprobó el Decreto-Ley 260 sobre el
tratamiento laboral y salarial a maestros y profesores jubilados, con el
cual procura mejorar las condiciones económicas de estas personas para
estimularlas a regresar a las aulas. En la medida en que se logre ese
objetivo, pudiera mejorar en alguna medida la calidad de la docencia en
el próximo curso escolar. Pero la completa solución a la crisis
educacional sólo podrá hallarse a través de una reestructuración
integral de la sociedad cubana en un marco de libertad y respeto a los
derechos humanos.
En los próximos meses se verá si los profesores y maestros retirados
estarán suficientemente estimulados para retornar a las aulas a cobrar
la pensión y el salario correspondiente, cuando es conocido que muchos
están impartiendo clases y repasos en sus hogares con ingresos
superiores a los que obtendrían mediante la solución procurada por el
gobierno, y sin las insoportables presiones políticas y administrativas
sufridas habitualmente por el personal docente en funciones.
Paralelamente, habría que conferirle una condición especial a los
maestros y profesores jubilados que deseen incorporarse a la enseñanza
oficial, que los excluya del concepto de integralidad, o sea de la
obligación de impartir diversidad de asignaturas para lo cual no están
preparados, aunque sí lo son en sus especialidades tradicionales. Aunque
la mejor opción sería que totalmente se eliminara, o por lo menos
fuera limitado, el fracasado concepto del Profesor General Integral que
tanto daño ha causado.
Una opción que podría ayudar a la educación cubana considerablemente
sería la estimulación para que muchas personas preparadas como
profesores y que hoy trabajan en actividades burocráticas, a veces
innecesarias, regresaran a la docencia. Raúl Castro en su toma de
posesión como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros
anunció una radical transformación del aparato administrativo para
hacerlo más eficiente. Podría ser una gran oportunidad para captar
maestros y profesores, quienes se sentirían más realizados mediante el
ejercicio de una actividad tan estimulante como impartir conocimientos.
Por otra parte, deberá comprenderse que la educación es una valiosa
inversión para el futuro, que requiere mucho trabajo y recursos. Este
capital debe ser utilizado convenientemente, así como actualizado para
que continúe siendo efectivo y no pierda su valor. En Cuba desde hace
tiempo esto no se realiza y, junto al proceso de descapitalización
material, ha existido una gran descapitalización de los recursos humanos.
El General Raúl Castro en la Asamblea Nacional el pasado 11 de junio
puso el ejemplo de los ingenieros agrónomos que en su inmensa mayoría no
trabajan en la agricultura. Igual podría decirse de los 195 988
graduados universitarios en pedagogía existentes según el Censo de
2002, último efectuado, o de los 78 848 técnicos de nivel medio en la
rama, para posiblemente uno de los índices de profesores y maestros por
habitante más altos en el mundo. Mientras, paradójicamente, las aulas
carecen de maestros y profesores, y quienes imparten clases no están
siempre adecuadamente preparados.
Las autoridades cubanas deberían dejar de criticar la fuga de cerebros
hacia el exterior, fenómeno realmente negativo, y preocuparse más por la
correcta utilización de los graduados universitarios (712 672 en total,
según el censo del 2002) así como planificar la cantidad a formar, de
acuerdo a las necesidades reales y los recursos disponibles. La forma
como se ha manejado la educación cubana con fines propagandísticos, debe
terminar. No se hace nada con graduar cientos de miles de especialistas
de nivel superior para subutilizarlos y llevarlos a la frustración,
desviándose recursos y esfuerzos necesarios para la formación de
obreros calificados y técnicos medios indispensables para el desarrollo
del país.
La Habana, 23 de julio de 2008
Oscar Espinosa Chepe
Economista y Periodista Independiente
leivachepe@gmail.com
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