Thursday, July 17, 2008

Burócratas de perfil ancho

Burócratas de perfil ancho

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - La burocracia es una sarna
mundial. Dicen que los burócratas son como cochinillas, pues se asemejan
mucho entre sí, cualquiera que sea su nacionalidad. Pero tal vez los de
Cuba sobresalen entre los demás, por dos detalles: la absoluta
indemnidad de sus actos y el desamparo de sus víctimas.

Además, aquí todos somos burócratas o actuamos bajo los efectos de ese
microbio, al margen de profesiones, oficios, ocupaciones. Por añadidura,
cada uno de nosotros es a un mismo tiempo causa, consecuencia y doliente
de la burocracia. Esa robótica del espíritu que se ha convertido en
nuestra nueva tradición nacional no es sino secuela reductora y
avasallante de la burocracia que nos aplasta desde niños, sin tregua ni
absoluciones, a lo bestia.

Nadie atiende a nadie como es debido. Todos somos indolentes ante las
necesidades y las solicitudes del otro. La única respuesta es la
evasión, y el único remedio la posposición del remedio. No hay respeto
por el derecho ajeno. Nadie decide nada por sí mismo. Hay que acatar
sorda y ciegamente "lo que está dispuesto". Sobre todo si, como suele
ocurrir, lo que está dispuesto acuña la desidia y anula el ejercicio de
la iniciativa y el sentido común.

Los burócratas clásicos constan de tres piezas: cabeza vacía, estómago
lleno y abundantes ánimos para desanimar al prójimo. Los nuestros son
burócratas de una sola pieza pero con perfil ancho: cabeza y estómago
vacíos, además, sin ánimos, como no sea para cumplir disposiciones, que
es no hacer nada.

Lo grave es que ya consiguieron adaptarnos a vivir así. De modo que
asumimos sin el menor dramatismo nuestro rol de burócratas de perfil ancho.

Ahora creen por ahí que con el aumento del condumio y el mejoramiento
del parque de vehículos para el transporte público, al régimen le basta
para conservar tranquila y largamente su dominio. Continúan
subestimándonos. No obstante, aceptemos que lo consigan, de momento,
dadas las circunstancias. Pero convendrán los ilusos y los cómplices que
darnos comida (y nada más), a estas alturas, responde a la idea errónea
de que el toro es peligroso únicamente por sus tarros, sin que cuente la
naturaleza que los mueve.

Llenarle la barriga a la gente, al menos durante un tiempo, siempre será
más fácil que devolverles sus libertades invalidadas, viciadas,
suprimidas por decreto en el decurso de varias generaciones. Pero ocurre
que entre esas libertadas sin las cuales somos obligados a vivir, hay
algunas tan imprescindibles como el arroz, y aún más, porque no tienen
sucedáneos, y porque sin ellas no alcanzan los fueros ni para ganarnos
cabalmente el arroz que comemos.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/julio08/17cronica1.html

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