Publicado el 07-27-2007
El libro "Cuba: Perfiles del poder"
Por Angel Cuadra
El pasado miércoles 25 de julio, en la Sala Bacardí del Instituto de
Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, se
presentó el libro "Cuba: perfiles del poder". Su autor Pedro Corzo
quien, a la vez, preside el Instituto de la Memoria Histórica Cubana
contra el Totalitarismo, que auspicia esta publicación. La presentación
de dicho libro estuvo a cargo del periodista Pablo Alfonso y yo.
Este libro ofrece perfiles amplios de los cinco personajes que, a juicio
del autor, han tenido un papel significativo y preponderante en la vida
nacional cubana a partir de 1959: Fidel Castro, Raúl Castro, Ernesto
(Che) Guevara, Camilo Cienfuegos y Ramiro Valdés. Para ello el autor ha
contado con el testimonio de varias personas que, en determinada medida,
han tenido contacto personal o información fehaciente con esos cinco
personajes.
Quiero recoger aquí alguno de los comentarios que hice en relación con
el libro "Cuba: perfiles del poder" la noche de su presentación.
El Instituto de la Memoria Histórica ha venido realizando una continuada
labor de publicación de libros y edición de videos o corto metrajes en
los que se aclaran y enriquecen hechos históricos vividos por sus
protagonistas, en un proyecto de rescate y preservación de la historia
en este período de la vida cubana bajo el régimen totalitario
castrocomunista.
Historia y nación tienen una relación estrecha, puesto que una nación es
el resultado de todos aquellos que han ido conformando lo que pudiéramos
llamar el espíritu nacional. Ortega y Gasset, con referencia al ser
humano dijo que el hombre es algo más que un cuerpo y un alma, sino
también una vida que se ha hecho. De igual forma –agregó- un pueblo, una
nación es no sólo un territorio habitado por un número de individuos,
sino que es también una vida que se ha hecho, una vida en común, con
tradiciones, objetivos en conjunto, en fin, lo que integra el alma nacional.
Martí se refirió a la patria (extendido a la nación) como unidad de
fines, unidad de tradiciones… fusión dulcísima de amores y esperanzas;
lo que más tarde sintetiza en una carta a Máximo Gómez como el
"espíritu" de pueblo al "que hay que atender".
Uno de los mayores crímenes del régimen castrocomunista ha sido el
abominar oficialmente el pasado nacional cubano como material
desechable: hacer un corte en el itinerario nacional andado, adulterar
toda la historia vivida, liquidar de hecho la nación, para comenzar de
cero, con la imposición de un modelo sociopolítico foráneo.
Se dio en Cuba lo que indicó magistralmente el escritor Milan Kundera,
al decir que "para liquidar a las naciones lo primero que se hace es
quitarles la memoria, destruirle sus libros, su cultura y se les borra
la historia. Y luego vienen otros hombres y les escriben otros libros,
les dan otra cultura y les inventan otra historia. Y el pueblo comienza
por olvidar lo que es y lo que ha sido, y el mundo circundante lo olvida
mucho antes".
El rescate de la historia, en lo que se afana el Instituto, es también
el rescate de la nación cubana.
No creo en el determinante histórico, proclamado en su día por el
marxismo-leninismo. Pienso que sí existen personalidades determinantes,
que sí influyen en el curso de la historia de un país, ya en la
reafirmación, ya en el desvío del que podemos llamar "ser nacional".
Por otra parte ningún tirano gobierna solo. Siempre tienen
simpatizantes, colaboradores y cómplices. De modo que la responsabilidad
histórica de una maquinaria de poder, es una responsabilidad compartida.
Hace bien el autor de "Cuba: los perfiles del poder", al presentar para
su análisis –y responsabilidades, agrego- a esas cinco personalidades,
sus características, o perfiles, y algunos de los hechos en que
participaron y participan.
Ellos escalaron a la notoriedad pública bajo las circunstancias de la
lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista, integrando el Movimiento
26 de Julio, una más de las organizaciones que participaron en aquellos
hechos políticos.
Cité oportunamente, en la presentación del libro, en otras palabras, lo
que en una ocasión apuntó Federico Engels, en el sentido de "una
revolución no deseable, porque en ella intervienen varias fuerzas que
tiran en sentidos opuestos, y el resultado es lo que nadie quiere", Y,
mejor diríamos, "lo que casi nadie quería".
En lo que coincidían –o dijeron coincidir- los grupos subversivos y
hasta los de acción cívica, era en el rescate de la institucionalidad
vulnerada por el Golpe de Estado del 10 de marzo del 52: Constitución
del 40, gobierno provisional colegiado, elecciones libres, libertades
civiles, reencuentro formal con la democracia, etc. En líneas generales
ese era el contenido de los pactos que hicieron entonces los distintos
grupos de lucha, llamados revolucionarios. Pactos en los que no faltó la
firma del propio Castro, en nombre del 26 de Julio.
Mucho se ha argumentado sobre si Castro y la cúpula de su grupo (o
pandilla) dirigente, de inicio no pensaban solamente en el derrocamiento
de Batista y la restitución de la institucionalidad interrumpida; sino
si eso era sólo pretexto, engaño, puente o trampolín para establecer
tras el triunfo un régimen totalitario, autocrático, para manejo de una
pandilla completada para asumir el poder con exclusión de todo otro
grupo de los que tomaron parte en la lucha subversiva.
Recordé entonces una conversación con mi amigo y luchador en aquel
proceso, el Dr. Armando Fleites, que me contó que en una conversación
entonces con un dirigente del Movimiento 26 de Julio, aquél le confesó
que dicho movimiento aspiraba al poder absoluto.
¿Estaba en los planes embozados de Castro la imposición de ese régimen
comunista? ¿Y en la camarilla que lo rodeaba entonces ha seguido
detentando el poder? ¿Había que eliminar a todos y a todo lo que pudiera
ser un obstáculo para tales objetivos?
Para respondernos con más apoyo a esas preguntas, tras el análisis de
esos cinco individuos a quienes se concreta el texto, también se hace
útil el libro que se presentó en la noche del 25 de Julio: "Cuba: los
perfiles del poder".
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