Sunday, July 29, 2007

El lejano sueño de otra Cuba

El lejano sueño de otra Cuba

Menos expectativas de pronto cambio económico en Cuba. Hay quienes no
ocultan su desazón por la inmovilidad en el régimen, pues solo tuvieron
una fugaz esperanza cuando Fidel Castro enfermó.

Anthony Boadle/Reuters
7/29/2007

Ernesto Pérez bebe un trago de ron en el Malecón de La Habana, mira al
mar y explica que él solo quiere ganarse tranquilamente la vida. A los
19 años y con un título universitario, se desempeña como taxista al
volante de un desvencijado Moskovich soviético. Como muchos cubanos,
busca una oportunidad de salir adelante.

"O esto cambia o hay que buscar la manera de irse", dijo, señalando con
el dedo el estrecho de Florida, que separa la isla de Estados Unidos, a
145 kilómetros de distancia.

Una cosa es cierta en Cuba: poco ha cambiado desde que el convaleciente
líder Fidel Castro transfirió hace un año el poder a su hermano Raúl.
Pérez dice que gana más como "botero", o taxista privado, que los
profesionales universitarios que trabajan para el Estado. El joven
lamenta que los inspectores estatales le sigan haciendo la vida difícil.

Cuando Castro cayó enfermo y se apartó del poder en julio del año
pasado, muchos esperaban cambios que mejoraran su situación económica.
Unos pensaron que el socialismo se acercaba al fin. Otros vieron en Raúl
Castro un potencial reformista que seguiría el modelo de China y abriría
la economía.

Muchos cubanos sueñan con el día en que podrán adquirir teléfonos
celulares y automóviles, comprar y vender sus casas, hospedarse en los
hoteles reservados para turistas extranjeros, abrir pequeños negocios o
viajar cuando quieran al exterior.

El Gobierno dio recientemente un paso en esa dirección, al permitir a
los cubanos importar lectores de DVD y piezas de automóvil. No está
claro si serán relajadas otras restricciones. Tampoco se sabe si Castro,
que cumplirá 81 años en agosto y no ha sido visto en público en un año,
retornará al poder.

"El país está tranquilo. Pero la gente cuenta que Raúl quiere arreglar
las cosas y Fidel se opone", dice José, un agente de viajes y miembro
del Partido Comunista, sentado bajo una sombrilla en la playa. "Raúl es
un hombre práctico. Ve algo que no funciona y dice que hay que
cambiarlo. Lo primero que hay que hacer es pagar mejores salarios. La
gente no tiene suficiente para alimentarse", añade.

Muchos cubanos dicen esperar que Fidel, que se recupera de una cirugía
intestinal que lo tuvo cerca de la muerte, asuma un papel de veterano
estadista, dejando a otros el espacio para realizar reformas de apertura
económica. "Esto está complicado y, encima, está la presión de los
Estados Unidos", plantea José.

En La Corea, una de los barrios más pobres de La Habana, Dagoberto Oña
mantiene la fe en la sociedad igualitaria ideada por Fidel Castro.
"Aunque Fidel está enfermo, está lúcido y sigue dirigiendo y sigue
diciendo su punto de vista. Olvídate, que la marcha nunca disminuye,
seguimos para adelante paulatinamente", dice el albañil de 48 años,
fumando un habano.

Los cerdos chillan y los niños corretean alegremente en este barrio,
considerado oficialmente insalubre. Muchas de las mejoras urbanas en La
Corea están siendo financiadas por organizaciones no gubernamentales de
España e Italia. "Nuestro partido dijo que viene otro aumento salarial",
afirmó Oña, que gana 350 pesos mensuales, unos $17, más un bono
equivalente a $10.

Para Pichi, un impaciente reparador multioficios con teléfono celular y
lector de MP3, es demasiado tarde. "Me han robado 40 años, todas mis
oportunidades. Antes había esperanza de cambio, ahora no la hay", comenta.

El ex taxista, que ha intentado ganarse la vida como mecánico y como
electricista, afirma que 15 conocidos suyos se han ido ilegalmente de
Cuba por mar desde mayo, recogidos en la costa por traficantes de personas.

Yaima Campanat, que pedía aventón rumbo a la playa con la esperanza de
conocer extranjeros y quizás ganar algo de dinero, sostiene que todo lo
que quiere es un buen empleo para mantener a su hijo de dos años. El
tiempo se le va en la supervivencia diaria y no tiene tiempo para la
política. "No creo que Cuba sea un país malo. No hay la violencia y
maldad de otros países." No obstante, reconoce las fallas. "Todos los
jóvenes piensan como yo, que si hubiera una forma de trabajar, que tú
puedas comprarte tu ropa, tus zapatos, como en otros países, yo creo que
se irían menos", agrega.

http://www.laprensagrafica.com/enfoques/832627.asp

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